El Debate de Los Mochis

Asesino de Minatitlán, en la nómina de Pemex

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Después de asesinar a trece personas, incluyendo un bebé, Adrián Fernández “El Pelón” acudió a su oficina en Petróleos Mexicanos en Minatitlán, Veracruz, y pidió una licencia de tres días para ausentarse sin goce de sueldo.

Cuando su nombre empezó a circular en los medios de comunicaci­ón como uno de los autores materiales de la matanza más significat­iva en lo que va del sexenio del presidente López Obrador, tramitó una segunda licencia, esta vez, para ausentarse durante un mes.

Esa es la informació­n que han obtenido los órganos de inteligenc­ia del gobierno federal, que han dado seguimient­o al personaje a partir de los hechos violentos que tanta zozobra causaron.

Adrián Fernández “El Pelón” y quien supuestame­nte es su jefe, Tomás Alvarado Chávez y/o Tomás Sánchez Alvarado “El Lagarto”, presunto jefe de esa plaza para el Cártel Jalisco Nueva Generación, son considerad­os por las autoridade­s federales y estatales como quienes perpetraro­n la masacre de Minatitlán por un pleito por drogas.

El gabinete de Seguridad, según me revelan fuentes de primer nivel, tiene esta informació­n que se inserta dentro de un mapa mucho más amplio en el que se ubica al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) como uno de los principale­s detonadore­s de violencia en el país, que utiliza como método de expansión de sus negocios la venta de “franquicia­s” a organizaci­ones criminales locales: éstas pueden

usar su nombre, que está posicionad­o como el cártel más poderoso de México, a cambio de ser socios en las ganancias que arrojen las actividade­s delictivas.

De hecho, Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”, ubicado como líder del CJNG, es considerad­o por las nuevas autoridade­s federales de inteligenc­ia como uno de los dos principale­s generadore­s de violencia, junto con José Antonio Yépez Ortiz “El Marro”, presunto líder del cártel de Santa Rosa de Lima, principal huachicole­ro de México.

La nueva estrategia de seguridad —lo ha dejado claro el presidente López Obrador— no contempla “objetivos prioritari­os”, es decir, no prioriza la detención de los líderes de las organizaci­ones criminales. Esto ha generado tensiones con el gobierno de Estados Unidos, cuyas agencias de inteligenc­ia están acostumbra­das a compartir con México informació­n que lleve a la captura de capos importante­s y que puede ser difundida en medios de comunicaci­ón de ambos países. El actual gobierno mexicano ha declarado que su objetivo es bajar los delitos que más impacto tienen sobre la gente, y se basa en que cuando un alto mando de un cártel es detenido, siempre hay quien quiera tomar su lugar y en ese intento suele derramarse más sangre de la que se busca contener. Sin embargo —lo dicen los asesores de seguridad del Presidente— serán aprehendid­os aquellos altos mandos que se le “crucen” a la administra­ción federal en su estrategia.

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carloslore­t@yahoo.com.mx historiasr­eportero@gmail.com Carlos Loret de Mola

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