CONTEXTOS VIOLENTOS, LA CRUDA REALIDAD QUE DAÑA A LOS NIÑOS
Especialistas y activistas relatan las afectaciones que sufren los menores de edad que se han visto forzados a vivir en un entorno de violencia y agresiones
Expertos en Criminología, Sicología, Reintegración y Atención a Niñas, Niños y Adolescentes explicaron para EL DEBATE cómo el vivir y percibir violencia transgrede los derechos de las personas menores de edad a una vida sana
La llegada de un matrimonio violento a la casa de al lado alteró la tranquila vida del pequeño Miguel, de 6 años. Comenzó a tener problemas en la escuela, ya no dormía bien, se volvió retraído y estaba constantemente asustado. El menor relataba a su madre, con evidente angustia, cómo desde algunos meses atrás había algo que le estaba arrebatando la paz y convertía las horas de descanso en un agobio.
Y es que el cuarto de Miguel, que colindaba con el dormitorio de la pareja, se transformó en un resonar acústico de gritos, peleas violentas y amenazas. Algo que en su entorno familiar no había experimentado nunca.
«Mami, ¿y si la mata?», preguntaba el niño con ojos vidriosos y voz acongojada.
«Me quedé helada», relató para esta casa editorial la madre del niño.
«No sabía qué decirle, si bien yo ya los había escuchado pelear antes, nunca imaginé que mi niño estaba expuesto a esa situación», cuenta Claudia, la madre de Miguel, aún preocupada por lo que pasó hace ya dos años.
Fue gracias a un llamado de la maestra que Miguel se atrevió a contar lo que le estaba alterando.
«Él no quería dormir, soñaba con ellos peleando e incluso nos contó que a veces soñaba que “el señor de al lado” iría por él después de matar a su mujer», abundó Claudia.
«Nunca pensé que aunque me esforzara tanto por darles tranquilidad en nuestra casa, se iban a alterar así por cuestiones ajenas a nuestra familia», pronunció la madre de familia. Aunque los nombres de Claudia y Miguel son ficticios, para efectos de
esta nota, los vecinos se mudaron hace más de un año, la historia visibiliza lo que las circunstancias violentas implican en un sano desarrollo de la niñez.
Familias sin violencia
Las agresiones se han vuelto una realidad latente para la infancia moderna, y es entonces que los niños son más propensos a estas situaciones agresivas que hieren su desarrollo íntegro. La exposición a la violencia desde edades tempranas, más allá de mancillar su crecimiento, podría marcar negativamente las acciones, decisiones y el rumbo de vida de los niños afectados. Así lo pronunció vía telefónica la criminóloga Itxel Cruz.
«Anteriormente hemos realizado programas de prevención para niños que viven en situación de “foco rojo”, pues para quienes atienden estos casos e inclusive para la ciencia criminológica,
es de primordial importancia combatir y prevenir la delincuencia y situaciones violentas».
Aun así, la especialista adujo que los daños «no se limitan» a niños que propiamente viven la violencia de primera mano.
«Ser testigos de la misma, tiene también una intromisión marcada sobre su desenvolvimiento, hay que trabajar constantemente con los jóvenes para reforzar un crecimiento sano».
Enfatizó en el «importante» papel que juegan los infantes inmiscuidos en este problema, ya que el atender desde un estadio temprano suele ser «menos complicado» y «más gratificante» cuando se trata de niños, niñas y adolescentes.
La especialista en el tema insistió en la prevención como principal herramienta y cómo el garantizar un espacio libre de violencia promueve una sociedad
más sana.
«Se trata de intentar romper el círculo vicioso que es la violencia», finalizó Cruz.
Adicciones
El director del Centro de Integración Juvenil en Culiacán (CIJ), Manuel Velázquez Ceballos, comentó para EL DEBATE acerca de uno de los problemas que los jóvenes enfrentan como resultado de un ambiente dañado: las drogas y la adicción a sustancias. Ya que, al verse inmersos en circunstancias no aptas para su sano desarrollo, se genera una tendencia en cuanto temas de drogadicción.
Es entonces que el combatir esta práctica simboliza uno de los objetivos centrales que tiene el CIJ, aceptó Manuel Velázquez, quien aseveró que se atiende en promedio a 2 mil 700 pacientes en el estado.
«El inicio, en cuanto al consumo cada vez, se está presentando a menor edad», advirtió. Pues, según informó, los jóvenes atendidos parten desde los 13 y 14 años. Agregó además la presencia de conductas violentas asociadas a la ingesta de drogas diversas, para lo cual resaltó el consumo de alcohol, tabaco, mariguana y metanfetamina como los de mayor prevalencia. Subrayó uno de los enfoques de los Centros de Integración Juvenil, que es en relación a lo que se hace para trabajar con los chicos que presentan conductas violentas.
«Elaboramos un programa de diagnóstico con las áreas de Sicología, de Trabajo Social, de Medicina, y una vez que se tiene este diagnóstico, se hace una intervención en la fase de tratamiento».
Finalmente, el director del CIJ en Culiacán informó que el tratamiento, si bien se extiende a meses de atención integral, se enfoca de igual manera en un seguimiento del caso para garantizar así una restauración más efectiva. Apatía gubernamental
En este sentido, la activista Natalia Reyes, que ha trabajado de la mano de diversos colectivos atendiendo problemas y luchas sociales, expuso la falta de políticas públicas en el estado para atender a jóvenes ya inmersos en esta cultura violenta y sostener la parte del contexto del crimen organizado. «Seguimos en los estados y en los municipios del país sin tener políticas de juventudes que prevengan que los jóvenes delincan o cómo crear estrategias para sacarlos [refiriéndose al tema del crimen]».
Refirió, además, los fallos que se presentan al momento de atender estos hechos, pues además de una falta de apoyo de forma continua, pronunció la falta de seguimiento de casos postratamiento.
«Cuando salen, no hay políticas de seguimiento donde se vea que efectivamente hubo un proceso de reinserción social».
Sostuvo que entre las oportunidades e impulsos necesarios para una readaptación a jóvenes como lo son el fomento de empleo, deporte, artes, entretenimiento, etcétera, carecen de un interés que los perpetúe.
«Sí vemos resultados, pero los proyectos e intervenciones son aisladas. Cuando se propone continuidad no obtenemos eco, a pesar de que tenemos cómo mostrar resultados», lamentó.
Cuestionándole cuáles son las dificultades del tratamiento a niños en ambientes violentos, la activista pronunció que no hay dificultades en lo individual o grupal. «Las únicas dificultades son de voluntad política, que el estado pueda creer que merecen una segunda oportunidad», acusó.
«Ellos —los jóvenes con los que han trabajado— nos decían que sí porque trabajamos con “lacras”. Nosotros les decíamos que no trabajamos con lacras, sino con personas; no nos interesa qué hicieron en el pasado», anotó Natalia Reyes.
Afectaciones
Ante esta situación, la sicóloga y también doctora especialista en áreas de intervención sicosocial, derechos humanos y violencia en contextos escolares, ≋arla Urías Aguirre, aclaró que es necesario situar el contexto en el que se desarrolla la violencia, pues puede presentarse en diferentes ámbitos de desarrollo, desde la escuela, hogar o por la cantidad de delincuencia en el estado.
Insistió que al verse un menor involucrado en la mayoría de estos contextos, sufre afectaciones de las cuales, destacó la sicológica como la de mayor importancia.
«Vemos a niños y a jóvenes con una autoestima más baja, con sintomatología depresiva más evidente, tienden a aislarse o pueden resultar más reactivos y a alterarse ante la menor provocación», planteó Urías.
En cuanto a las repercusiones a largo plazo que simboliza el convivir en un entorno violento, la sicóloga acusó «dos grandes participantes». Para ello, puntualizó una vertiente que se plasma en los patrones de relaciones sociales con niñas y niños, y es que por una parte «viven en un papel de víctima», aseveró. Quedando marcados de esa manera en su crecimiento.
Por otro lado, recalcó la especialista, que existen posibilidades donde el ser «tantas veces» víctima los posiciona en un límite, donde se manifiesta un punto de quiebre.
«Entonces el niño también molesta a los demás, para no verse así como el más débil».
Por último, realizó un llamado a los padres de familia, tutores, profesores y adultos para detectar algún tipo de cambio o daño en el comportamiento del menor, y poder así darle atención adecuada.
«Hay un gran aumento, cada vez es más evidente. Es más visible [refiriéndose a las afectaciones en niños]» Karla Urías Sicóloga
«Es menester atender a la niñez multidisciplinariamente, pues es cada vez más común el convivir con la violencia» Itxel Cruz Criminóloga
«El llamado es a que los jóvenes y adolescentes sean tomados en cuenta también en las políticas de juventud» Natalia Reyes Activista