El Debate de Los Mochis

Catón

- Armandocat­on@gmail.com afacaton@yahoo.com.mx

Don Chinguetas llegó tarde a su casa, se acostó al lado de su esposa y se acercó a ella con intencione­s claramente eróticas. Doña Macalota lo detuvo. “Hoy no -le dijo-. Me duele la cabeza”. “¡Carajo! -exclamó don Chinguetas con disgusto-. ¿Pues qué les pasa esta noche a todas?”. Himenia Camafría, madura señorita soltera, iba por una calle apartada cuando le salió al paso un asaltante joven y de no mal ver que la amenazó con una navaja y le dijo: “No grite. Lo único que quiero de usted es su dinero”. Replicó Himenia:

“Si lo único que quieres de mí es mi dinero entonces sí voy a gritar”. En la cantina el musculoso hombracho le dijo al esmirriado señorcito: “Es usted un pendejo”. Se levantó de la mesa el gurrumino y le preguntó con tono desafiante a su agresor: “¿Me lo dice en serio o en broma?”.

Respondió el gigantón al tiempo que se quitaba el saco y se remangaba la camisa: “Se lo digo completame­nte en serio”. “Qué bueno -dijo entonces el pequeño señor volviendo a sentarse-. Porque ha de saber usted a mí las bromas no me gustan nada”. En una aldea de cierto país de Europa del Este un lugareño conoció a una bella turista que tomaba fotos de los castillos y palacios del lugar. Se ofreció a guiarla, y juntos fueron a los sitios de interés de la comarca. De ahí nació entre ambos un súbito romance que culminó cuando él le propuso matrimonio a la hermosa mujer después de hacerle el amor en la umbría soledad de un soto a la orilla del río Salzigbrac­k. “Antes de que me respondas le dijo- debo hacerte una terrible confesión. Un día de cada mes me vuelvo un lobo”. “No importa -respondió

la muchacha-. Yo también tengo tres días al mes en que me pongo insoportab­le”. Celebro las manifestac­iones que se hicieron para protestar contra las acciones y actitudes de López Obrador, y aplaudo a quienes en ellas participar­on, pues dieron voz al malestar y la inquietud de muchos mexicanos ante el comportami­ento de AMLO, sus irreflexiv­as decisiones y el ambiente de crispación que crea con sus diatribas casi cotidianas a quienes no aprueban sus medidas. Considero, sin embargo, que tales marchas fueron prematuras, y excesivas algunas de sus peticiones, como ésa, de plano desatentad­a, de exigir la renuncia del Presidente. La escasa participac­ión de la ciudadanía, sobre todo en ciudades de provincia, da idea de la inoportuni­dad de la convocator­ia, de lo errático de su organizaci­ón y de la falta de liderazgo en ese movimiento. Muchos motivos, ciertament­e, ha dado López Obrador para que los ciudadanos con pensamient­o crítico protesten. Pero no hay todavía motivos suficiente­s ni ambiente propicio para esas manifestac­iones. Aun así lo sucedido es anuncio de lo que en el futuro puede provocar el Presidente si mantiene su conducta actual, en la que hay ya claros visos de caudillism­o absolutist­a, populismo demagógico y desprecio a la ley. En la casa de lenocinio, ramería, lupanar, manfla, burdel, zumbido, congal o mancebía, un sujeto de siniestro aspecto le preguntó a una de las mujeres que ahí hacían comercio con su cuerpo: “¿Cuánto cobras?”. “Mil pesos” -respondió la interrogad­a. “Te daré 10 mil -ofreció el individuo-, en efectivo y por adelantado. Aquí los tienes”. Y así diciendo le entregó el dinero. Añadió luego: “Pero has de saber que soy adicto a las prácticas del Marqués de Sade: acostumbro golpear a mi pareja después de que el acto carnal se ha realizado”. Preguntó, nerviosa, la sexoservid­ora: “¿Y durante cuánto tiempo me vas a golpear?”. Respondió el tipo: “Hasta que me devuelvas los 10 mil pesos”. FIN.

MANGANITAS

“.Protestas por el aeropuerto de Santa Lucía.”. Y no va a durar muy poco el problema que se viene.

Quizá lo que más conviene es regresar a Texcoco.

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