Falta un plan de futuro
Mucho se habló de un antes y un después de Mazatlán tras la realización del Tianguis Turístico en 2018. No hay duda de que la celebración de este magno evento significó para nuestro puerto la atracción de importantes inversiones en materia de infraestructura. Lo vemos en el malecón o en el Centro Histórico, que se renovó casi por completo. Vino casi a la par la construcción de la avenida Bahía, aprovechando espacios entre la degradada Laguna del Camarón —en la parte del Bosque de la Ciudad— y varios hoteles de la avenida Del Mar. Vino también el parque Ciudades Hermanas, y en el futuro próximo el Central Park, que primero contará con un nuevo Acuario —que promete ser el mejor de América Latina— y un museo de clase internacional. Todo ello es importante, de la mano de la infraestructura.
Falta también que Mazatlán como ciudad tenga una visión de futuro clara. Los proyectos que actualmente se desarrollan nacen gracias a la sociedad entre empresarios y políticos en turno, que deciden apostarle a ciertos desarrollos, y no por un plan integral, que vaya más allá de los cambios de alcaldes o gobernadores.
Contar con un plan de desarrollo a largo plazo, con reglas claras, permitirá que también lleguen las inversiones y podamos como destino ser más competitivos en el plano turístico. Tenemos la ventaja de los millones de baby boomers estadounidenses, que tienen mucho dinero y muchos años de vida activa por delante para gozar su retiro.
Debemos entonces estar a la altura de ese turismo, pensar más allá del próximo fin de semana largo o del Carnaval o Semana Santa que viene. Hay empresarios con esa visión, pero falta que todo se traduzca en un plan independiente de los cambios de Gobierno, y esto es algo que debería aplicarse a todas las áreas de la vida pública, pero estamos lejos de ello.