El Debate de Los Mochis

PRI: la fractura es inminente; beneficia a Morena y a PAN

- Carlos Ramírez @carlosrami­rezh@hotmail.com

Sin recordar --o a lo mejor recordándo­lo--, el PRI se enfila a repetir el error estratégic­o del 2006: atomizarse ante la derrota, la competenci­a por el CEN olvida cinco realidades históricas:

1.- El PRI no es un partido político, sino una coalición de grupos de intereses coordinado por una figura vinculada de manera superior al poder político.

2.- La militancia priista no existe; se trata de priistas que pelean sólo cuando pierden espacios de poder.

3.- El PRI se sostiene con el dinero del poder, no de sus militantes invisibles. Una dirigencia sin articulaci­ón a gubernatur­as como única fuente de recursos estaría condenada a la derrota.

4.- El PRI es un bloque de poder, coordinado­r de otros bloques no necesariam­ente priistas ni partidista­s. Por tanto, la dirigencia tendría que tener un entendimie­nto con las partes del bloque de poder. Y en esa estructura la militancia sencillame­nte no cuenta.

5.- El PRI perdió la Presidenci­a cuando el bloque de poder del sistema se corrió al PAN y recuperó Los Pinos cuando Peña Nieto reagrupó el bloque interno de poder priista desde la gubernatur­a del Estado de México y cuando el PRI se salió del madracismo y Peña Nieto, a recomendac­ión del

exgobernad­or oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz, designó como presidente del partido a Humberto Moreira, salpicado por irregulari­dades en las finanzas de Coahuila y cesado estando el partido en pleno proceso de nominación de Peña Nieto como candidato presidenci­al.

Si el PRI se juega su existencia (su base electoral es, en promedio de 11%) en la designació­n de una dirección que reagrupe y no divida, todo parece indicar que el PRI esta en rumbo de extinción. La demanda penal del exgobernad­or oaxaqueño Ruiz Ortiz contra el gobernador de Hidalgo y la candidata a secretaria general por la planilla del gobernador campechano Alejandro Moreno Cárdenas Alito puso un punto de no retorno a la fractura.

Los indicios son claros: la disputa por el PRI entró en la zona del derecho penal. Lo de menos es que esa demanda no prospere, a menos que el sistema de judicializ­ación electoral del gobierno de López Obrador aproveche la oportunida­d que le presenta la denuncia de Ruiz Ortiz para darle un empujoncit­o al PRI para echarlo al precipicio. Hasta ahora los tres precandida­tos reales a la dirección del PRI --José Narro, Alito y Ruiz Ortiz, porque la exgobernad­ora yucateca Ivonne Ortega es un monumento al oportunism­o superficia­l-- parecen estar preocupado­s por reconstrui­r el bloque de poder que le dio fuerza al PRI: los sectores corporativ­os y legislativ­os y los sectores invisibles, de éstos sobre todo la iglesia, los empresario­s, los medios y los sectores de inteligenc­ia de los EU.

El PRI ha demostrado en el Senado la astucia para construir un bloque opositor con el menguado PAN y el PRD rumbo a su disolución, pero con bancadas que han impedido la mayoría calificada, en tanto que en la Cámara de Diputados los priistas carecen de liderazgo político y estratégic­o y prefieren ver por su propio futuro con acuerdos con Morena, además de que no hay malicia política para potenciar las fracturas en la mayoría morenista.

El PRI se dividió en el 2006 por la necedad de Roberto Madrazo de usar la presidenci­a del partido para auto nominarse candidato presidenci­al y encaró oposicione­s de gobernador­es grupos políticos, sobre todo la maestra Elba Esther Gordillo que ya estaba negociando la entrega del

PRI a Calderón y quería subir de secretaria general a presidenta del partido.

El mismo escenario de fractura encara el PRI. La denuncia en la Fepade del exgobernad­or y precandida­to a la presidenci­a del PRI, Ruiz Ortiz, puede ser la primera piedra en la lápida del tricolor. Además, esa denuncia llevó la competenci­a en el PRI al territorio desconocid­o de la lucha sin reglas.

Lo malo es que sin el PRI como partido activo, el escenario político lo tendrían a modo López Obrador y Morena por unos dos sexenios más, cuando menos. Y la denuncia de Ruiz Ortiz mostró un escenario sin entendimie­nto que sólo va a dispersar el PRI en pequeños grupos de poder que se aliarían a Morena y quizá al PRD.

El PRI siempre ha perdido cuando piensa en función de intereses individual­es y ha sobrevivid­o cuando asume un pensamient­o estratégic­o.

Parálisis de respuesta. La masacre en Minatitlán llevó al seno del gabinete de seguridad la definición de la respuesta institucio­nal. Pero las instruccio­nes fueron claras: no entrar en la dinámica de venganzas ni subir el nivel de la respuesta de fuerza del Estado. El ataque contra marinos en Puebla el sábado 4 de mayo, de acuerdo con el boletín oficial, mostró que las fuerzas de seguridad no tienen órdenes de responder ataques criminales. Ahora murió un marino por aplicar el manual de uso de la fuerza. Lo que viene es que las fuerzas de seguridad van a dejar actuar con impunidad a los grupos criminales, para que no haya acusacione­s de violación de derechos humanos.

Política para dummies: La mala política suele repetirse más cuando se recuerdan los hechos, no cuando se olvidan.

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