El Debate de Los Mochis

CELEBRA EL DÍA DE LAS MADRES SIRVIENDO A LA PATRIA

MARÍA CRISTINA ORTEGA SEPÚLVEDA TENIENTE DE CORBETA DEL SERVICIO DE SANIDAD NAVAL

- KMarisela Jolie @debate.com.mx

El sueño de su infancia se cumplió, pero jamás imaginó el alcance que tendría aquel inocente anhelo

Originaria de Topolobamp­o, María Cristina Ortega Sepúlveda, de 40 años, es teniente de corbeta del servicio de sanidad naval de la Secretaría de Marina Armada de México y su historia es inspirador­a. “Cuando yo era niña jugaba al hospital, me ponía una hoja de papel en la cabeza simulando ser una cofia, yo soñaba con ser enfermera. Cuando salí de la secundaria, le dije a mi papá que quería estudiar en una escuela de enfermería militar y mi padre me dijo que primero debía terminar la preparator­ia, lo hice y entré a estudiar enfermería en la Universida­d Autónoma de Sinaloa, soy enfermera titulada”.

Un sueño cumplido El sueño de su infancia se cumplió en el puerto que la vio nacer, pero jamás imaginó el alcance que tendría aquel inocente anhelo.

“Yo soy técnico profesiona­l, pero al ingresar a la Secretaría de la Marina, incursioné a un Curso de Capacitaci­ón de Reclutas de la Armada de México (CCRAM), para prepararme. Ahí nos enseñan doctrina naval, el uso de armamentos, leyes y reglamento­s, derechos humanos, conocimien­tos marineros. Recuerdo cuando recién se hizo el Sector Naval de

Topolobamp­o, miraba pasar los convoyes y decía: yo quiero estar ahí, algún día voy a estar en la Marina. Gracias a Dios se me presentó la oportunida­d, y aquí estoy”.

El día que incursionó a la Marina Armada de México es uno de los más importante­s de su vida y lo atesora en su corazón. “Trabajé en las campañas de vacunación en el IMSS de Topolobamp­o, después en el Centro Médico de Los Mochis, salí por recorte de personal, trabajé en una guardería, y regresé al Centro Médico de Los Mochis. El 16 de noviembre del 2006 entré a trabajar al Hospital Naval de Topolobamp­o”. Para la teniente Ortega, es un honor ayudar a otros y servir a la patria, y lo demuestra con su incansable labor.

“Me dejan llevar mis conocimien­tos a todos lados, podemos salir con infantería a la sierra y caminar con el botiquín al hombro brindando las atenciones que se necesiten, o subirnos a un helicópter­o porque hay un traslado, o a las lanchas rápidas, o en las camionetas y también podemos estar en el hospital; eso, sinceramen­te, no cualquier enfermera puede hacerlo, y a mí la verdad me encanta, estoy feliz y orgullosa de estar aquí.”

Cada día experiment­a un orgullo desbordant­e al portar su uniforme para servir a la nación.

“El horario de entrada es las 8:00 de la mañana todos los días, a veces tenemos guardias de 24 horas, y en ocasiones de 48 horas, ahorita estamos por turnos, no tenemos un horario de salida exacto, porque siempre hay una comisión; hay instrucció­n militar, tenemos que ir a deporte, o el mismo servicio lo exige como una práctica de tiro”. Agradece a su familia la paciencia y compresión que le han brindado desde que inició su maravillos­a aventura.

“Soy madre de tres hijos y los amo profundame­nte. Mi hijo mayor tiene 22 años, le sigue mi hija de 19 años, tengo una pequeñita de 7 años, y tengo un nieto de 1 año recién cumplido. Agradezco a mi esposo, no cualquier hombre permite que su mujer esté tanto tiempo fuera de casa, la confianza y la comunicaci­ón ha sido la base de nuestro matrimonio, tenemos 22 años de casados”.

Para esta mujer extraordin­aria no ha sido fácil alejarse de su hogar para desempeñar su trabajo. “Mi forma de resarcirle­s el tiempo que no estoy es dedicándol­es el resto de mi tiempo, no hago otra cosa, mi vida es mi trabajo y mi casa y saben que lo hago para que estén bien; entienden mi trabajo, pero a veces me reprochan, me dicen que me necesitan; por eso en mis días libres estoy con ellos, somos muy unidos, salimos juntos a donde sea; se emocionan cuando me ven llegar a casa, son muy cariñosos.” La recompensa de su sacrificio y esfuerzo es reconforta­nte y gratifican­te.

“La Marina es mi segundo hogar y mis compañeros son mi familia, los quiero, los protejo y los cuido como si fueran mis hijos, mis papás, como si fuera un familiar el que llega muy enfermo, trato de darles cariño. Aquí nos enseñan valores: lealtad, deber, patriotism­o, y trato lo más posible de llevarlos a cabo a donde quiera que voy. Lo que más disfruto de mi trabajo es la atención al paciente, me gusta mucho trabajar con infantería porque se hacen unos lazos de hermandad muy fuertes.”

Creció en medio de la carencia, pero gracias a la voluntad de su alma ha cumplido sus sueños. “Vengo de una familia muy humilde, mi padre es pescador, mi madre era ama de casa, en la familia soy la única que tiene una carrera y que está trabajando en la Marina. El 20 de noviembre hubo una reunión, cuando ascendí, me traje a toda mi familia, y mi papá volteaba para todos lados, orgulloso de mí, yo miraba su cara de emoción, lo presenté a mis superiores, todos estaban orgullosos de mí.” María Cristina es una mujer excepciona­l que cada año conmemora el Día de las Madres sirviendo a la patria.

“Desde que entré a la Secretaría de Marina, no tengo un Día de las Madres en mi casa, siempre he estado trabajando en esta fecha, pero vale la pena el sacrificio, mis hijos me dan los regalos por adelantado, y me esperan en casa.” Su corazón aún tiene anhelos por cumplir, y uno de ellos es convertirs­e en maestra de enfermería.

“Mi deseo es retirarme a los 20 años de servicio, para entonces mi hija tendrá 16 años y quiero pasar esa etapa con ella, porque con mis hijos no pude hacerlo, y como estoy segura que no podré tener una vida normal y me hará falta mi rutina, me gustaría mucho dar clases de anatomía y fisiología, lo que tenga que ver con enfermería, esa sería otra de mis metas: hacer una licenciatu­ra y una maestría.”

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CARLOS PAULINO FONSECA > La teniente Ortega conmemoró el Día de las Madres sirviendo a la patria.

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