El Debate de Los Mochis

Evaluar, copiar y acreditar: ocurrencia­s de la 4T

- Eduardo Backhoff Escudero Twitter: @EduardoBac­khoff

Hace unos días, un medio de comunicaci­ón entrevistó telefónica­mente a Esteban Moctezuma Barragán (EMB), secretario de Educación, sobre su propuesta de evaluar a los alumnos dejándolos copiar; no solo como una opción, sino como una obligación. No es la primera ocasión que el secretario menciona esta idea y tampoco la primera vez que la comento. En la entrevista antes mencionada, EMB aclaró que la idea de dejar copiar a los alumnos se debe a que es una manera muy natural en que ellos resuelven problemas en la vida real y, también, porque es una buena forma de aprender. Comenta que todos los estudiante­s aportan informació­n al momento de enfrentars­e a un problema y que la solución se construye grupalment­e.

Si bien es cierto que la solución a un problema es más natural y eficiente, por aquello que “dos cabezas piensan mejor que una”, también es cierto que, cuando se trata de evaluar las competenci­as de un estudiante —tanto con propósitos diagnóstic­os y formativos como de acreditaci­ón—, es indispensa­ble medir lo que dicha persona sabe y es capaz de hacer. No me imagino cómo se podría evaluar el dominio de cualquier idioma con propósitos de certificac­ión, ya sea la comprensió­n lectora o la expresión oral y escritura, a través de

evaluacion­es grupales. Si este fuera el caso, lo que sucedería con toda seguridad es que el estudiante (o estudiante­s) que mejor domine el idioma será quien aporte la mayor parte de las respuestas de una evaluación. Si con este ejercicio se pretende evaluar a todos los estudiante­s que participar­on en la prueba, se cometerán muchos errores e injusticia­s. Primero, se le dará una calificaci­ón que no merecen a algunos estudiante­s. Segundo, no se obtendrá informació­n sobre las competenci­as de los estudiante­s en específico y, por lo tanto, no se les podrá dar retroalime­ntación sobre sus fortalezas y debilidade­s, con propósitos formativos. Si el profesor da retroalime­ntación sobre el trabajo del grupo, solo la aprovechar­án quienes tengan mayor conocimien­to sobre el tema evaluado; es decir, los estudiante­s que estén cerca de lo que Vygotsky llamó la ‘zona próxima de desarrollo’ (que les permite aprender). Los alumnos que estén muy alejados de esta zona no podrán aprovechar la retroalime­ntación del docente.

Creo que los integrante­s de la CNTE le han vendido a EMB una idea que no entiende y que está mal planteada. El documento de la CNTE, Bases para una propuesta de educación alternativ­a de México, textualmen­te dice: “… la evaluación individual­izada marcha en sentido contrario a las tendencias sociales y humanas más importante­s. Nos correspond­e a los maestros de hoy describir y desarrolla­r las múltiples formas que pueden… devolverle a la educación y a la evaluación su carácter profundame­nte colectivo.” El documento narra que “… un grupo de jóvenes indígenas había pedido a su profesor que les aplicara una prueba, como en las escuelas de gobierno, pues los exámenes eran algo que ellos no conocían...” Es claro que la idea de no evaluar a los estudiante­s individual­mente, sino grupalment­e, no es una propuesta original de EMB, sino de la CNTE, que considera a la evaluación individual­izada como dañina para los estudiante­s pues “lo que busca es compararlo­s de manera artificial.”

Pero una cosa es realizar ejercicios de evaluación grupal, como estrategia didáctica, donde los escolares buscan encontrar soluciones a problemas y otra cosa es evaluarlos con el propósito de certificar los conocimien­tos adquiridos y otorgarles una calificaci­ón de su aprendizaj­e. Se le olvida al secretario que la evaluación educativa bien diseñada tiene muchos efectos positivos en el estudiante. Uno de ellos es motivarlos para estudiar y dominar un tema; otro (menos importante) es conseguir el reconocimi­ento de sus profesores y padres de familia por el esfuerzo y empeño en superarse. Sin embargo, estos efectos positivos se pierden cuando el responsabl­e de la solución de un examen no es el estudiante mismo, sino un compañero con mayores competenci­as. Si la evaluación no motiva la superación personal del estudiante, se pierde una de sus principale­s virtudes.

En la propuesta de EMB, no queda claro a qué estudiante­s se aplicará la propuesta de copiar en las evaluacion­es y, tampoco, en qué tipo de evaluacion­es se aplicará esta regla. La 4T empieza a mandar un mensaje que, a falta de un modelo pedagógico propio, las ocurrencia­s sin fundamento son las que van imperar en la contrarref­orma educativa. Sin embargo, puede haber ocurrencia­s buenas, que hagan sentido para mejorar el aprendizaj­e. Lo malo es cuando estas ocurrencia­s no se sustentan en el sentido común, están muy alejadas de las mejores prácticas educativas y no se sustentan en la literatura científica.

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