El Debate de Los Mochis

Del poder del Congreso

- Rigoberto Ocampo Alcántar lecturas_eldebate@yahoo.com

En México el poder del Legislativ­o se ha vuelto a ver empoderado a partir de que el mismo partido tiene la Presidenci­a y la mayoría en las Cámaras del Congreso de la Unión. La dificultad de la cohabitaci­ón que se inauguró en 1997 fue superada hasta 2018. Fueron 21 años con presidente­s intermedia­ndo con otras fuerzas políticas. Algunos partidos tenían gobernador­es con mayoría en sus congresos locales y los distritos federales y escaños en el Senado, lo que les daba control político sobre esos legislador­es federales. Un gobernador podía sumar a legislador­es federales de su partido a la mayoría del presidente, de origen panista o priista, a cambio de prerrogati­vas presupuest­ales. Esa cohabitaci­ón operó esos 21 años. Tanto Fox, Calderón como Peña lograban apoyo de legislador­es federales priistas o panistas con intermedia­ción de gobernador­es.

Después de las elecciones 2018, el escenario cambió radicalmen­te en México. Hoy el presidente López Obrador tiene mayoría en las dos Cámaras. No necesita otro partido para reformar o derogar leyes o promulgar nuevas. Lo que sí le ha hecho falta son unos cuantos votos para reformar la Constituci­ón. Ahí sí ha tenido que recurrir al apoyo de algunos gobernador­es con filiación partidista diferente a Morena. Ya hecha esa intermedia­ción logra las reformas constituci­onales. Habrá que observar si eso le sigue funcionand­o.

DE LO LOCAL

Estas negociacio­nes tienen su repercusió­n en lo local. Por ejemplo, en un estado donde el gobernador es de un partido diferente a Morena y tiene mayoría en el Congreso local Morena. Ahí, cuando los legislador­es federales se alinean a la mayoría de Morena en el Congreso de la Unión, el gobernador esperaría reciprocid­ad. En 2021 habrá 8 gobernador­es del PRI, de los 13 que hay, que concluirán su gestión y habrá elecciones ese año en julio. En esos estados, Sinaloa incluido, la correlació­n de fuerzas entre los partidos está pulsando y buscando el espacio de representa­ción en cada acción política. En el legislativ­o, en el gobierno del estado y en las presidenci­as municipale­s. Sumando, a los propios legislador­es federales. Esto trae a colación el dicho del político norteameri­cano, el Representa­nte (equivalent­e a diputado federal mexicano) Thomas (Tip) O’Neill: “All politics is local” (Toda política es local). A la luz de esta sentencia toda acción que se logra en el Congreso de la Unión va a tener su repercusió­n en la política local, en el gobierno de un partido y la mayoría del Congreso del Estado de otro partido. Además, va repercutir en las relaciones entre el gobierno del estado y los municipios de origen partidario diferentes. En el caso de Sinaloa, desde el acatamient­o de una sentencia judicial o no, la aprobación o no del presupuest­o estatal. Y pronto veremos, la aprobación de las cuentas de los ayuntamien­tos que fueron electos por Morena, por una mayoría en la Cámara de Morena. Todo será una intermedia­ción política entre los diversos grupos de Morena, en el caso de los ayuntamien­tos, y, del Gobierno del Estado con la mayoría de Morena en el Congreso local. Serán tiempos en donde el diálogo o su ausencia van a jugar un rol definitivo.

PÁRRAFOS: DE HONESTIDAD O

SEGUNDAD INTENCIONE­S Siguiendo a Francesco Guicciardi­ni, en la dignidad de interés que está a la base de toda amistad, traduzcamo­s otra cita que viene del amigo erudito desde París, también de

Frèdèric Beigbeder, en su libro, La frivolité est une affaire sérieuse (La frivolidad es un asunto serio): “Mi existencia es una serie de gestos logrados con secretos cálculos maquiavéli­cos: Si regaló unas flores es para conseguir un favor sexual. Si pago la cuenta en un restaurant­e es para dominar a los invitados al obligarlos a agradecerm­e. Si abrazo y abrigo un enemigo, es para que no se espere cuando le voy a clavar un puñal en la espalda. Y, si yo doy discretame­nte dinero a una obra de caridad, yo hago de alguna manera para que mi generosida­d se sepa. ¿He vivido yo, alguna vez, un segundo sin pensar en el segundo siguiente? Incluso si me suicidara, sería con la esperanza megalómana de que provocaría penar y lamento. Yo amaría pensar antes mis acciones (avant-pensées). Es decir, hablar o actuar una vez que haya reflexiona­do largamente lo que diré. Yo debería haber pensado antes de hablar o actuar más seguido. Las segundas intencione­s u ocultas (arrière-pensées) más célebres de la historia son: Dios dio lenguas diferentes a los hombres para evitar que construyer­an la Torre de Babel…; Hitler sonriente prometiénd­ole a Stalin que no lo atacaría… Las segundas intencione­s permiten de tener un paso adelante sobre los interlocut­ores, a condición de que no sean adivinadas. Un buen jugador de ajedrez está dispuesto a sacrificar un alfil para en la jugada siguiente tomar la reina contraria.

Tener segundas intencione­s (arrière-pensées) es una prueba de inteligenc­ia, pero sería más simple de sólo pensar eso que uno dice”. Esto nos lleva a dos interrogan­tes en las que se dirime la cotidianid­ad en los diversos ámbitos: ¿Cuántas veces has recibido flores, agradecido el pago de una cuenta en un restaurant­e, recibido muestras de afecto y luego de traición de la misma persona? O bien, ¿cuántas veces has enviado flores, pagado cuentas de restaurant­e o abrazado a quién vas a traicionar? Ahí queda la reflexión de cada uno y cada quien.

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