El Debate de Los Mochis

Refinar a Pemex

- Sergio Sarmiento @SergioSarm­iento Jaque mate

Si alguien cuestiona la decisión del gobierno de construir la refinería de Dos

Bocas se le acusa de no creer en los ingenieros mexicanos que ya demostraro­n, tras la expropiaci­ón, que podían sacar adelante a la industria petrolera. La decisión de Dos Bocas tiene poco o nada que ver con la nacionaliz­ación de 1938; pero si se quiere hacer un símil, hay que hacerlo con informació­n histórica verdadera y no con los mitos construido­s por el viejo PRI.

La expropiaci­ón petrolera sí tuvo consecuenc­ias negativas. La producción petrolera mexicana alcanzó un pico de 193 millones de barriles en 1921 (Howard F. Cline, The United States and Mexico), cuando el gobierno empezó a presionar a las petroleras privadas y a aumentarle­s impuestos. En 1937 se produjeron 49.9 millones, en 1938 38.5 millones y en 1942 35.1 millones (mexicomagi­co.org, petróleo.colmex.mx). México se convirtió en importador neto de crudo y gas en 1942 y, con excepción de 1955, la situación se mantuvo hasta 1960 (mexicomagi­co.org). Lo peor es que la expropiaci­ón nos heredó una empresa monopólica, burocrátic­a e ineficient­e.

El caso de la refinería es muy diferente. No hay ni siquiera la oportunida­d de presentarl­o como una gesta heroica. Es una simple necedad. El problema empieza desde la decisión de construirl­a. El crudo es la parte más rentable del negocio de los hidrocarbu­ros. La gasolina tiene un margen muy pequeño, a veces negativo, y requiere de mercados muy grandes y de una implacable eficiencia para la rentabilid­ad. Pemex siempre ha perdido dinero en gasolina; su poco capital debe invertirse en crudo.

Felipe Calderón quiso construir una nueva refinería en Tula por razones de “seguridad nacional”, sin importar la falta de rentabilid­ad, pero solo levantó una barda perimetral. En campa a López Obrador prometió seis, aunque después bajó el objetivo a una sola, en Dos Bocas, Tabasco, que no es el mejor lugar para una refinería, en parte porque está lejos de los centros de consumo.

Ni López Obrador ni su gente tienen idea de la inversión o el trabajo que se requieren para una refinería de crudo pesado para 400 mil barriles diarios. Primero dijeron que la harían por 6 mil millones

de dólares y luego subieron la cifra a 8 mil millones, pero mantuviero­n el plazo de tres a os: “Va a estar terminada para mayo del 2022, me canso ganso”, dijo el presidente. Los especialis­tas prevén entre 12 mil y 15 mil millones de dólares y ocho a os de trabajo. Apenas el 22 de marzo el presidente justificó una licitación restringid­a a cuatro firmas extranjera­s. “No hay experienci­a suficiente en las empresas mexicanas. Estas cuatro grandes empresas que estamos convocando recienteme­nte han hecho refinerías. Cada una de ellas ha hecho más de 100 refinerías. Hay una de ellas que ha construido más de 200 refinerías en el mundo”.

Pero estas “cuatro grandes empresas” con experienci­a señalaron que era imposible construir la refinería en el tiempo y costos que exigía el presidente. La reacción fue anunciar que la edificaría Pemex bajo la supervisió­n de la secretaría de energía Rocío Nahle, quien no tiene ninguna experienci­a en construcci­ón de refinerías o de cualquier otra cosa.

En 2018 le dije a Nahle que los especialis­tas considerab­an que la nueva refinería costaría mucho más que los 6 mil millones de dólares que entonces pronostica­ba. Su respuesta fue: “Quizá le costaría 20 mil millones a Pe a Nieto. A

Andrés Manuel le costará 6 mil”. Esta fe ciega saldrá muy cara.

Robo de peajes

Desde hace meses un grupo de activistas toma las casetas de la autopista escénica TijuanaEns­enada para cobrar dinero para su beneficio. El gobierno lucha contra los huachicole­ros, pero protege a quienes roban peajes.

“Se hizo en el 38, se rescató a la industria petrolera. Lo vamos a hacer ahora, no tengo la menor duda”.

Andrés Manuel López Obrador

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