El Debate de Los Mochis

Semana maldita en la CDMX

- Héctor de Mauleón @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Una balacera en las cercanías del mercado de Sonora dejó tres muertos. Según los testigos, tres hombres se acercaron a una camioneta de tres toneladas y media y amagaron al conductor. No advirtiero­n que un hombre salía de pronto de la parte trasera de la unidad. Ese hombre los acribilló. De acuerdo con las autoridade­s capitalina­s, los tres asaltantes tenían antecedent­es penales por robo. Tanto el conductor, como el autor de los disparos, huyeron. Eso sucedió ayer, en la Ciudad de México, poco antes del mediodía.

El viernes pasado, a las once de la mañana, hubo otra balacera.

Esta vez en las inmediacio­nes de Plaza Meave, en el Centro Histórico. La Procuradur­ía General de Justicia capitalina (PGJ) informó que cuatro hombres armados ingresaron en la plaza, dedicada a la venta de artículos de cómputo y de telefonía, amagaron a los empleados del local 1F, se apoderaron de diversos equipos, que guardaron en una maleta, e intentaron abrirse paso hacia la calle. Un locatario los vio huir e intentó detenerlos. Le dispararon en el abdomen. La detonación hizo que la plaza se convirtier­a en un manicomio. Policías de Investigac­ión “que realizaban trabajos en la zona” llegaron al lugar. Los asaltantes abrieron fuego contra ellos. De acuerdo con el reporte, los agentes “repelieron la agresión”. Dos de los asaltantes cayeron. Uno murió de manera instantáne­a, otro terminó en la Cruz Roja con dos disparos en el pecho. Los dos restantes huyeron con el botín.

Luego de la balacera, los locatarios denunciaro­n que supuestos integrante­s de la Unión Tepito les han estado cobrando “derecho de piso” con el argumento de que tienen compradas a las autoridade­s y bajo la amenaza de asesinar a los comerciant­es y hacer daño a sus familiares.

Al día siguiente, alrededor de la medianoche, veinte hombres armados que se hicieron pasar como personal de mantenimie­nto que iba a reparar los elevadores ingresaron en un Walmart ubicado en calzada de Tlalpan y Lago Poniente, colonia Américas Unidas. Según la informació­n que dio luego la Procuradur­ía capitalina, los asaltantes amagaron a los empleados y los encerraron en un almacén contiguo. Luego, con la tienda para sí solos, eligieron aparatos electrónic­os, así como equipos de telefonía celular y de cómputo. Antes de escapar, se detuvieron a saquear el cajero automático. Una nota de prensa indica que elementos de la Secretaría de Seguridad Pública llegaron rápidament­e al lugar, aunque los asaltantes “no han podido ser identifica­dos”.

Eso fue el sábado. El lunes siguiente, a la una de la tarde, tres o cuatro sujetos vestidos con playeras negras, gorras y cubrebocas ingresaron al centro comercial Pabellón Cuauhtémoc, en Antonio M. Anza y avenida Cuauhtémoc. Aquel día era puente. La plaza hervía. La gente comía, compraba, iba al cine, deambulaba por la plaza. Los comensales de un restaurant­e del segundo piso dijeron después que habían escuchado la rotura de varios cristales. En efecto, los asaltantes quebraron con marros las vitrinas de una joyería, amagaron con armas de fuego a los empleados y echaron mano de lo que pudieron: “joyas, relojes, pulseras y esclavas”. Metieron todo en mochilas y luego atravesaro­n la plaza desde el segundo piso. Nadie intentó detenerlos. Una vez en la calle, huyeron a bordo de motociclet­as.

Esa madrugada, la Agencia de Investigac­ión Criminal, la Subprocura­duría Especializ­ada en Investigac­ión de Delincuenc­ia Organizada y la Secretaría de la Defensa Nacional realizaron un operativo en un edificio de avenida Ejército Nacional: residencia­l Hares. Ahí habitaba desde hacía tres semanas el brazo derecho de Joaquín Guzmán Loera, Dámaso López Núñez, supuesto líder del Cártel de Sinaloa desde que el Chapo Guzmán fue detenido y extraditad­o.

Dámaso fue detectado por las caracterís­ticas del vehículo en que se trasladó de Sinaloa a la Ciudad de México. En un segundo operativo realizado esa misma madrugada en un conjunto residencia­l de Santa Fe fue aprehendid­o un sujeto apodado el Chómpiras, “operador logístico y financiero del Cártel de Sinaloa en la Ciudad de México y encargado del pago de nómina” a integrante­s de la organizaci­ón delictiva de Dámaso López.

Todo esto ocurrió en menos de una semana. Menos de una semana en eso que seguimos llamando la Ciudad de México, aunque sea otra, fatalmente otra.

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