El Debate de Los Mochis

Evangelina Rubio, maestra con 42 años dedicada a la docencia

Evangelina Rubio Sandoval, una profesora que descubrió inesperada­mente su vocación por la enseñanza Su vocación le permitió cumplir su meta: fundar su propia institució­n educativa en Los Mochis

- KMarisela Jolie @debate.com.mx

Evangelina Rubio Sandoval tiene 58 años de edad y toda una vida dedicada a la docencia. Una profesora entrañable que descubrió inesperada­mente su vocación por la enseñanza. Su deseo de la infancia era estudiar medicina, pero sus padres no podían solventar ese sueño.

“Yo no decidí ser maestra, yo quería ser médico, pero mis padres no podían darme esa carrera. Mi padre era albañil y terminó siendo un reconocido contratist­a, y mi madre, a pesar de que estudió hasta cuarto año de primaria, tuvo la oportunida­d de estudiar la carrera de enfermería por correspond­encia”.

Lucha incansable

Sus padres le propusiero­n estudiar otra carrera y así lo hizo, hasta que el destino la llevó a las aulas a descubrir su verdadera vocación.

“Empecé a estudiar para contador privado cuando el profesor Manuel Meza Echave, mi supervisor escolar, descubrió en mí la vocación de maestra y me dio una oportunida­d. En una ocasión me pidió que aplicara un examen y en realidad era una prueba. Yo no sabía que el director me estaba checando. En un descuido, yo les pedí a mis compañeros que me apoyaran y les prometí ayudarles con la calificaci­ón, y lo hicieron, eran más de 50 alumnos de mi edad, y se portaron muy bien”. Después de esa hazaña, le ofrecieron una plaza como maestra de primaria con el compromiso de inscribirs­e en el Centro Escolar de Capacitaci­ón del Magisterio.

“A los 16 años inicié mi carrera como maestra normalista en el Centro Escolar de Capacitaci­ón del Magisterio, comencé en Culiacán y terminé en Los Mochis; el siguiente año me fui a estudiar la licenciatu­ra en Psicología Educativa en Nayarit y posteriorm­ente ingresé a la Universida­d Pedagógica Nacional a estudiar la licenciatu­ra en Educación Básica”. Y mientras estudiaba en Culiacán le hicieron una propuesta que cambió su vida.

“Me preguntó el supervisor si me gustaría trabajar de maestra, yo acepté, y me enviaron a San Marcial como maestra de primero, segundo, tercero y cuarto de primaria. Me quedaba toda la semana y regresaba a casa los fines. Me llevaban en burro, en caballo o en carreta para tomar el tren porque cuando llovía no se podía salir tan fácilmente y el camión tenía dos corridas nada más al día. Sufrí porque me privé de todas las comodidade­s que tenía en casa, pero aprendí de personas lindas que me cuidaron y valoraron”. Así empezó su historia en la docencia. Su vocación le permitió cumplir su meta: fundar su propia institució­n educativa. “Trabajé dos años en San Marcial, después trabajé en el ejido Norotillos, en el ejido Caimanero; me casé y trabajé en Topolobamp­o; luego en Los Mochis, en la Rosendo G. Castro, en la María Elvira Delgado de Calderón; estando ahí, crean el Colegio Nueva Senda y ahí trabajé 9 años. Después de eso, empecé con la Universida­d Pedagógica Infantil, hoy Instituto Pedagógico Infantil, lo fundé en 1999”.

Luego de 28 años impartiend­o clases se jubiló como maestra, pero jamás se alejó de las aulas.

“Dejé las aulas en 2004, cuando me jubilé como maestra. Estuve 28 años trabajando en las aulas y continué como directora en el Instituto Pedagógico Infantil, y hasta a fecha. Lo que más disfruté mientras estuve en las aulas fue el cariño que me brindaron. Es muy gratifican­te encontrarm­e a mis alumnos y saludarlos en sus distintos oficios y profesione­s. Lo más satisfacto­rio es que exalumnos tienen a sus hijos en el Instituto”.

Una guía

Aunque ser maestra a su corta edad no fue fácil, en el camino de la enseñanza tuvo quien guiara su andar.

“Recuerdo cuando yo empecé a los 16 años carecía de mucho conocimien­to. No sabía ser maestra, pero Trinidad Quevedo, una maestra de Mazatlán, ya grande, me apoyó mucho; me dijo: tú traes la vocación de la docencia, pero cuando lleguen a tus aulas alumnos que no puedan o no quieran aprender por problemas de aprendizaj­e o familiares, debes darles mucho amor y cariño porque vas a estar formando seres seguros de que existe alguien capaz de quererlos, y el conocimien­to lo van a buscar cuando ellos lo necesiten, y lo puse en práctica”. Con cariño y compromiso, a lo largo de sus 42 años de servicio la maestra Evangelina ha dejado huella en la vida de sus alumnos.

“Yo amo esta profesión y me siento bendecida por ser maestra, la docencia se merece respeto, porque yo creo que todos tuvimos por lo menos algún excelente maestro que nos aportó bastante.” Si logras transforma­r la vida de una persona, influir positivame­nte en ella, tu vida tuvo sentido. Hay algo que siempre me gustó decirle a los chicos, que se grabaran lo que querían ser a futuro, y no desistiera­n, porque algún día iban a conseguirl­o, los enseñaba a visualizar porque la parte emocional es muy determinan­te en lo que podemos lograr”.

Metas pendientes

Y dice que aún le quedan metas por cumplir.

“He tenido la oportunida­d de formar a tres hijos y una sobrina, los cuatro tienen una carrera, ya están casados y tengo 10 nietos. Ya me siento en el atardecer, pero me siento muy contenta con lo que estoy haciendo. Estoy luchando por crear una asociación civil para ayudar a los más necesitado­s. La meta más importante en la que estoy trabajando es llevar al Instituto Pedagógico Infantil a ser la mejor institució­n educativa de la región en la calidad y calidez que les damos a nuestros alumnos”.

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FOTO: CORTESÍA > Evangelina Rubio Sandoval.

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