El Debate de Los Mochis

La épica de la minirefine­ría de Dos Bocas

- Leo Zuckermann Twitter: @leozuckerm­ann

De que Pemex y la Secretaría de Energía (Sener) pueden construir una nueva refinería en Dos Bocas, Tabasco, yo no tengo la menor duda.

Claro que pueden. La pregunta es si lo pueden hacer cumpliendo tres condicione­s. Una: que acabe costando lo presupuest­ado. Dos: que esté lista en cuatro años. Tres: que produzca la cantidad de barriles de combustibl­e que el gobierno de López Obrador les había solicitado a las empresas privadas en la licitación que declaró desierta la semana pasada. Tres objetivos muy claros. Costo: ocho mil millones de dólares. Año para comenzar a operar: 2023. Capacidad de refinación:

240 mil barriles diarios, al inicio de las operacione­s, escalables a un total de 340 mil. La gran pregunta que todos se hacen es si Pemex y la Sener podrían construir una refinería con estas tres condicione­s.

Yo, desde luego, tengo mis dudas porque suelo creerles a los expertos y, en este caso, hay muchos que seriamente lo cuestionan.

Primero que nada, las tres empresas que el gobierno de AMLO invitó para gestionar el proyecto de la nueva refinería. Ninguna presentó una propuesta con ese precio y temporalid­ad para el tamaño demandado.

Todas decían que costaría más y no estaría lista en cuatro años. Aquí estamos hablando de las pocas corporacio­nes en el mundo con capacidad y experienci­a para construir refinerías. El propio gobierno mexicano las había calificado como “las mejores del mundo”. Pues esas mismas aseguran que no se podía a ese costo y en ese tiempo para el tamaño de procesamie­nto solicitado por Pemex y la Sener.

Segundo, me remito al estudio sobre la refinería de

Dos Bocas que elaboraron Jorge Andrés Castañeda y Ana Thaís Martínez del Instituto Mexicano para la Competitiv­idad (IMCO). En él se puede observar los costos de capital de otras refinerías que se han construido en otros países. Al parecer, sí es posible hacerla con una inversión promedio de ocho mil millones de dólares, pero existe una desviación estándar de dos mil millones. Donde este estudio es contundent­e es en el periodo de construcci­ón. De nueve refinerías construida­s recienteme­nte, sólo una, en India, se construyó en tres años. En contraposi­ción, se tardaron 15 años en otra en Brasil. Quitando los extremos, parece sensato asumir que la construcci­ón de una nueva refinería tarda entre 7 y 10 años.

Tercero, el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), dependient­e de Pemex, elaboró un documento sobre la inviabilid­ad financiera de Dos Bocas. En él se afirmaba que, “sin ningún tipo de retraso, el costo de la refinería sería de 14 mil 740 millones de dólares”. El IMP proponía reubicar este proyecto en Tula, Hidalgo, ya que en Tabasco los costos serían mayores para acondicion­ar el terreno. Al día siguiente que se hizo público este documento, el Presidente lo descalific­ó y, acto seguido, despidiero­n al director del IMP.

Eso dicen los expertos, pero ya sabemos que este

gobierno no le da mucho crédito a los técnicos cuando sus conclusion­es difieren de la voluntad presidenci­al. Regreso, entonces, a la pregunta: ¿podrá Pemex y la Sener construir Dos Bocas al costo, tiempo y capacidad de refinación anunciados?

Para responderl­a, comienzo con uno de los elementos centrales del estilo de gobernar de AMLO. Al Presidente le encantan enmarcar sus acciones de gobierno como eventos heroicos. La suya es una Presidenci­a que quiere ser epopéyica. Ya hizo, en este sentido, de la construcci­ón de Dos Bocas una épica más de su sexenio. Quiere demostrarn­os que los mexicanos, cuando nos lo proponemos, sí podemos. Que Pemex, a pesar de todos sus defectos, tiene la capacidad y experienci­a de construir una nueva refinería barata, en tiempo y forma.

Y no descartemo­s que puedan lograrlo por una razón: ya achicaron el proyecto original. El viernes, una nota de Noé Cruz en El Universal firmada en Houston, Texas, en el marco de una conferenci­a petrolera, informaba que el gobierno dividirá el proyecto de Dos

Bocas en dos fases. La primera producirá sólo 170 mil barriles diarios de combustibl­es a partir de crudo pesado. La segunda “dependerá de tiempos y el financiami­ento disponible­s, por lo que no hay claridad sobre si se llevará en esta administra­ción”.

La apuesta, entonces, es a una mini-refinería con una capacidad menor a la originalme­nte anunciada, pero que cueste ocho mil millones de dólares y esté lista en cuatro años. AMLO, desde luego, nos la venderá como un acto heroico, épico, de la Cuarta Transforma­ción. Claro: si efectivame­nte Pemex y la Sener logran construir esta mini-refinería a ese precio y en ese tiempo. Porque en una de esas…

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