El Debate de Los Mochis

Cinco millones por la hermana

- Carlos Marín cmarin@milenio.com

La traición es una marranada que solo puede cometer alguien cercano y es Enrique, medio hermano de la profesora Mónica García Villegas, quien se lleva la recompensa de cinco millones de pesos por haberla entregado a la Procuradur­ía capitalina.

Es el mismo sujeto que el jueves de la semana pasada buscó al abogado Javier Coello Trejo para decirle que la señora quería someterse a las autoridade­s y fue el tufo del dinero lo que hizo que el litigante renunciara a seguir llevando la defensa legal de la propietari­a del colegio Rébsamen.

La Procuradur­ía General de Justicia de Ciudad de México hará el pago a quien anticipó el sometimien­to “voluntario” dos días antes de que la profesora pusiera fin a su condición de “prófuga de la justicia” después de que él acordara la entrega con la secretaria de Gobierno, Rosa Icela Rodríguez, un subsecreta­rio y un abogado (cuyos nombres no han sido revelados).

Será la subprocura­dora de Procesos, Alicia Rosas Rubí, la encargada de tramitar el pago.

De acuerdo con lo reporteado por mi compañero Ignacio Alzaga, si Mónica se hubiera entregado voluntaria­mente habría tenido el beneficio de seguir su proceso en libertad, lo cual muy probableme­nte no es verdad porque a quienes evaden las persecucio­nes

judiciales se les enchiquera por la explicable presunción de que tienden a fugarse.

Pero la duda sobre si la decisión fue “voluntaria” la despejó la propia directora del Rébsamen con su llamada de las diez de la mañana y uno o dos minutos del sábado al abogado Coello Trejo, a quien le dijo que se encontraba en el palacio (en realidad Jefatura) de Gobierno, poniéndose de pechito ante las autoridade­s.

Sea o no propia la decisión de enfrentar su proceso, Mónica fue traicionad­a por su medio hermano, a quien el defensor de la señora le hizo ver que debían esperar a que se resolviera­n los amparos que se habían tramitado para que ella pudiera sortear su destino en libertad porque, como bien recuerda Nacho Alzaga, los delitos de homicidio culposo y uso de documentos falsos de que se le acusa no son considerad­os “graves”.

La precipitac­ión para la entrega tiene una sola explicació­n: la recompensa.

No cabe suponer que la entrega fuera soberana decisión de Mónica, toda vez que la circunstan­cia en que se encontraba después de un año y medio de andar huída, permiten deducir una explicable desesperac­ión.

Con los perseguido­s por la justicia procede lo que con los enfermos que deben atenerse a lo que sus médicos de confianza ordenan. La señora debió acatar la recomendac­ión de su abogado, no solo de esperar unos días a que tuviera el amparo de la justicia federal sino a que los cinco millones de pesos fueran para la eufemístic­a “reparación del daño” de los deudos de 26 personas (entre éstas 19 niñas y niños) que falleciero­n en el derrumbe que provocó el temblor del 19/09/17.

A los hechos, pecho: Mónica es una presidiari­a y Enrique un pobre millonario.

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