El Debate de Los Mochis

Entrega, mentiras y videos

- Carlos Marín cmarin@milenio.com

Cuando me inicié en el ejercicio periodísti­co (febrero de 1969), me contaron que hubo un diario llamado La Capital que un día tituló así su nota principal: Mató a su madre sin causa justificad­a.

Además de ingeniosa y sorprenden­te, la frase tenía el mérito de sugerir que algunos asesinatos filiales pueden tener una (desde luego siniestra) razonable excusa. Recuerdo aquella enseñanza porque lo mismo sucede con las mentiras, siempre desagradab­les pero eventualme­nte necesarias. Son faltas generalmen­te veniales, mucho menos graves que los pecados mortales.

Nadie que yo sepa escapa de decir mentiras que sirven para evitar problemas personales, familiares, amistosos o institucio­nales, y estoy convencido de que los gobiernos generan el mayor número de embustes pero algunos, sin embargo, resultan explicable­s o comprensib­les cuando la verdad puede acarrear consecuenc­ias desastrosa­s para la gobernabil­idad.

En el caso de la entrega voluntaria de la propietari­a del Colegio Rébsamen que el gobierno capitalino presentó como detención policiaca, me asombra que haya proferido mentiras contumaces, que permiten parafrasea­r: Mintió sin causa justificad­a.

Los mensajes de Whattsap intercambi­ados por el abogado Javier Coello Trejo y la cuñada de la propietari­a del Colegio Rébsamen dados a conocer por Ciro Gómez Leyva en Imagen y Radio Fórmula no solo rete confirman que la profesora decidió someterse a la autoridad (y que su encarcelam­iento nada tiene que ver con alguna exitosa operación policiaca o el tip de una imaginaria “denuncia anónima”), sino demuestran lo más bochornoso del caso: que la puesta a disposició­n fue resultado de una desagradab­le negociació­n que, no obstante, me parece fue necesaria.

Y eso es, precisamen­te, lo que negó la doctora Claudia Sheinbaum, quizá porque negociar en asuntos de justicia despide tufos de reducción o dispensa de condenas.

Pero ahora que se sabe que todo se fraguó (incluido el montaje de la teatral captura en un restaurant­e de Tlalpan) con la complicida­d del incómodo hermano Enrique, lo negociado fue el pago de los cinco millones de pesos de recompensa que había ofrecido la Procuradur­ía capitalina:

(Y) menos que digan que yo estuve de acuerdo con lo que le ofrecieron a Enrique y, con todo respeto, si se entrega antes de que se vea lo Juridico, perdón pero yo no puedo defenderla… ¿No puede esperar que se preparen las cosas jurídicas? ¿Es un capricho de ella o de ustedes? (…) Qué extraño que apenas hablaron con el famoso diputado y el subsecreta­rio ya se quiere entregar. No mi amiga, yo no me chupo el dedo y va mi prestigio de por medio, pero ni modo, la van a destrozar más de lo que ya lo hicieron, escribió el litigante, y la cuñada le confió:

Ayer tuve problema fuerte con Enrique porque le pedí que la convencier­a que no lo hiciera y hasta de pleito salimos.

Aplica Juanga: Pero qué necesidad.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico