La huella de la reina Victoria, 200 años después
El 24 de mayo de hace 200 años nació la reina Victoria (1819-1901), pero su legado arquitectónico continúa siendo el sello de identidad de una ciudad que fue un día capital de un imperio y que, en la actualidad, se yergue como una de las urbes más cosmopo
Coincidiendo con la cúspide de la Revolución Industrial y con la época de mayor esplendor del imperio británico, ocupó el trono en el Reino Unido la reina Victoria, cuyo nombre acabó por definir toda una era, la victoriana.
Victoria, que accedió a la corona a la muerte de su tío paterno, Guillermo IV, en 1837, contrajo matrimonio
tres años después con su primo Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha (1819-1861), quien le contagió su gusto por la arquitectura.
Tal fue la pasión de Alberto que, como explicó a EFE Susie Barson, experta del organismo público encargado de la gestión del Patrimonio, Historic England: “Existe una zona en Londres a la que los británicos frecuentemente se refieren como ‘Albertópolis’.
Se trata del área de South Kensington, situada debajo del céntrico parque de Hyde Park, que alberga el museo Victoria&Albert, el museo de la Ciencia y la sala de espectáculos Royal Albert Hall, ambos construidos gracias al mecenazgo del consorte, además de otros cinco museos, un jardín botánico, la sociedad geográfica y una escuela de artes. Aunque existen otros lugares alrededor del Reino Unido con significativas representaciones de este tipo de arquitectura, Londres posee, en palabras de Barson, “una colección de edificios de importancia nacional e internacional como ciudad capital y como centro del Imperio Victoriano”.
µ Características de la arquitectura victoriana Según Historic England, una de las principales características de la arquitectura victoriana es su funcionalidad, todo se construía para satisfacer algún tipo de necesidad para los ciudadanos, como la seguridad (comisarías), la
salud (hospitales), la educación (colegios, museos y librerías), la vivienda (casas) o la alimentación (mercados y tiendas), etc.
Otra de las particularidades de este tipo de edificaciones es la planificación interna de los espacios, con habitaciones distribuidas en función de los hábitos y costumbres de la época.
Por ejemplo, teatros y pubs se segregaban por áreas para personas de diferentes clases y, muy a menudo, estaban reservados únicamente para varones.
Por otra parte, el exterior de las edificaciones solía ser de estilo gótico renacentista o clásico y con materiales como ladrillo, piedra o pizarra traídos de tierras lejanas gracias al auge de las redes ferroviarias.
Otros materiales como el vidrio, los azulejos o el granito consiguieron obtenerse con mayor facilidad por la mejora de las comunicaciones terrestres y, todo ellos, contribuyeron a que las construcciones fueran más altas y anchas que en la época Gregoriana. Sin embargo, a la reina Victoria no le gustaban los edificios altos y, de hecho, cuando construyeron el bloque de apartamentos Queen Anne’s Mansions, cerca de su residencia del Palacio de Buckingham, que le bloqueaba las vistas al Palacio de Westminster, se sintió públicamente molesta.
En 2016, la Universidad de Warwick, en Reino Unido, publicó un estudio en el que se veía cómo los precios de los inmuebles subían en los barrios en los que había una mayor proporción de arte urbano.
Shepard Fairy, el artista detrás de los míticos carteles Obey, tiene un patrimonio estimado de alrededor de 15 millones de dólares, según WideWalls, una galería especializada en arte urbano.
Fairy comenzó con los pósteres André Giant has a posse, sobre los que poco a poco ha construido un imperio. En 2008 hizo los carteles electorales Voice en 2013.
“Obviamente, el trabajo hay que pagarlo, si no, solo tendrías vandalismo hecho por empleados a media jornada y niños ricos”, dijo el artista. “Pero es complicado, cuando sacas provecho de una imagen que has puesto en la pared, mágicamente se transforma en publicidad. Si el grafiti no es criminal, pierde casi toda su inocencia”, añadía.
µ El Londres victoriano hoy en día
Como apunta la experta Barson y como coincidiría cualquiera que tenga la oportunidad de visitar Londres, la ciudad “no se concibe sin sus emblemáticos edificios victorianos”.
¿Quién podría imaginar pasear por la capital británica sin deleitarse con la maravilla arquitectónica del palacio que acoge al Parlamento o sin el área de los museos, sin la Torre de Londres o sin la estación de St Pancras?
Las iglesias victorianas, las zonas residenciales del este de la ciudad como Bedford Park o los tantos parques, jardines y espacios abiertos que abundan por la urbe londinense dominan un paisaje que supone un legado de incalculable valor.
Aunque la reina Victoria pasó de luto 40 años de su vida, tras la muerte de su querido marido, el 14 de noviembre de 1861, cuando el príncipe apenas tenía 42 años, el legado de su reinado aún brilla en Londres. Como buena prueba de ello y para conmemorar el segundo centenario de su nacimiento, mañana 24 de mayo, el palacio de Kensington –otra estructura, por cierto, victoriana– acogerá no solo una, sino dos exposiciones dedicadas a la respetada soberana. La primera de ellas, Victoria: Mujer y Corona, ahondará sobre la vida privada de la reina, quien, desde la muerte de Alberto, apenas volvió a asumir responsabilidades en público.
La segunda, Victoria: una infancia real, descubrirá al visitante las historias de la soberana cuando era una niña a través de los aposentos donde nació y se crió, antes de convertirse a los 18 años en monarca de un imperio.
µ La Reina Victoria, más allá de la arquitectura
La influencia de la reina Victoria en la vida británica ha traspasado los muros de la arquitectura y puede apreciarse en costumbres que duran hasta nuestros días como, por ejemplo, el que las novias vistan de blanco el día de su boda, tomar el té a las 17:00 horas –que aunque no lo inventó ella contribuyó a popularizarlo– o la tradición de felicitar las fiestas navideñas con postales.
Aunque la monarca no ocupó el trono por descendencia directa –tras la muerte de su tío Jorge IV, en 1830, fue sustituido por su hermano Guillermo IV, que murió sin hijos, dejando a Victoria como heredera– esta se ha convertido en una de las reinas más recordadas hoy en día. Películas, biografías, artículos y exposiciones repasan, 200 años después de su nacimiento, un reinado y una época que marcaron el curso de la historia.