El bohemio

Marco Berrelleza

“El 27 de abril de 1914 fue encontrado muerto Abundio Martínez, por un niño que acostumbraba llevarle su desayuno en la vecindad donde vivía. Todo su mobiliario era una mesa, una silla, un catre con unas tablas por colchón y un lujoso piano de media cola que le habían obsequiado los editores de su música. Abundio, uno de los compositores mexicanos más completos, pues aparte de dominar varios instrumentos conocía perfectamente las reglas de composición, yacía en el suelo de su habitación. Había muerto algunas horas antes de que el niño entrase con el desayuno. Corrió este a llamar a los vecinos, y los que acudieron al cuarto del desdichado músico derramaron lágrimas ante el cadáver del autor de Arpa de Oro. “Atado a una pata del flamante piano estaba un pollito al que Abundio daba de comer con su propia mano, pues decía que dentro de esa ave se encontraba el espíritu de Verdi o de un gran compositor. Murió víctima de la tuberculosis. De sus funerales se hizo cargo la Casa Wagner, editores de su música”. Así reseña, Juan S. Garrido, la muerte de uno de los compositores populares más importantes. Martínez Lagos había nacido el 8 de febrero de 1875 en el Barrio de Santa Bárbara de la población de Huichapan, Hidalgo. Escasos años contaba cuando se trasladó en compañía de los suyos, a la Ciudad de México.