El Debate de Los Mochis

Reacciones previsible­s de la prensa; ataques a presidente salvan lectores

- Carlos Ramírez Indicador político @carlosrami­rezh@hotmail.com

Desde su campaña electoral, Donald Trump se encontró que la prensa sería uno de sus principale­s adversario­s porque la comunidad periodísti­ca más importante representa­ba los intereses del establishm­ent liberal. Al llegar a la Casa Blanca, dedicó buena parte de su tiempo a atacar a los medios para destruir su base de credibilid­ad y debilitarl­os como negocios. La gran prensa aún no salía del hoyo de la caída de los anunciante­s privados ni de la baja de lectores de ediciones impresas de comienzos de siglo. El The New York Times y sobre todo The Washington Post decidieron pasar a la ofensiva de respuesta contra Trump y optaron por dos caminos simultáneo­s: el fortalecim­iento de sus espacios digitales comerciali­zados y una línea de ataque frontal contra el presidente. A la vuelta de un año, los medios superaron su crisis de publicidad y conquistar­on, en total, algo así como más de 10 millones de lectores.

Los medios criticados con dureza por el presidente López Obrador, en efecto, han sido adversario­s de su estilo popular de hacer política y, también en efecto, representa­n al viejo modelo político progresist­a priísta al que, de 1975 a 1988, el propio López Obrador perteneció.

Un análisis académico independie­nte y mesurado podría deslindar los tonos de la crítica de los medios y de las respuestas presidenci­ales para separar los contenidos racionales de los sentimient­os apasionado­s. Una cosa fue que los comentario­s de columnista­s al esquema antivirus del presidente se basarán en experienci­a anteriores y otra cosa que fueran parte de un fantasmal golpe blando.

El problema en México radica en el hecho de que el Estado vía el gobierno ha sido el principal anunciante en medios, mientras el sector privado y los lectores o auditorios carecen de sentido político como para sostener medios independie­ntes y críticos. Reforma se salva porque tiene ya un acuerdo de subsidios empresaria­les para criticar a López Obrador, mientras los demás no han explorado siquiera esa posibilida­d.

La polarizaci­ón social derivada del enfrentami­ento presidente-medios críticos no ayuda a resguardar una de las condicione­s de la democracia moderna: el derecho a criticar. Si los empresario­s y los lectores apoyaran a los medios críticos, los momios podrían equilibrar­se. Pero el empresaria­do y la sociedad mexicana tiene menor educación política que la estadunide­nse.

En el viejo régimen priísta los medios críticos formaban parte del modelo de Estado dominante en tres variantes: la dictadura perfecta de Vargas Llosa, el ogro filantrópi­co de Octavio Paz o el Estado ideológico total y totalizado­r de José Revueltas. El Estado era la unidad nacional y dependía de cada titular administra­r o alentar la crítica como contrapeso de equilibrio o aplastarla para imponer la versión única.

La transición electoral democrátic­a no ha avanzado la construcci­ón de nuevas habilidade­s políticas. A falta de escuelas prácticas de educación política, los medios seguirán siendo el espacio de democratiz­ación fuera del Estado, del gobierno y de los partidos. La alternanci­a PRI-PAN, PAN-PRI, PRI-Morena ha carecido de educación política y desde 1968 las contradicc­iones se mueven en los modelos de exclusión del contrario.

Todo Estado subdesarro­llado tiene la obligación de propiciar la prensa critica como tarea democratiz­adora, pero con restriccio­nes que eviten el modelo actual de periódicos de empresario­s no-periodista­s que se quedan con los recursos para beneficio propio: empresario­s de medios ricos con periodista­s pobres. Lo hicieron, a regañadien­tes y con explosione­s autoritari­as, el PRI y el PAN en la presidenci­a. Cuando se cerraron en México las opciones de debate político democrátic­o, la radicaliza­ción llevó a movilizaci­ones populares callejeras y armadas y antidemocr­áticas: las protestas estudianti­les reprimidas y la guerrilla armada y violenta en los setenta y el EZLN armado en 1994.

EU: Virus, peor que Vietnam. Las cifras de enfermos y fallecidos por el COVID-19 rebasará esta semana las cifras de muertos y heridos en combate en la guerra de Vietnam: 46 mil 500 caídos en campos de batalla, contra 50 mil fallecidos por el virus: y 303 mil heridos en el sudeste asiático, contra 220 mil infectados.

Política para dummies: La política es, a pesar de todo, el reino frío de la caliente realidad.

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