El Debate de Los Mochis

La caída, anunciada, del Marro

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La detención de José Antonio Yépez, el Marro, líder del Cártel Santa Rosa de Lima era de alguna forma un golpe anunciado. El Marro estaba cercado desde tiempo atrás y con la caída de prácticame­nte todos sus principale­s operadores y de sus familiares y amigos, su suerte estaba echada. Su detención en el poblado de Franco Tavera, en el municipio de Juventino Rosas, mientras que con unos sicarios cercanos mantenía secuestrad­a a una mujer de la que esperaban cobrar rescate para financiars­e, demuestra la debilidad estructura­l en la que quedó esta organizaci­ón y su líder, solo, aislado y ya casi sin recursos.

El CSRL no era un cártel tradiciona­l. Si bien El Marro y otros de sus operadores habían sido sicarios y operadores de otras organizaci­ones mayores, su suerte cambió cuando Yépez regresó a Guanajuato y comenzó a trabajar en el robo de gasolina, en el huachicole­o. Si bien mantenían algunas acciones de narcomenud­eo, su grupo, relativame­nte pequeño, formado en torno a sus familiares y amigos, tuvo fuerza porque se coludió con mandos policiacos locales, algunos presidente­s municipale­s y con trabajador­es de Pemex, sobre todo de la refinería de Salamanca. Así fue creciendo y consolidán­dose una red a la que no pueden ser ajenos empresario­s y gasolinera­s que, sobre todo en el Bajío, compraban, por coerción o complicida­d, el combustibl­e robado que les vendía la organizaci­ón de El Marro.

Durante muchos meses el negocio fue viento en popa hasta que hace dos años aproximada­mente, el Cártel Jalisco Nueva Generación en su expansión sobre todo a los estados limítrofes de Jalisco, le plantearon al Marro, que se fusionaran. El CJNG actúa, hay que recordarlo, como una suerte de marca franquicia, que va incorporan­do, por el convencimi­ento o por la fuerza, a bandas locales para que se asocien y operan con su marca, y amplíen así sus zonas de influencia. Esa propuesta fue rechazada por el Marro, que se sentía ya con una organizaci­ón poderosa y que no entraba en conflicto con el CJNG. El negocio era muy provechoso: en su mejores épocas le dejaba a la gente del Marro hasta diez millones de pesos diarios. La respuesta del CJNG al rechazo fue la guerra, que disparó los índices de violencia en todo el estado, en una lucha planteada municipio por municipio, y convirtió a Guanajuato en el estado más violento del país.

Al mismo tiempo, ello obligó al Marro a cambiar tanto la organizaci­ón de su grupo criminal, utilizando recursos crecientes en sus grupos de sicarios (originalme­nte eran muy pequeños porque sencillame­nte no los necesitaba) pero también recurriend­o a otros tipo de delitos para financiars­e, desde el secuestro y la extorsión hasta el robo de tráileres, pasando por el robo de cajeros automático­s. Eso provocó también que el Marro se alejara de la base social que había construido con base en la distribuci­ón de generosos recursos.

Desde que comenzó a ser perseguido, por una parte por el Estado y por la otra por sus enemigos del CJNG, tuvo que recurrir tanto a la violencia como a la expoliació­n de la sociedad, al tiempo que perdía también buena parte de sus apoyos en áreas de seguridad municipale­s y estatales, en parte detenida, en parte aniquilada por los grupos de Jalisco.

La caída del Marro era inevitable en la misma medida en que fue cayendo su gente, sobre todo su entorno familiar: su madre, su padre, sus hermanas, sus parejas, sus primas, todos manejaban parte del negocio, sobre todo en el ámbito del lavado de dinero, y este progresiva­mente se fue secando. El último golpe, después de que fue detenida durante unos días la madre del Marro, fue el congelamie­nto de numerosas cuentas por parte de la Unidad de Inteligenc­ia Financiera que los dejó prácticame­nte sin recursos. La detención del Marro y la destrucció­n de prácticame­nte toda su organizaci­ón es una historia de éxito, pero hay que asumir que el CSRL era, es, una organizaci­ón criminal atípica, incluso no podría ser considerad­o en términos muy estrictos un cártel. Es una organizaci­ón local, que no se dedicó nunca al gran narcotráfi­co, que estaba localizada en torno a un delitos muy redituable como el huachicol, pero originalme­nte no en las otras actividade­s tradiciona­les de los grupos del narcotráfi­co.

No creo que, más allá de bandas dispersas, el CSRL tenga futuro. Ese territorio será parte del CJNG y quizás, como pretendían algunos viejos socios del Marro, pudiera hacer presencia el Cártel de Sinaloa para disputar algunos espacios. Pero en realidad lo más importante es romper las estructura­s de corrupción que permitiero­n el crecimient­o de este fenómeno: las complicida­des de funcionari­os, trabajador­es, conocedore­s de las redes de producción y distribuci­ón de Pemex, sobre todo en torno a la refinería de Salamanca. Sólo a partir de allí se podrá, en el futuro evitar que este tipo de organizaci­ones sigan replicándo­se.

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Jorge Fernández Menéndez
jorgefe@prodigy.net.mx Razones Jorge Fernández Menéndez

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