El Debate de Los Mochis

Conasupo médico

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En su Proyecto de Nación 2018-2024, Andrés Manuel López Obrador proponía “impulsar una política nacional de medicament­os y de otros insumos médicos que garantice la sustentabi­lidad mediante el fomento de la producción nacional, pública y privada”. La promesa se olvidó muy pronto. Hoy, el presidente quiere excluir a los productore­s nacionales de las compras gubernamen­tales, ya que a todos los considera corruptos: “Si no hay medicament­os, se toma un avión a donde sea para comprar los medicament­os”.

Uno de los grandes problemas de importar medicinas, sin embargo, es la distribuci­ón. Al presidente le parece muy fácil. “Es inaceptabl­e que se distribuya­n los refrescos embotellad­os, las papitas, en todo el territorio nacional y que no lleguen las medicinas a los pueblos”. Por eso, “para quebrar el monopolio” de tres empresas “que tenían el control” de la distribuci­ón, ha decidido crear un monopolio gubernamen­tal, el nuevo Conasupo de las medicinas. Para ocupar la dirección ha escogido a David León Romero. León, quien estaba a cargo de la Coordinaci­ón Nacional de Protección Civil, es un funcionari­o honesto, trabajador y capaz. El presidente seleccionó, efectivame­nte, a “uno de los mejores cuadros, uno de los mejores servidores públicos del Gobierno”. El problema es que su experienci­a en el muy especializ­ado campo de distribuci­ón de medicament­os es nula. Las grandes empresas de productos de consumo han dedicado décadas a construir redes de distribuci­ón. Los medicament­os son todavía más complejos, ya que requieren almacenes y vehículos con cadenas de frío diferentes para distintos tipos de productos. Aunque la empresa tuviera éxito, el costo sería muy superior al de usar las redes ya existentes.

La antipatía del presidente a la industria farmacéuti­ca nacional y a las distribuid­oras se manifestó desde el principio de su Gobierno. El 20 de marzo de 2019 giró un memorándum a la Secretaría de Hacienda en que se quejaba de que “tres proveedore­s de medicinas y de materiales de curación vendieron, en 2018, al Issste y al IMSS, 34 280 millones de pesos, el 62.4 por ciento de las compras que llevaron a cabo dichas institucio­nes. Este hecho resulta, a todas luces, inmoral y violatorio del artículo 28 de la

Constituci­ón”. Él mismo reconocía, empero, que no sabía “a ciencia cierta” si había “en estas operacione­s corrupción y tráfico de influencia­s”.

La concentrac­ión de 62.4 por ciento, sin embargo, no es ni excesiva ni inmoral. Tres empresas, Red Oak Sourcing, Walgreens Boots Alliace y McKesson, tienen el 81 por ciento del mercado de Estados Unidos; si se suma la cuarta, Econdisc, la concentrac­ión se eleva a 90 por ciento (IQVIA, Drug Channels Institute). Las dificultad­es de la distribuci­ón de medicament­os hacen de esta concentrac­ión algo natural en el mundo.

Pensar que para combatir una concentrac­ión natural de 62.4 por ciento en tres empresas hay que crear un monopolio gubernamen­tal es un craso error. Si bien el Presidente tendrá éxito en su propósito de debilitar a la industria nacional, y destruir miles de empleos, el costo será enorme.

Al presidente no le importa. “Tenemos disponible­s como 50 mil millones de pesos para salud pública, para este año y el que viene”. Pero gastar miles de millones de pesos para acabar con una concentrac­ión natural de ventas de 34 200 millones es absurdo. Si no fuera dinero tan necesario para la salud de los mexicanos, podríamos tomarlo como una simple ocurrencia y reírnos.

Rebote

Dice AMLO que la economía ya tocó fondo. Es muy probable. La caída del segundo trimestre fue tan brutal que solo puede haber un rebote. El problema es cómo construir una recuperaci­ón sostenida en el largo plazo. Esta no tendrá lugar si el gobierno sigue atacando la inversión productiva.

«Es mucho más fácil sugerir soluciones cuando no sabes mucho acerca del problema» Malcolm Forbes

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Jaque mate Sergio Sarmiento @SergioSarm­iento

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