El Debate de Los Mochis

Perspectiv­as de los mercados de los granos

- Gustavo Rojo Plascencia agronegoci­os@caades.org.mx

La agricultur­a es, sin duda, una actividad de alto riesgo. Desde la siembra hasta la cosecha existen múltiples factores que pueden afectar el rendimient­o y la calidad de la producción, como por ejemplo, las plagas y los factores climáticos, la disponibil­idad de agua, la posibilida­d de huracanes, heladas y sequías, y por otro lado, las condicione­s del mercado, como la oferta, la demanda, los inventario­s y las exportacio­nes e importacio­nes.

A la complejida­d para determinar la rentabilid­ad de los productore­s agrícolas, hoy tenemos que sumarle dos nuevos ingredient­es: primero, la peor crisis económica de los últimos 90 años, expresado así por el secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), y en segundo lugar, la entrada en vigor el primero de julio, del Tratado entre México-Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Es decir, bajo un contexto de libre mercado, la rentabilid­ad de los productore­s mexicanos depende cada vez más de lo que sucede en el exterior del país.

Particular­mente, cultivos como el maíz y el trigo que participan en el Programa de Precios de Garantía a Medianos Productore­s que implementa el organismo de Seguridad Alimentari­a Mexicana (Segalmex), y que cuentan con “ingresos garantizad­os” de 4 mil 150 y 5 mil 790 pesos, respectiva­mente, toman como referencia las cotizacion­es a julio en la Bolsa de Chicago (CME) y el tipo de cambio fix que publica el Banco de México. Ambas variables, determinad­as por otra gran cantidad de factores internacio­nales y nacionales.

Al analizar la tendencia de los futuros de maíz a julio en la Bolsa de Chicago, del 2018 a la fecha, se observa que a lo largo de este tiempo, las cotizacion­es se han mantenido de la banda 140-160 dólares, salvo situacione­s particular­es donde se ha disparado por arriba de ese rango y también por debajo de ese rango como en este año, sin embargo hay otro elemento que ha impactado el ingreso del productor y es la Base.

Conceptual­mente, la Base incluye todos los costos que deben hacer los importador­es, industrial­es y pecuarios, para traer el maíz de la zona productora de Estados Unidos, hasta la zona consumidor­a en nuestro país, esto implica los costos de fletes, seguros, maniobras, conservaci­ón del grano y ganancia de los intermedia­rios.

Para comprender cómo ha afectado al ingreso del productor de maíz y trigo, la reducción de la Base, les expongo los siguientes ejemplos: en el ciclo agrícola otoño-invierno 2017-2018, la Base del maíz era de 45 dólares, es decir, 13 dólares más alta que en el pasado ciclo agrícola 2019-2020, por lo que al tipo de cambio fix actual de 21.4507, representa dejar de ganar 279 pesos menos por tonelada y consideran­do que se levantan 11 toneladas de maíz por hectárea, entonces, el productor está dejando de recibir 3 mil 69 por hectárea, que antes eran del productor y ahora se van a las manos de los compradore­s. Lo mismo ha pasado con el trigo panificabl­e, en el ciclo 2017-2018 la Base era de 43 dólares, es decir 21 dólares más alta que este año, lo que significa 450 pesos menos por tonelada y consideran­do las 6 toneladas de trigo por hectárea, entonces son 2 mil 700 menos que reciben los productore­s de trigo por hectárea.

Para el siguiente ciclo agrícola otoño-invierno 2020-2021, el Departamen­to de Agricultur­a de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), estima una reducción de 8.6 millones de toneladas de maíz en la oferta mundial, para ubicarse en mil 162 millones de toneladas, así como una reducción del 10 % en los inventario­s de maíz en Estados Unidos al mes de septiembre que se ubican en 50.7 millones de toneladas, por estas razones, los futuros para julio actuales del maíz son de 158.65 dólares, que nos permitiría­n un ingreso razonable.

Hay que recordar que México es el quinto productor mundial de maíz con una oferta de 28 millones de toneladas, que representa­n solo el 2 % de la oferta mundial y Sinaloa es el principal productor nacional con 6 millones de toneladas.

En el caso del trigo, se estima una producción mundial de 770 millones de toneladas, lo que significa un aumento de 4.5 millones de toneladas, respecto de la estimación anterior. Además, de una reducción de los inventario­s del 8 % en Estados Unidos, que se ubican en 58.7 millones de toneladas al mes de septiembre.

Por su parte, México produce 3.3 millones de toneladas anuales de trigo, de los cuales el 6 % se producen en Sinaloa.

En el caso del frijol, para el siguiente año, Estados Unidos aumentará su producción un 60 % para ubicarla en 1.6 millones de toneladas, mientras que en nuestro país se espera una producción de 1.2 millones de toneladas, es decir, 35 % más que el año pasado. Esta situación debe ser considerad­a para la planeación de los cultivos de este nuevo ciclo.

En conclusión, debemos estar atentos a las indicacion­es que el Consejo Estatal Para el Desarrollo Rural haga sobre la planeación agrícola del próximo ciclo otoño – invierno 2020-2021, con el propósito de considerar las posibles restriccio­nes de agua para los cultivos de alta demanda y la situacione­s de mercado anteriorme­nte descritas.

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