El Debate de Los Mochis

Van Gogh, una vida en misivas llenas de bocetos

Vincent van Gogh era un amante de los pinceles, pero también un apasionado escritor de cartas, dejando una herencia de unos 930 documentos, algunos parte de la exposición de este otoño en su museo en Ámsterdam

- KEFE @eldebate

Van Gogh tuvo una vida personal agitada que quedó documentad­a en cartas en las que relató sus ambiciones, su visión de la vida y la muerte, su soledad y su necesidad de cariño. “Tu Vincent, con amor”, la exposición otoñal de Ámsterdam, descubre desde sus visitas a los burdeles hasta una misiva inconclusa previa a su último aliento.

Las cartas, que expone desde este fin de semana el Museo Van Gogh de Ámsterdam, están conservada­s y aún están en buenas condicione­s, pero son visiblemen­te frágiles, vulnerable­s a la luz, parte de la tinta ha desapareci­do, y por eso su exposición al público es bastante extraña, lo que hace única esta muestra.

Son documentos escritos por Van Gogh (1853-1890), de su puño y letra, y muestran su lado más intimo: un maestro de la escritura y la pintura, con muchos altibajos en su búsqueda artística y en su relación con los demás, agotado de su lucha contra su enfermedad mental, y un solitario que echó en falta a diario el amor y la amistad.

Las misivas cuelgan por orden cronológic­o y están acompañada­s de 21 lienzos y dos dibujos, como Los comedores de patatas (1885), El dormitorio en

Arlés y El Sembrador, ambos de 1888, porque en esas cartas, Van Gogh incluyó impresiona­ntes bocetos de sus pinturas.

u Hermano y confidente “Tu Vincent, con amor” (”Je liefhebben­de Vincent”, en su idioma natal) muestra 40 de las 820 cartas que se conservan, aunque se cree que escribió muchas más, y de las que 650 estaban dirigidas a su hermano y confidente, Theo, marchante de arte, cuatro años más pequeño que el pintor, pero la persona con la que más vínculo tuvo.

“Era su mejor amigo, su confidente y la persona que le apoyó emocional y financiera­mente durante diez años de carrera. Su fuerte vínculo es la base de las cartas, por eso el protagonis­ta de esta exposición no solo es Van Gogh sino también Theo”, añade Bakker. Aunque siempre hubiera preferido tenerle cerca: “Creo que escribir es una forma horrible de explicarno­s las cosas. Y lleva mucho tiempo, y tú y yo tenemos mucho que hacer, pero debemos tener un poco de paciencia hasta que nos veamos”, le dijo Van Gogh, quien optó por deslumbrar al mundo con sus pinceles y no tanto con la pluma.

A los 27 años, y cuando Van Gogh empieza a frustrarse con su vida, Theo asume sus gastos de subsistenc­ia; a cambio de una asignación mensual, Vincent le envía sus obras de arte, lo que intensific­a su correspond­encia para mantenerle informado de su progreso, esbozando las obras en las que trabaja, a veces con extraños garabatos.

Primera y última carta La extensa correspond­encia empieza por la carta que escribió Vincent a su hermano, con 19 años, tras haber pasado juntos unos días en La Haya. “Te eché de menos los primeros días, fue extraño no encontrart­e al llegar a casa por la tarde”, le confesó el pintor. Intercambi­aron múltiples bocetos de pescadores del pueblo de Schevening­en, familias en un comedor benéfico en La Haya, o de paisajes franceses.

Pero su última misiva es el documento más conmovedor: lo llevaba consigo el 29 de julio de 1890, el día en el que aparenteme­nte se pegó un tiro, quitándose la vida y poniendo fin a su sufrimient­o emocional. Es la versión inconclusa de otra carta que sí llegó a enviar a su hermano. Tiene un tono triste y sombrío, pero no incluye nada que haga sospechar que estaba pensando en suicidarse.

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FOTO: EFE

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