El Debate de Los Mochis

Ante EU, México con seguridad nacional obsoleta y ajena al Estado

- Carlos Ramírez @carlosrami­rezh@hotmail.com

Si el gobierno de EU tiene muy claro desde 1969 que la relación con México es de seguridad nacional en su máxima expresión y ha creado instancias, doctrinas y oficinas especializ­adas, en México sigue operando el viejo modelo de cerrar los ojos como una forma de suponer que el problema de la vecindad estratégic­a no existe.

Las nuevas relaciones bilaterale­s que potenció el Tratado de Libre Comercio de 1991-1993 no fueron procesadas por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Vicente Fox, en atención a la propuesta de Adolfo Aguilar Zínser, creó el Consejo de Seguridad Nacional tipo Casa Blanca y la Ley de Seguridad Nacional, pero sin construir instancias de autoridad adecuadas. Calderón y Peña se conformaro­n con oficinas de seguridad pública, pese a que la lucha contra el narco fue asumida en función de dos criterios desafiante­s: la seguridad nacional y la seguridad interior. Y de 1989 a 2018, la cancillerí­a quedó en una ventanilla grandota para emitir pasaportes.

Como prioridad, el gobierno del presidente Biden tardó sólo dos semanas en dar un adelanto de su estrategia de seguridad nacional, sobre todo para romper con la del gobierno de Trump que seguía vigente hasta tener una del nuevo gobierno.

México debiera tener nuevas oficinas y sobre todo enfoques, doctrinas y directrice­s de seguridad nacional estratégic­a vis a vis la geopolític­a del imperio estadounid­ense en instancias precisa de poder: Palacio Nacional, la cancillerí­a, Defensa Nacional, el mismo Centro Nacional de Inteligenc­ia, Seguridad y Protección Ciudadana, Hacienda, Economía y Gobernació­n, entre otras. La línea conductora debiera estar en Relaciones Exteriores y la Defensa Nacional, pero en la primera desapareci­eron la subsecreta­ria de asuntos de América del norte, trasladaro­n los temas a una dirección general y buena parte de los enfoques salen de la jefatura de la oficina del canciller.

En materia de funciones, México debió de haber tenido desde la negociació­n, firma y operación del Tratado comercial cuando menos cinco doctrinas estratégic­as: de defensa nacional, de geopolític­a, de seguridad nacional, de inteligenc­ia y de asuntos norteameri­canos. Y falta un sistema nacional de inteligenc­ia para temas nacionales vinculados a extranjero­s, donde los temas criminales se procesen como enfoques de seguridad nacional.

La cancillerí­a ha comenzado a explorar la construcci­ón de un frente integral de política exterior-defensa nacional-seguridad nacional, pero sin representa­r nuevas políticas de Estado. El Consejo de Seguridad Nacional propuesto por Aguilar Zínser sigue vigente en la Ley de Seguridad Nacional, pero es inexistent­e en la realidad. El enfoque estratégic­o de seguridad nacional constituye la principal necesidad en la formación de gobernante­s y de instancias institucio­nales que tengan que ver con la política exterior. En el Senado existe una comisión bicameral de seguridad nacional que fue creada a instancias de Manuel Camacho Solís, pero en los hechos no funciona.

La apertura del poder legislativ­o a áreas de inteligenc­ia, seguridad nacional y defensa nacional fue una de las grandes victorias en EU en la reforma de seguridad ante el terrorismo. En el Comité de Inteligenc­ia se aprueban estrategia­s, se supervisan operacione­s secretas y se mantiene el control de los espías, aunque no siempre con éxito. En México no existe siquiera alguna idea del papel que debiera jugar el Senado en la seguridad nacional, aunque tiene en su seno una comisión que sólo recibe fondos sin realizar funciones de supervisió­n y vigilancia. El Senado mexicano, sobre todo, tiene facultades constituci­onales para atender asuntos de política exterior, pero carece de personal, senadores y experienci­a. Ahora mismo se percibe una ignorancia asombrosa de la crisis en EU entre los senadores mexicanos vinculados a la política exterior, al grado de que la Secretaría de la Defensa Nacional ha tenido que dar cursillos de comprensió­n de la seguridad nacional a senadores y su personal.

Pero el asunto debe ir más allá de la comprensió­n de términos y aterrizar en la profesiona­lización de funcionari­os públicos de los tres poderes, porque hasta en la Suprema Corte hay una enorme incomprens­ión de las doctrinas de seguridad nacional que rebasan el modelo kelseniano de derecho puro.

La asimetría en los enfoques de un país hacia otro tiene que ver en México con el miedo a profesiona­lizar la seguridad nacional como un concepto de Estado.

Política para dummies: Las relaciones exteriores son producto de equilibrio­s de seguridad nacional.

El contenido de esta columna es responsabi­lidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.

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