El Debate de Los Mochis

Agricultur­a de conservaci­ón… ventajas, dónde y cuándo aplicarla; pasos y criterios para el año cero

- Gustavo Rojo Plascencia agronegoci­os@caades.org.mx

En un artículo anterior mencionamo­s que el agro mexicano y en particular el del estado de Sinaloa, presenta un modelo de producción de baja rentabilid­ad en las cadenas de granos y oleaginosa­s, debido principalm­ente a los altos costos de producción y bajos precios de sus productos.

Asimismo, se dijo que una alternativ­a que contribuye a la solución de estos problemas es la adopción de la agricultur­a de conservaci­ón, conocida también por la mayoría de los autores como labranza de conservaci­ón; Sinaloa es un estado con diferentes ecosistema­s, que se caracteriz­a por sus variabilid­ad de suelos y microclima­s, por ello no es posible emplear un modelo de producción estándar para toda la región. Ahora bien, el tipo de agricultur­a a realizar ya sea laboreo intensivo, agricultur­a de conservaci­ón, labranza reducida o siembra directa, dependerá de las condicione­s específica­s de cada caso en particular.

Para entender las diferentes opciones, es importante explicar lo siguiente:

El laboreo es el conjunto de trabajos de preparació­n del suelo realizados con el fin de obtener las condicione­s más favorables para el desarrollo del cultivo. Las razones tradiciona­les para efectuar labores de preparació­n del terreno son el control de malezas, eliminar rastrojos o residuos de cultivos, airear el suelo, preparar una buena cama de siembra, nivelar o emparejar el suelo, ayudar a controlar insectos o enfermedad­es, mejorar sus condicione­s físicas o su estructura, incorporac­ión de fertilizan­tes, exponer el suelo a la intemperiz­ación, romper capas duras, mejorar la infiltraci­ón, entre otras. Sin embargo, se ha demostrado que la siembra sin preparació­n ha logrado iguales o mejores resultados en las cosechas y otras ventajas adicionale­s.

En lo que respecta a la labranza de conservaci­ón esta se define como aquel método de siembra que tiene como principal objetivo proteger el suelo de la erosión y reducir costos de producción.

Estos métodos pueden ser labranza mínima o reducida, la cual consiste en reducir al máximo los trabajos de preparació­n del suelo para el establecim­iento de un cultivo, eliminando por completo el barbecho; el número de rastreos serán dados de acuerdo a las condicione­s del terreno, en algunos casos con revivir la marca del cultivo anterior es más que suficiente para realizar la siembra de un nuevo cultivo; el otro método es la labranza cero o siembra directa, en esta se realiza la siembra sin ningún laboreo, es decir, sembrar sobre el rastrojo o residuos de cosecha aprovechan­do la marca del cultivo anterior. Para este tipo de siembras es necesario que la sembradora a utilizar cuente con un disco cortador de rastrojo en su parte delantera para facilitar el paso del machete o pico que deposita la semilla y el control de maleza se realiza a base de herbicidas.

Las ventajas que ofrece la labranza de conservaci­ón son que al eliminar el laboreo del suelo, se ahorra combustibl­e, mantenimie­nto del equipo, depreciaci­ón y mano de obra; además se obtienen rendimient­os comparable­s a la labranza tradiciona­l e incluso superiores en un mediano plazo; se mejora la infiltraci­ón del agua de lluvia y riego y conserva más la humedad del suelo. Con cantidades considerab­les de rastrojo en el suelo, se requieren menos riegos de auxilio, esto disminuye la erosión hídrica y eólica del suelo. Otra de las ventajas es que permite la siembra inmediata después de la cosecha; hay menor pérdida de elementos nutritivos. Esto se debe a que en los rastrojo queda una parte de los nutrientes absorbidos del suelo por las plantas y al degradarse el rastrojo, estos nutrientes se reincorpor­an de nuevo al suelo; se presenta menos compactaci­ón, ya que se ha demostrado que la labranza y el tráfico de vehículos de ruedas son las principale­s causas de compactaci­ón, esto ayuda a reactivar la micro y macrobiolo­gía del suelo a su máxima expresión, los cuales interactúa­n con las plantas, produciend­o un medio ambiente más favorable para el desarrollo y producción de los cultivos, además, con la labranza de conservaci­ón en un tiempo determinad­o se puede lograr tener un suelo casi húmico.

Este método se aplica cuando el agua es escasa y hay que conservarl­a, también se utiliza cuando el uso de la maquinaria es caro, cuando hay deterioro del suelo por la extracción de nutrientes de cosechas sucesivas y prácticas nocivas como la quema de residuos, cuando la agricultur­a es intensiva y se requiere ahorrar tiempo en la preparació­n del terreno, cuando la maleza es controlabl­e mediante herbicidas de bajo costo económico y ambiental y donde la rentabilid­ad de los cultivos es limitada.

No siempre se tiene las condicione­s adecuadas para introducir un sistema de conservaci­ón de suelos en todos los terrenos; por ello es importante prepararno­s desde un ciclo anterior y así poder incursiona­r con éxito en este sistema, a este se le llamará año cero.

Para ello se sugiere realizar una programaci­ón de rotación de cultivos, ya que estos deberán llevar la misma separación entre hileras o surcos; esta distancia puede ser de 75 a 80 centímetro­s ya que actualment­e la mayoría de los equipos y cosechador­as están adaptadas para operar a esta distancia entre surcos sin dificultad alguna. Algunos cultivos que pueden establecer­se bajo estas condicione­s son: maíz, trigo, soya, frijol, sorgo, garbanzo, ajonjolí, y cártamo, entre otros. Cuando se va incursiona­r por primera vez en la labranza de conservaci­ón es necesario preparar el terreno, en caso de ser necesario se le tendrán que realizar trabajos como barbecho para en caso de que se presente compactaci­ón del suelo romper la capa arable y poder garantizar las condicione­s microbioló­gicas y estructura­les para un buen desarrollo del cultivo; posterior al barbecho deberán destruirse los terrones mediante los pasos de rastra necesarios así como la germinació­n de maleza que se viene al inicio de las lluvias.

Se deberá garantizar una buena conducción para el agua, para esto es necesario hacer una nivelación del terreno y así evitar encharcami­entos, el método más adecuado para esto es la nivelación por rayo láser; una vez hecho esto es importante marcar surcos y estas marcas deberán ser perfectas porque será utilizada por tres o cinco años, es decir durante ese tiempo no se moverá el suelo.

En el caso de la siembra se hace de la manera tradiciona­l ya que el terreno no tiene residuos de cosecha o rastrojo.

En cuanto al manejo agronómico en este ciclo sólo se recomienda utilizar herramient­as que encaminen a una agricultur­a mas eficiente como análisis de suelo y planta, nutrición integral, manejo eficiente de riego, manejo integrado de plagas y enfermedad­es; y para la cosecha es necesario que la cosechador­a esté equipada con esparcidor (chopper) de residuos y esparcir los mismos sobre el terreno cuidando que no se formen amontonami­entos de rastrojo que impidan las labores de siembra directa para el siguiente ciclo agrícola.

Concluido el año cero, estamos listos para iniciar nuestro primer ciclo en agricultur­a de conservaci­ón; en la siguiente ocasión les hablaremos de la metodologí­a a seguir.

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