Expectativas de siembra de granos en USA y sus implicaciones en el mercado
El 31 de marzo el USDA hizo públicos sus esperados informes de intenciones de siembra basados en encuestas a los productores y de inventarios al 1º de marzo en Estados Unidos, ya que está por iniciarse el nuevo ciclo agrícola en ese país y es una variable fundamental en el comportamiento de los precios del mercado internacional.
En el caso de México al estar dentro de la apertura comercial con el T-MEC, no es ajeno a la dinámica de estos mercados, ya que hay que recordar que el precio en nuestro país para maíz, trigo y soya se calcula con base en los parámetros de la Bolsa de Chicago. Contrario a las expectativas, las superficies a sembrar en Estados Unidos de maíz y soya, de acuerdo con la información del USDA en su informe de intenciones de siembra 2021, resultaron menores a las esperadas, lo que produjo una reacción inmediata en los mercados de futuros de ambos granos que subieron hasta el tope diario permitido, de 9.84 dólares por tonelada en maíz y de 25.72 dólares por tonelada en soya para alcanzar 215.74 dólares por tonelada para el futuro julio 2021 en maíz y 527.91 dólares por tonelada para el futuro mayo 2021 en soya.
¿A qué se debió esta reacción? De acuerdo con lo informado por el USDA los agricultores de Estados Unidos sembrarán 36.87 millones de hectáreas de maíz que tomando en cuenta el rendimiento de tendencia, o sea el que se puede esperar de acuerdo con su evolución histórica, de 11.27 toneladas por hectáreas y una siniestralidad normal, se producirían 379.79 millones de toneladas, que estarían ubicadas entre las más altas. Sin embargo, apenas si alcanzaría para cubrir las necesidades de consumo interno y exportación de Estados Unidos, resultando en una relación inventario final/consumo de 9.3 por ciento el equivalente de 34 días de consumo, los valores más bajos desde 2013 en que el maíz se cotizó a 285.00 dólares por tonelada en promedio. En soya ocurre algo similar, pero la situación es más tirante debido a los bajos inventarios actuales y con el rendimiento de tendencia y la superficie publicada por el USDA, la relación inventario final/consumo caería a 2.6 por ciento.
Como se sabe el consumo de etanol, que representa aproximadamente un tercio del consumo total de maíz en Estados Unidos por la restricción a la movilidad debido a la pandemia bajó en los últimos trimestres, pero con el avance de la vacunación contra el covid-19 en ese país y la recuperación de la economía se espera que llegue a los volúmenes pre-pandemia y que incluso los supere. Asimismo,
China, por los compromisos asumidos con Estados Unidos y por la recuperación de su hato porcino que fue diezmado por la Fiebre Porcina Africana, necesita más maíz y en la actualidad ya es el primer importador mundial y presiona las existencias de Estados Unidos con mayores compras de este grano. Por otra parte, la recuperación económica de Estados Unidos implicará un mayor consumo de proteínas animales lo cual significa más consumo de grano para forraje. Todo lo anterior configura una mayor demanda que presionará al precio.
Si bien se produce maíz para exportación en otros países como Brasil, Ucrania y la
Argentina, Estados Unidos es el exportador más importante, el más confiable y el que dispone de más reservas. En lo que va de este año, por ejemplo, el atraso de la siembra y cosecha en Sudamérica resultó en una mayor presión sobre las existencias de Estados Unidos de los compradores, especialmente China, que produjo un aumento de las cotizaciones y también un aumento de la inestabilidad del mercado. Los compromisos de exportación de Estados Unidos este año son mayores por las causas apuntadas y llegan a 65.7 millones de toneladas, el 99 por ciento de lo previsto por el USDA cuando faltan casi 6 meses para la conclusión del año agrícola. Por sequía la producción argentina será menor a la esperada hace unos meses y la de segunda de Brasil, que es la que produce el saldo exportable y representa unas tres cuartas partes de la producción total de ese país, se sembró en gran medida fuera de las fechas óptimas y puede que no alcance a producir lo que se espera de ella porque pueden faltar lluvias en los momentos de polinización y llenado de grano. Ucrania tiene menor disponibilidad este año que en ocasiones anteriores.
Los inventarios al primero de marzo reflejan el consumo del primer semestre del año agrícola en Estados Unidos y toman en cuenta lo informado por los productores de las existencias en sus instalaciones y los comerciantes, industriales y exportadores en las suyas. La exportación es una cantidad conocida, el consumo industrial también y el consumo forrajero se obtiene por diferencia respecto de las existencias. Este año, el consumo forrajero está resultando más alto en 15 por ciento respecto de las proyecciones del USDA que en años anteriores, lo cual indica un mayor consumo en este rubro, o una falla en los cálculos del USDA.
El mercado de maíz por lo tanto refleja la incertidumbre de sus operadores, pero por las situaciones anotadas se encuentra en los valores más altos de los últimos siete años y, salvo circunstancias muy especiales, se mantendrá en esos niveles en los próximos meses. La evolución de la siembra y de los cultivos en Estados Unidos y Brasil afectarán al mercado y a los precios contribuyendo a una mayor volatilidad debido a la relación ajustada entre oferta y demanda, que de acuerdo con lo comentado no cederá en el segundo semestre de este año pese a la entrada de la nueva cosecha de Estados Unidos, salvo que se produzca una caída sustancial en la demanda, que por el momento es difícil de vislumbrar.
El informe de Oferta y Demanda Mundial de Productos Agropecuarios (Wasde) del USDA del viernes 9 de abril, revalidó las expectativas de menores inventarios finales de maíz, siendo una prueba más de la firmeza subyacente del mercado.
La otra variable que influye en el ingreso del productor de México es el tipo de cambio que se mantiene en una franja entre 20 y 21 pesos por dólar y no muestra signos de modificación por lo menos en los meses venideros, debido a que una recuperación de la economía de Estados Unidos va a significar un aumento de las exportaciones industriales mexicanas y muy probablemente otro incremento en las remesas de los emigrantes mexicanos a sus familias.