El Debate de Los Mochis

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

- Catón armandocat­on@gmail.com afacaton@yahoo.com.mx

No vayas a Saltillo. Si vas corres el riesgo de no querer ya regresar a tu ciudad. Hermosa población es, en efecto, mi solar nativo. Ha armonizado sabiamente su antañona belleza de ciudad colonial con sus impulsos de moderna urbe automotriz y capital industrial de primer orden. Su cielo es claro y limpio; transparen­te su aire. Vivimos sin el temor y sobresalto­s que en otros lugares hacen que la vida cotidiana sea aventura peligrosa. Su tradición cultural es conocida en todo México. Sus institucio­nes educativas -el glorioso Ateneo Fuente; la benemérita Escuela Normal; la insigne Universida­d Agraria "Antonio Narro"; el prestigios­o Tecnológic­o de Saltillo- gozan de fama nacional. En cada varón saltillens­e hallarás un poeta, y en cada mujer una musa. Nuestra Catedral convoca al amor divino, y nuestra Alameda incita al amor humano. (Este amigo mío dice que le queda más cerca la Alameda). Si compras un sarape de Saltillo te harás dueño de todos los colores del mundo y de otros que no son de este mundo. Y mi ciudad posee los saberes de alma que se necesitan para hacer justicia a esa obra de Dios llamada cuerpo. Los vinos que da nuestra tierra son desafío a los mejores del país, y sus frutos tradiciona­les -el perón y el membrillo- están como para perder por ellos el otro paraíso. En el pan de pulque de Saltillo se funden las dos nobles estirpes que están en la raíz de nuestro ser: la española y la tlaxcaltec­a. ¿Lugares para bien yantar? Ve al Café Viena, donde se preserva con amoroso celo la tradición fundada por don René Molina, o deléitate en "Los pioneros" con las sabrosísim­as viandas que ofrecen don Abel Silos y su laboriosa familia. Y otra ventura ha favorecido a mi ciudad últimament­e: un muy buen gobierno municipal a cargo de un joven alcalde, Manolo Jiménez Salinas, quien ha contado con el apoyo de uno de los mejores gobernante­s que Coahuila ha tenido: Miguel Ángel Riquelme Solís. Las excelentes administra­ciones de ambos fueron factor decisivo para que en Saltillo ganara sin problemas la elección de alcalde un saltillens­e de gran calidad, el ingeniero José María Fraustro Siller, que de seguro aplicará su vasta experienci­a en el servicio público, su talento organizati­vo y su gran calidad humana a la tarea de mantener y aumentar los logros que han hecho de Saltillo una ciudad ejemplar, habitada por gente que en el trabajo y en los valores del hogar y la familia encuentra los fundamento­s de su bienestar. Por eso te lo digo una vez más. No vayas a Saltillo. Si vas corres el riesgo de no querer ya regresar a tu ciudad. Doña Chalina asombró a sus compañeras de la merienda de los jueves cuando manifestó de pronto: "De lunes a domingo mi marido se echa dos diarios". Todas las concurrent­es la miraron; unas con ojos de incredulid­ad, otras de admiración, las más de envidia. "Sí -confirmó doña Chalina-. El Clarín y La Gaceta". Afrodisio Pitongo le pidió a Dulciflor la entrega de su doncellez y su virtud. Respondió ella: "Te las daré -la virtud y doncellez- dentro del matrimonio". "Está bien -se resignó el salaz verraco-. Entonces esperaré a que te cases".Don Flacidio regresó a su casa pesaroso y cariaconte­cido. Le dijo a su esposa que el médico le había ordenado renunciar a la mitad de su vida sexual. "¿Y a cuál mitad renunciará­s? -preguntó en tono acre la señora-. ¿A la mitad en que piensas o a la mitad de que hablas?". Reunión de amigos en el Bar Ahúnda. Don Castalio consultó su reloj y anunció en seguida: "Me voy a mi casa. La mucama salió, y mi esposa está sola". Don Chinguetas vio la hora y declaró: "Yo también me voy a mi casa. Mi esposa salió y la mucama está sola". FIN.

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