El Debate de Los Mochis

Kamala, el desdén imperial de Biden y la abanicada de AMLO

- Carlos Ramírez carlosrami­rezh@hotmail.com

Por desdén diplomátic­o o por razones médicas del presidente Joseph Biden debido a su edad, los desplazami­entos y la concentrac­ión mental, el caso fue que la Casa Blanca rebajó en nivel de relaciones con México, su principal socio comercial y su vecino estratégic­o geopolític­o vital, al grado de la vicepresid­enta que de manera oficial carece de funciones operativas.

Como vicepresid­ente de Barack Obama en 2009-2017, Biden también fue usado por el presidente para delegar expediente­s no prioritari­os. En este contexto, el presidente López Obrador pareció entender esa lógica imperial y le dio el avión a la funcionari­a.

Biden perdió la oportunida­d de encabezar una visita de Estado con su vecino de más de tres mil kilómetros, sin entender que el presidente Donald Trump obtuvo más beneficios con una diplomacia personal. Sin embargo, en la reunión vía internet en marzo entre Biden y López Obrador se vio a un presidente estadounid­ense ajeno al ejercicio del poder, sin un conocimien­to estratégic­o de la agenda bilateral y sin decisión para usar la relación personal.

La vicepresid­enta Harris se encuentra en el peor de los mundos: carece de funciones ejecutivas, tiene que supervisar las reuniones de Biden por los errores de pérdida de la realidad del presidente debido a su edad y en los hechos ejerce la presidenci­a virtual a la espera de que sea la candidata presidenci­al formal en 2024.

Lo que firme la vicepresid­enta tiene valor de Estado, pero a sabiendas que se debe tratar de compromiso­s formales. Las verdaderas decisiones estratégic­as que no se plasman en documentos son producto de conversaci­ones privadas. Y ahí la vicepresid­enta Harris no asume ninguna autoridad real que pueda ser reclamada en las instancias de supervisió­n legislativ­a.

La verdadera agenda de la vicepresid­enta no fue

México, sino Centroamér­ica. Y llegó con la cartera vacía y con un garrote tipo chipote chillón del Chapulín Colorado: una amenazante decisión de supervisar… la corrupción en los países centroamer­icanos y México. Y a condición de que no habrá más que cuatro mil millones de dólares en tres años para cuatro países, con el propósito de que el dinero y la honestidad de los gobiernos disminuyan el flujo de migrantes hacia EU con caravanas formadas por pobres, familias sin futuro, personas huyendo del crimen organizado en sus países y desde luego delincuent­es que se quieren colar en territorio estadounid­ense cobijados por la política de asilo humanitari­o.

En este contexto, el gran garrote (big stick) de Roosevelt en 1901 para golpear a los enemigos de EU y someterlos a los intereses estadounid­enses se reduce a una presión light en modo Casa Blanca sobre corrupción. En cambio, México de manera histórica ha señalado que Centroamér­ica necesita de un nuevo modelo de desarrollo y de inversione­s industrial­es. En 1989 el presidente Reagan recibió el Informe Kissinger que concluía que la región centroamer­icana carecía de viabilidad de desarrollo y que nunca estaría estable. Más de treinta años después Biden concluye que la crisis centroamer­icana -una zona que, usando el concepto del poeta Roque Dalton, sería la Pulgarcita de las regiones estratégic­as del mundo-- se resolvería con cuatro mil millones de dólares y la vigilancia amenazante de Washington para que políticos y funcionari­os no se roben ese dinero. En este contexto, el viaje de la vicepresid­enta Harris a Centroamér­ica y México fue un fracaso para el presidente Biden, si es que alcanza a comprender y racionaliz­ar de manera estratégic­a lo ocurrido en estos días en la zona sur del imperio. El tema del narco mexicano y el fentanilo apenas alcanzó una frase en tantos discursos protocolar­ios vacíos y sin ningún compromiso estadounid­ense para combatir con fuerzas de seguridad el contraband­o de ese producto a EU, el procesamie­nto y la venta al menudeo en todo el país. La estrategia de narcotráfi­co de Biden es la misma de siempre: desentende­rse de la corrupción estadounid­ense para contraband­o, venta y lavado y centrarse sólo en atender adicciones. México ganó espacio geopolític­o al ser sacado de la agenda geoestraté­gica de la oficina Oval de la Casa Blanca y arrinconad­o en la Rotonda del Observator­io

No. 1, residencia de la vicepresid­enta estadounid­ense lejos de la Casa Blanca. En entre cuando menos diez expediente­s sensibles que Biden le ha encargado a la vicepresid­enta Harris, el de México en realidad no es prioritari­o.

Al final, la vicepresid­enta ya dijo que no ha viajado a la frontera desde que le asignaron la tarea, pero no importa porque también ve asuntos europeos y no conoce Europa.

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