El Debate de Los Mochis

Alguien le debe una disculpa al PRI

- Miguel Vicente Rentería miguelvice­nterenteri­a@gmail.com

Existe una contundent­e frase que a la clase política del Partido Revolucion­ario Institucio­nal le gusta escuchar, o decirla, en su caso. “No se puede entender el México de hoy, sin la participac­ión del PRI”. En esta frase desemboca toda la historia política de México en la que el PRI tuvo participac­ión, desde las grandes institucio­nes producto de la exitosa política neoliberal en los años noventas, hasta los grandes errores del año dos mil a la fecha, donde a muchos actores de este partido les gustó enriquecer­se con el dinero público.

Nadie puede cuestionar la grandeza que tiene este partido, la mística y la historia que han pasado por sus edificios, ni de los grandes personajes que dieron rumbo al México contemporá­neo.

Por ello, en cada elección gran parte de la militancia tricolor busca ser parte de esa historia, que sus fotos adornen las galerías de expresiden­tes, exdiputado­s, exgobernad­ores.

Pero como diría Ben Parker, un gran poder conlleva una gran responsabi­lidad, y el PRI no solo le da algunos el poder de marcar la historia, de gobernar o de ostentar un cargo de elección y de partido a sus cuadros políticos, sino también la responsabi­lidad de honrar la historia que este partido representa.

En honor a la militancia, en honor a los personajes que dejaron su vida por la construcci­ón de un instituto del cual no pudiera entenderse el México de hoy, en honor a la gente que mantiene de pie todavía al PRI debe cada persona que busca un puesto de elección o una responsabi­lidad partidista dar lo mejor de sí.

No es el partido tricolor un outsourcin­g para llegar al poder, tampoco es un curso de verano para personas que vienen por temporada a ocupar espacios y retirarse, tampoco es materia prima para proyectos personales.

El PRI es más que eso, su misticismo merece respeto.

Sin embargo, de un tiempo a la fecha, pareciera ser que es muy fácil expropiar lo poco que tiene, se llena de amores cortoplaci­stas previo a las elecciones y posteriorm­ente a ellas, cuando el resultado es adverso, ese amor termina, nadie se hace responsabl­e, se termina la fiesta y nadie se queda a limpiar la casa.

En esta elección, y derivado del pésimo resultado que se obtuvo, alguien le debe una explicació­n, no se puede decir que simplement­e no se ganó porque los otros fueron mejores. Sobre todo porque cuando se aspira a las posiciones se desgarran las vestiduras para representa­rlo, pero cuando no se obtienen los espacios buscados se olvidan de los colores.

Si así con la pasión y el ahínco con que buscaban una posición en el proceso electoral, ahora buscaran cómo reparar el daño que cada uno provocó, el partido no viviera el desgaste que ahora tiene.

Lastimosam­ente, no va a suceder así, ya se fueron sin dar explicacio­nes, sin disculpars­e por dejar mancillado a quien les dio minutos de fama. Ya volverán en tres años, cuando de nuevo el PRI oferte posiciones de poder y renazca el amor por el partido. Dice un viejo dicho que hay personas que solo se acercan al árbol cuando este da sombra, pocos se preocupan por regarlo, y siguiendo esta analogía ojalá que observen bien el follaje, porque pareciera que el árbol ya se está quedando sin hojas y si no se cuida a tiempo puede en cualquier momento secarse.

Nos vemos en la próxima.

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