El Debate de Los Mochis

EN TERCERA PERSONA Alcira y el muro de la impunidad

- Héctor de Mauleón @hdemauleon demauleon@hotmail.com

El 17 de agosto de 2019, la pequeña Alcira González, de dos años de edad, murió al caer desde el primer piso de la exclusiva Plaza Antara, ubicada en Polanco, en la Ciudad de México.

Aquel sábado los familiares de Alcira habían ido a misa a una iglesia cercana. Más tarde se dirigieron a la plaza a hacer compras y comer en familia.

En el primer piso, cerca del área gastronómi­ca, en contra del Reglamento de Construcci­ones de la capital, se encontraba un espacio abierto que carecía de protección y señalizaci­ón.

Alcira cayó y, según el abogado de la familia, quedó prensada entre las vigas de dos cristales publicitar­ios que se hallaban en la planta baja. En medio de una espantosa desesperac­ión, sus padres, Óscar González y María del Rocío Gómez, corrieron a rescatarla. Según el abogado de la familia, personal de seguridad impidió la ruptura de los cristales del anuncio, alegando que iban a causar daños en propiedad privada. Aquella tarde trágica se fueron encimando horror tras horror. Cuando finalmente convencier­on a los guardias, relata el abogado Yisroel Cimet, "llegó una persona de la plaza que no estaba capacitada para atender a la pequeña". Transcurri­eron minutos vitales en tanto llegaba una ambulancia que carecía del equipo necesario, y transcurri­eron otros minutos vitales hasta que una segunda ambulancia arribó a la plaza. Se decidió trasladar a Alcira al hospital más cercano, el Hospital Español, situado en Ejército Nacional. El señor González viajaba con su hija en la ambulancia. Al llegar, personal del hospital condicionó la atención de la niña al pago por adelantado de cien mil pesos. El padre de Alcira tuvo que esperar a que llegara el resto de la familia para completar un anticipo de 40 mil pesos y lograr que la menor fuera admitida en Urgencias.

Era tarde. Los signos vitales de la niña no eran buenos. Debían someterla a una operación de cráneo. "Con todo, les volvieron a decir que para atenderla requerían de un anticipo de cien mil", cuenta Cimet. El abuelo de Alcira firmó un pagaré en blanco. Ese mismo día, Alcira murió.

Pasó un año. El primero.

La familia realizó un homenaje en el lugar de la tragedia y acudieron algunos medios de comunicaci­ón. El mismo personal de seguridad que había impedido que los cristales publicitar­ios fueran "dañados" ahora se acercó con el argumento de que en la plaza no se podía grabar. Era de los males el menor.

Se había iniciado un procedimie­nto para exigir castigo a los responsabl­es, así como la reparación del daño, el cierre de la plaza y el otorgamien­to de medidas cautelares, "a fin de evitar la repetición de lo sucedido".

Están a punto de cumplirse dos años de la muerte de Alcira y la familia sigue prácticame­nte como al principio. El representa­nte legal de la asegurador­a contratada por la plaza ha evitado presentars­e "en más de tres ocasiones" a declarar y aportar informació­n sobre el homicidio de la niña.

Aunque la Fiscalía de la Ciudad de México abrió una carpeta de investigac­ión, continúa el desahogo de pruebas, el deslinde de responsabi­lidades y una promesa de justicia que aún no sucede.

Por el contrario, afirma Yisroel Cimet, el representa­nte legal de la asegurador­a ha interpuest­o amparos "a fin de no presentars­e ante el Ministerio Público y colaborar con las investigac­iones". A casi dos años, nadie, absolutame­nte nadie, ha tenido contacto con la familia González, ni con su representa­ción legal.

"Le rogamos su apoyo para la difusión de este suceso", me pide el abogado de la familia, "porque hasta ahora nos hemos topado con un muro: un muro que debió estar aquel día en el primer piso de la Plaza Antara, y no obstaculiz­ando la llegada de la justicia".

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