LÓPEZ OBRADOR Y EL PODER DEL DISCURSO POPULISTA
El gran poder de la retórica que tiene el presidente de México es que sus seguidores se sienten protagonistas de una lucha épica y que forman con él un vínculo emocional, afirma analista político
El populismo es una forma de hacer política, pero, muy en lo particular, es una forma de hacer comunicación política, en la cual se habla de una sociedad dividida en dos bandos enfrentados entre sí: el pueblo y la élite. En el momento en que el concepto de “pueblo” es el eje de la narrativa demagógica del presidente Andrés Manuel López Obrador, estamos ante un discurso populista, afirmó en entrevista para EL DEBATE Luis Antonio Espino, consultor en comunicación, especializado en redactar y analizar discursos para líderes políticos, empresariales y activistas, así como autor del libro López Obrador: el poder del discurso populista.
De acuerdo con Espino, a lo largo de los primeros dos años del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la pandemia ha llenado de enfermedad, luto y dolor a cientos de miles de hogares, la violencia y el crimen han alcanzado niveles inéditos, la economía se ha desplomado, el desempleo no cede, las empresas de todos tamaños se enfrentan a diario con nuevos obstáculos para operar y servicios públicos esenciales, como la salud y la educación, enfrentan una crisis sin precedentes. Sin embargo, lejos de generar una vigorosa demanda ciudadana por un cambio de rumbo, el presidente López Obrador mantiene niveles de popularidad que desafían toda lógica y que se manifiestan en una actitud de devoción genuina de parte de millones de personas que lo apoyan y defienden, a pesar de que sus decisiones han sido muy costosas para todos los mexicanos. Parece que AMLO goza de una reserva inagotable de esperanza y paciencia, capital que él usa para decir y hacer cosas que a ningún otro político se le permitirían.
• Aprobación
De acuerdo con el reporte de gobernabilidad, de la firma Grupo de Economistas y Asociados (GEA) del mes de mayo, indicó que AMLO mantuvo la aprobación ciudadana en el 50 por ciento y detalló que la aprobación se mantuvo en comparación con el trimestre anterior, después de una caída de siete puntos con respecto a noviembre de 2020. Sin embargo, de acuerdo con la medición sobre aprobación presidencial realizada por Consulta Mitofsky para El Economista, la aprobación sobre el desempeño del tabasqueño se vio afectada, pues entre abril y mayo pasados, el presidente Andrés Manuel López Obrador disminuyó su nivel de aprobación mensual promedio de 61 a 57 por ciento; y su nivel de desaprobación aumentó, ya que pasó del 39 a 43 por ciento. Esta consulta también reveló que López Obrador obtuvo la mayor desaprobación entre los empresarios, con un 63.6 por ciento. Mientras que entre las personas que votaron por AMLO, la aprobación bajó 4.3 puntos porcentuales en mayo con respecto a abril pasado, según los resultados de la encuesta. En este libro, el autor intenta explicar a los lectores cómo es posible que el presidente, teniendo los resultados que ha tenido en lo que va de su Gobierno, siga conservando una aprobación tan estable, que no se ve afectada por las grandes crisis que ha enfrentado México con él a cargo. “Y no solo eso, sino cómo es posible que haya podido construir una relación emocional tan intensa con sus seguidores, que lo aprueban y lo apoyan a pesar de todo”, mencionó.
• Uso del discurso
Luis Antonio Espino asevera que el poder del discurso populista radica en que el presidente López Obrador utiliza el lenguaje como un instrumento para controlar la percepción que los ciudadanos tienen de su persona y de sus decisiones y lo ha hecho de una manera en la que ningún otro político en México pudo hacerlo. De ahí que diera como resultado que muchos de los ciudadanos lo evalúen no como un servidor público que tiene que dar resultados completos, sino como un hombre providencial que está cumpliendo una misión superior: reivindicar a un “pueblo” victimizado que ha sufrido el abuso de los poderosos durante muchos años. “El gran poder de esta forma de retórica que tiene López Obrador es que sus seguidores se sienten protagonistas de una lucha épica y que forman con el presidente un vínculo emocional, yo digo en el libro: impermeable a la verdad, cerrado a la evidencia y blindado contra la realidad”.
De acuerdo con Luis Antonio Espino, ante esta realidad, no cobran importancia las estadísticas que se muestren a los seguidores del presidente o que se les demuestre que AMLO no está gobernando mejor que sus antecesores, lo que importa es que millones de personas quieren creer
que sí es diferente y, en esa medida en que lo crean, lo aprueban, destacó.
“El problema es que él utiliza esa aprobación no para gobernar mejor, sino para centralizar el poder en su persona y erigirse como la única persona que tiene algo que él llama ‘autoridad moral’ para gobernar a México. Esa es la parte preocupante del poder del discurso populista, que no está usando él esa aprobación más que como un permiso para tomar decisiones que no tienen otro límite que su voluntad”, señaló.
Propaganda en vez de información El consultor en comunicación y analista político Luis Antonio Espino sostiene que esa falta de congruencia entre aprobación y desempeño es consecuencia de la forma en la que el presidente López Obrador utiliza el poder del discurso populista. Este libro disecciona y enuncia los cinco pasos que el presidente sigue a diario en sus discursos. El primero de ellos se refiere a adaptar los hechos a una narrativa demagógica, que reduce la enorme complejidad de la sociedad y sus desafíos en un relato de “buenos” (“el pueblo”) luchando contra “malos” (las élites), relato que forma la base de un discurso emocional, polarizador y lleno de falacias retóricas.
En segundo lugar, el de sustituir comunicación con propaganda, con el propósito de confundir y manipular a la sociedad y crear una realidad paralela siempre favorable a AMLO para colocar artificialmente su imagen a la altura de héroes históricos incuestionables, lo que le permite evitar la rendición de cuentas.
En el número tres, habla sobre que, ante las crisis, negar la realidad, minimizar la situación y eludir su responsabilidad, buscando siempre preservar su imagen como un líder irreprochable e infalible y hacer que la gente piense que sus “adversarios” son los “culpables” de todos los males del país.
El punto cuatro se refiere a deslegitimar a toda fuente de conocimiento, información y crítica, con el fin de ser la única voz autorizada en el debate público, evitar la evaluación objetiva de sus resultados y remover contrapesos intelectuales al ejercicio de su poder.
Y en quinto lugar, resalta la característica de manipular el lenguaje para erigirse en el único poder legítimo, usando la palabra como arma para debilitar las instituciones democráticas, destruir la reputación de los opositores, centralizar el poder y convencer a la mayoría de que él es la única persona capaz de gobernar a México.
Intenciones en vez de resultados Según el autor, toda la evidencia apunta a que el verdadero objetivo del presidente López Obrador es el cambio de régimen político en México, sustituir la imperfecta y débil democracia que tenemos con un régimen nacionalista, populista, bajo su único mando.
Una situación perjudicial para México porque en una democracia, todo gobernante debe sujetarse a tres límites; la ley y la Constitución, las instituciones formales de la democracia y al de la opinión pública y de la ciudadanía, la cual va reaccionando y va opinando sobre lo que le parece bien y lo que le parece mal, por lo que, en este caso, López Obrador utiliza el discurso como arma para “brincarse” esos tres límites. Agregó que en la medida en que López Obrador ha logrado que la gente lo juzgue por sus intenciones y no por sus resultados, evita que se le pongan límites a su actuar, aun cuando estuviera dando resultados positivos eso sería peligroso, pero lo peor es que ni siquiera está dando buenos resultados, afirmó.
“No hay resultados, ni tampoco se respetan las instituciones y las reglas de la democracia; entonces, creo que esa combinación sí es muy negativa para el país. Yo en el libro argumento que lo que es bueno para López Obrador no necesariamente es bueno para México”. El autor concluyó que el ascenso y popularidad del presidente se explican por la presencia dominante en la política, los medios y los círculos de opinión mexicanos de la demagogia, una forma de argumentación y debate de los problemas públicos que, en vez de hablar de problemas y sus posibles soluciones, centra el discurso en argumentos sobre la identidad, la autenticidad y la supuesta bondad o maldad de las personas, para así encontrar y castigar de alguna manera a los “culpables” de los males del país.
Por ello, dice el autor, aun suponiendo que López Obrador deje la Presidencia en 2024, si el discurso y lenguaje demagógicos persistieran como forma dominante de entender y participar en la vida pública, la democracia mexicana no saldría de su actual crisis. De ahí que Espino afirma que, más allá de la figura de AMLO, “derrotar a la demagogia es el verdadero desafío histórico de nuestros tiempos”.
El gran poder de esta forma de retórica que tiene López Obrador es que sus seguidores se sienten protagonistas de una lucha épica y que forman con el presidente un vínculo emocional, yo digo en el libro: impermeable a la verdad, cerrado a la evidencia y blindado contra la realidad”
Luis Antonio Espino
Consultor en comunicación
El problema es que él utiliza esa aprobación no para gobernar mejor, sino para centralizar el poder en su persona y erigirse como la única persona que tiene algo que él llama `autoridad moral' para gobernar a México, esa es la parte preocupante del poder del discurso populista”
Luis Antonio Espino
Consultor en comunicación