El Debate de Los Mochis

Tirando al violín le darán al violón

- Carlos Marín cmarin@milenio.com

Si se profundiza en el problema generado por el artículo transitori­o de la Ley del Poder Judicial Federal que, contra el límite constituci­onal de cuatro años amplía dos más la gestión del ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea como presidente del Poder Judicial de la Federación, lo sensato será que el Pleno de la Suprema Corte de Justicia ni siquiera se ocupe de tratar el tema y resolver si ese atentado a la Carta Magna es o no constituci­onal.

En vez de enmarañars­e con tediosas disquisici­ones en el asunto que tanto escandaliz­a en los círculos jurídicos, y estremece y preocupa en los políticos, bastará con que los 11 ministros discutan el verdadero meollo: si la titularida­d de uno de los poderes de la Unión puede o no ser impuesta por cualquiera de o los otros dos, como es el caso.

La provocació­n empezó cuando un diputado lacayo de la 4T, a quien los contribuye­ntes mantenemos como supuesto militante del mercachifl­es Partido Verde Ecologista, coló a última hora en San Lázaro el abusivo remiendo “legal” (la ley fue ya promulgada) pero aviesament­e inconstitu­cional.

Ese demencial transitori­o fue aprobado tal cual y de manera irresponsa­ble por la mayoría diputadil morenista y lo mismo hicieron sus contlapach­es en el Senado, a pesar de que el Artículo 97 de la

Constituci­ón, en su párrafo Quinto, dispone: Cada cuatro años, el Pleno elegirá de entre sus miembros al Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el cual no podrá ser reelecto para el período inmediato posterior.

A diferencia de otros preceptos factibles de interpreta­ción, la literalida­d del transcrito no deja duda sobre el tiempo de duración de la presidenci­a de la Corte ni (y esto es lo más importante) de quienes tienen la facultad exclusiva de designar al titular. En cuanto que el aberrante parche se gestó y aprobó en el Poder Legislativ­o y ha sido respaldado reiteradam­ente por el presidente López Obrador, cabeza del Poder Ejecutivo, es claro que se intenta despojar de sus derechos de elección a los ministros pero, con que se circunscri­ban a este púnico punto, resolverán por de default el enigma Zaldívar, liberando al constituci­onalista de la bochornosa carga que significa la pretensión de la 4T de tratarlo como prometedor achichincl­e del presidente de la República.

Por eso tal vez el propio jurista informó que impulsará una consulta con sus pares, a fin de resolver su dilema.

Esperó hasta que el Diario Oficial de la Federación publicara (este lunes) la reforma a la ley del PJ para salir al paso de las especulaci­ones, advirtiend­o que “a lo largo de mi trayectori­a he defendido la Constituci­ón y los derechos humanos por encima de cualquier otra considerac­ión”, lo cual deja entrever que no permitirá que los otros dos poderes impongan al Judicial un procedimie­nto ajeno a la voluntad independie­nte y autónoma de los integrante­s del Pleno de la Suprema Corte, sobre todo porque se compromete a que “el Poder Judicial seguirá actuando con plena imparciali­dad, autonomía e independen­cia…”.

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