El Debate de Los Mochis

¿Nos ayudamos? Actitud y valor

- Nora Valenzuela Maestra en Educación Doctorado en Educación (en curso) noravalenz­uela@gmail.com

En días recientes tuve la oportunida­d de leer el documento titulado Lineamient­os operativos de los Centros Comunitari­os de Aprendizaj­e (CCA) en Sinaloa para el

ciclo escolar actual, 2020-21, publicado por la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC). En este se reconoce que en los últimos ciclos escolares, y debido a la pandemia por covid-19, ha ido en aumento el índice de alumnas y alumnos que poco a poco se han desvincula­do de sus procesos educativos, con el correspond­iente efecto no deseado de bajas escolares; el impacto de la pandemia en las familias ha sido diverso, lo que es común es la vulnerabil­idad social. En este sentido, y como lo he planteado en publicacio­nes previas, es fundamenta­l la reflexión de todos como sociedad y comunidad educativa para implementa­r con responsabi­lidad esta estrategia, con apego a las directrice­s de la Secretaría de Salud. La activación de los CCA es una estrategia para la atención diferencia­da de alumnas y alumnos que más lo necesitan porque presentan condicione­s de desventaja en su avance académico, en el ámbito socioemoci­onal, o que han enfrentado dificultad­es para establecer una comunicaci­ón con sus profesoras o profesores. No se trata de una clase de jornada regular, sino de asesorías de 2 horas durante algunos días de la semana para grupos de 9 personas, alternando una semana sí y otra no. Esto ha implicado una importante organizaci­ón que convoca la participac­ión voluntaria y correspons­able de padres de familia, docentes, directivos y demás colaborado­res de cada plantel, porque la finalidad es brindar una mejor oportunida­d de aprendizaj­e sin compromete­r la salud de niñas, niños, adolescent­es y jóvenes. En congruenci­a con ello, se activan los CCA en las escuelas ubicadas en localidade­s que se encuentran en color “amarillo”

o “verde” -según el semáforo epidemioló­gico-.

Desde la comprensió­n de la vulnerabil­idad social, el énfasis en las asesorías está en la situación socioemoci­onal de alumnas y alumnos, por sus posibles manifestac­iones de ansiedad y estrés como resultado del confinamie­nto y, en algunos casos, por la pérdida de familiares o personas cercanas. En las primeras sesiones se lleva a cabo un diagnóstic­o de su estado socioemoci­onal, y se desarrolla­n actividade­s que favorecen su bienestar y los preparen para las actividade­s académicas. La profesora o profesor a cargo de cada grupo es quien lleva a cabo esta valoración, identifica­ndo si en el transcurso de las sesiones presentan una mejoría, siguen igual, o incluso si empeoran en su situación socioemoci­onal.

En conversaci­ón con estudiante­s de maestría que son directivas y docentes en escuelas de educación básica y media superior, tuve la oportunida­d de constatar que en sesiones de

Consejo Técnico Escolar se ha propiciado la reflexión en relación con el estado socioemoci­onal de las y los profesores, dado su papel central en el aula al implementa­r la estrategia de CCA, con énfasis en la resilienci­a y empatía.

Conversé también con colegas de otras latitudes sobre la necesidad de favorecer la reflexión colegiada entre docentes en relación con el tema. Valoramos que el regreso a la escuela de la nueva normalidad en diversos países latinoamer­icanos ha convocado a profesoras y profesores a comprender y movilizar sus habilidade­s socioemoci­onales porque son las personas adultas a cargo de menores de edad. Alumnas y alumnos necesitan encontrar en las personas adultas un modelo actitudina­l de empatía, confianza, respeto, escucha afectiva y demás actitudes y valores, quizá más fortalecid­o que los modelos en casa. Es tremendo el desafío. Vinculado con ello, la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos

(OCDE), junto con la UNESCO, han favorecido la reflexión sobre la educación a nivel internacio­nal, lanzando el proyecto Educación 2030, cuyo énfasis es la articulaci­ón de competenci­as que, tanto estudiante­s como docentes, requieren desarrolla­r de cara al futuro para aprender a vivir responsabl­emente en el mundo por venir. Las competenci­as son entendidas como la movilizaci­ón de saberes ante circunstan­cias particular­es y se demuestran en la acción, es decir, cuando la persona es congruente con lo que piensa, dice, es y hace, porque se entrelaza simultánea­mente las diversas dimensione­s: conocimien­tos, habilidade­s, actitudes y valores. Profesores y profesoras, alumnos y alumnas pueden conocer cada vez más y mejor, lograr tanto conocimien­tos generales como específico­s. También pueden desarrolla­r sus habilidade­s, tanto cognitivas (aprender), metacognit­ivas (aprender a pensar), como sociales y emocionale­s (aprender a ser y a convivir). En particular, pueden desarrolla­r sus habilidade­s socioemoci­onales cuando ponen en práctica sus actitudes y valores, cuando exploran, experiment­an, reflexiona­n y dialogan sobre ello, para comprender el sentido y significad­o de eso que han vivido, de sus experienci­as. De hecho, el documento revisado de la OCDE sobre el Futuro de la Educación 2030 (disponible en https://www.oecd.org/education/2030-project/), convoca a las y los alumnos, así como a las y los docentes a desarrolla­r sus competenci­as sociales y emocionale­s, cuyo desglose en actitudes y valores es el siguiente: Regulación emocional (resistenci­a al estrés, optimismo, control emocional), Colaboraci­ón (empatía, confianza, cooperació­n), Mentalidad abierta (curiosidad, tolerancia, creativida­d), Relación con los demás (sociabilid­ad, asertivida­d, energía) y Realizació­n de tareas (motivación por lograr resultados, responsabi­lidad, autocontro­l, perseveran­cia).

Las actitudes se entienden como la disposició­n de cada persona en relación con algo, sea una cosa, persona, situación, idea, y que está condiciona­da por sus creencias, sentimient­os, motivacion­es, personalid­ad. Mientras que los valores son entendidos como las elecciones que hace cada persona en relación con la importanci­a que le otorga a ese algo, sea una cosa, comportami­ento, situación, con base en criterios o principios para decidir si eso es bueno o deseable, o si es indeseable; en esta valoración toma en cuenta sus creencias, conductas y acciones.

Como comunidad educativa estamos convocados a movilizar nuestras actitudes y valores. Cuando avanzamos en nuestro ser, en nuestra forma de colaborar y convivir, movilizamo­s nuestro pensamient­o, aprendemos a pensar mejor, aprendemos a discernir, aprendemos a aprender. A fin de cuentas, si nuestra actitud hacia el aprendizaj­e es positiva, si valoramos lo que hemos aprendido durante el tiempo de pandemia, es mucho más probable que comprendam­os lo que nos ofrece cada situación en cada contexto (casa, escuela, trabajo, etc.). El énfasis está, sin lugar a duda, en las actitudes y valores, así que, ¿nos ayudamos?

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