Vestigios del rancho La Guaza pueden verse al bajar el nivel de la presa Luis Donaldo Colosio
Perteneció al general Roberto Cruz, militar de Guazapares, Chihuahua, quien participó en la Revolución Mexicana La iglesia, corrales, casas, un auto y cercos, entre los vestigios que dejó ver la falta de lluvias este 2021
A lo lejos de La Guaza se escucha el tren pasar por entre los cerros de la sierra, para luego cruzar el puente Jesús Cruz o Chínipas.
110
años
de historia hay al menos entre los vestigios de La Guaza, en la presa de Choix.
60
minutos
se hace en lancha desde Techobampo a La Guaza, en los límites de Sinaloa con Sonora y Chihuahua.
Ahí están. Firmes, estoicos, orgullosos, sin doblarse con el paso de los años, dispuestos a morir de pie. Los vestigios de La Guaza, el rancho del general Roberto Cruz en la época de la Revolución mexicana, se yerguen imponentes en el vaso de la presa Luis Donaldo Colosio, Huites, en el municipio de Choix, y emergen cada tiempo de sequía para bañar de historia el inhóspito entorno.
La iglesia con su techo de ladrillo y la sacristía que guardan entre sus paredes servicios religiosos, confesiones y penitencias; barrotes de madera que delimitaban los grandes corrales en los que se criaban hatos de ganado y caballos; llantas enterradas entre el lodo, así como un viejo auto del que solo se aprecia el armazón de la parte delantera y el resto permanece caprichosamente sumergido en tierra firme, delatan la magnificencia de un ayer que ya no existe en este rincón sinaloense, pero que la sequía descubre para mostrarlo en todo su esplendor.
El recorrido
La travesía para llegar a La Guaza empezó a las 6:00 de la mañana en la ciudad de Los Mochis, para luego, al cabo de dos horas, y de cruzar el municipio de El Fuerte, arribar a la cabecera municipal de Choix, punto de encuentro con el guía de turistas Pedro Rábago y su hijo Kevin. Los choicenses mostraron el camino a Techobampo, un pueblo enclavado en la Sierra Madre Occidental, en los límites con los estados de Sonora y Chihuahua, desde donde se partió en lancha por el vaso de la presa Huites con destino a La Guaza.
La llegada a Techobampo agudizó y puso en alerta los sentidos sobre la necesidad urgente de cuidar cada gota de agua.
Esto, porque los cerros que delimitan el vaso de la presa más grande de Sinaloa lucen secos, sin vida, con marcas en sus laderas que revelan mejores tiempos para la presa Luis Donaldo Colosio, unos ayeres en los que incluso se tuvo que desfogar la obra hidráulica por estar al 100 por ciento de su nivel de conservación, como en diciembre de 2019, cuando, de acuerdo a la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sur (AARFS), la presa presentó un almacenamiento de 3,242 millones de metros cúbicos, situándose en ese momento al 101.2 por ciento de su nivel de conservación. Hoy, 18 meses después, esa misma presa guarda apenas cerca de 501 millones de metros cúbicos, lo que la coloca en el 18.5 por ciento de su almacenamiento.
Así, surcando las aguas por espacio de una hora, en la que mostró a la lejanía comunidades como Toro y la misma Huites, que todavía permanecen sumergidas en el vaso, el guía se dijo sorprendido, pues hasta hace apenas unas semanas todavía podía llegar en lancha y bajar a la altura de La Guaza.
Sin embargo, hoy se vio obligado a dejar la pequeña embarcación cerca de un kilómetro de distancia y caminar el resto del recorrido, pues todo estaba al descubierto por tierra ajada, lodo en algunos tramos, grandes arbustos secos con zopilotes en sus brazos en espera de peces u otros animales que se les cruzaran a la vista, y un calor sofocante que quemaba las entrañas y derretía todo a su paso, con una sensación térmica por encima de los 40 grados centígrados.
A cada paso se oía el crujir del lodo seco y por momentos el guía se detenía para analizar el suelo porque el fondo aún se veía húmedo, pero por fortuna todo transcurrió con normalidad y al final el esfuerzo, dijo Pedro, valió la pena, pues este viaje le permi
tió observar una vez más La Guaza, un rancho que sabía de él desde niño porque le hablaba de él su abuelo, Francisco Medina Espinoza, quien lo recorría a caballo, pero que el mismo Pedro, desde 1998, al convertirse en guía de turistas, pudo conocer y recorrer cuando la sequía se lo ha permitido. El resto de las veces, explicó, igual como lo hizo en esta ocasión con Toro y Huites, señala a turistas el lugar donde queda La Guaza, pues las aguas la cubren por completo. “Cuando se puede y llega a haber turistas les digo dónde está La Guaza porque la pasamos de largo en lancha hasta El Tabacal, en Guazapares, Chihuahua, hasta el puente del tren en Témoris, para regresarnos luego. Todo este recorrido nos lleva como una hora en ir y venir de La Guaza a Guazapares en lancha porque todo está cubierto por agua, pero ahora por la falta de lluvias está a la vista de todos y para hacer ese mismo recorrido nos llevaría prácticamente todo el día ir y venir, y subir y bajar cerros, hasta llegar al puente y regresar”.