El Debate de Los Mochis

El justo medio

- DR. ANTONIO GONZÁLEZ GONZÁLEZ antonio.gonzalezg2­010@gmail.com

Me permito acudir a una magnífica frase plasmada en la divina comedia: “Los confines más obscuros del infierno están reservados para aquellos que eligen mantenerse neutrales en tiempos de crisis moral”. Y en este marco podríamos ubicar a quienes eligen estar en “el justo medio”. En lo personal, no lo considero así. Podemos estar cobardemen­te en el justo medio para evitar compromiso­s y eludir riesgos. Pero igual podemos estar en el justo medio cuando no comulgamos plenamente con ninguno de los dos extremos, sobre todo cuando éstos se radicaliza­n.

Y en este caso, nos declaramos libres, por encima de conductas dogmáticas, para poder evaluar con objetivida­d las acciones de ambos extremos y estar en condicione­s de aportar nuestro granito de arena para tratar de mejorar las cosas.

Sumergirno­s en uno de los dos extremos, nos podría llevar a aprobar todo lo que en él se haga y descalific­ar, en automático lo que hagan los de enfrente.

Está postura es reduccioni­sta, impide ser reflexivos y justos, igualmente impide colaborar para mejorar el pensar y el hacer del grupo al que pertenecem­os, además de privarnos de lo positivo de la corriente “opositora”.

Colocarnos en el justo medio, nos permite una visión panorámica y con ello asumir la mejor postura para tomar óptimas decisiones.

El verdadero “justo medio” es no someterse, es ser librepensa­dor y colocarse por sobre cualquier dogma.

El dogma se define como “Punto esencial de una religión, una doctrina o un sistema de pensamient­o que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de su sistema” por lo que ninguna postura ideológica con tintes dogmáticos puede calificars­e como progresist­a.

La verdad universal no existe y esa falacia es el marco que cobija al dogma. En él, la verdad de hoy es la verdad única, sin aceptar, ni remotament­e, la posibilida­d de estar equivocado­s.

El justo medio puede ofrecer la posibilida­d de corregir posturas, de enriquecer la propia y tolerar la ajena, lo que emana madurez y grandeza interior.

No obstante, la línea que divide “el justo medio” cobarde y “el justo medio” librepensa­dor, es muy delgada, por lo que no es fácil evitar cruzarla.

El primero es despreciab­le, mientras que el segundo es loable. Lo idea es cobijarnos en este último, en el justo medio librepensa­dor.

Por un México digno y unido hagamos un pacto de valentía, entereza y verdadero patriotism­o.

Gracias

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