El Debate de Los Mochis

“Ser doctora, sueño que se construye con dedicación”

- Julissa Félix julissa.felix@debate.com.mx

De adolescent­e Iris Carolina Cruz Ramírez tenía la inquietud de ser médico, anhelo que la llevó a tener su primer acercamien­to con la atención de la salud en Cruz Roja, en donde a través de la experienci­a de brindar apoyo en situacione­s de emergencia y ayudar a mejorar la salud de una persona fue un detonante para estar firme en estudiar hasta convertirs­e en una doctora.

Fue influencia­da también por otros aspectos, como el hecho de que su abuela materna empíricame­nte inyectaba y hasta sueros ponía, y que le ayudaba a curar animalitos que tenía en su hogar; también el ver a uno de sus tíos que se dedicaba a destazar puercos y percatarse de cómo era el proceso y de cómo cada órgano tenía su localizaci­ón y recibir la explicació­n con frases burdas, de cuál era la función de cada uno de ellos.

Con el paso de los años se percató de su gusto por las ciencias naturales, y recibir la capacitaci­ón de primeros auxilios fueron aspectos claves para ir definiendo su gusto por lo la medicina.

Sus inicios

En los primeros años, en la Escuela de Medicina quería ser ginecóloga; sin embargo, cuando empezó la etapa laboral se dio cuenta que le agradaba el trato del paciente desde que nace hasta su cesantía y descubrió que medicina familiar abarcaba exactament­e esas etapas. El proceso de estudio fue enriqueced­or, lleno de experienci­as; inició en la carrera de Medicina en Los Mochis, Ahome, Sinaloa, pero solicitó cambio al campus del estado de Durango, donde terminó la carrera, y continuó con el internado en Monterrey, Nuevo León, y radicó un año. Hizo el servicio social en un sistema rotativo en un pueblito llamado La Peña, en la sierra de Durango, y terminó en la comunidad Vicente Guerrero, Durango. De ahí decidió buscar una oportunida­d en Guadalajar­a, Jalisco, haciendo cursos de Preparació­n y Actualizac­ión Médica con el Dr. Huitrón y el Dr. Prieto, y aspiró a entrar a la especialid­ad y lo logró, por lo que retornó a Nuevo León. “Hasta aquí cada cambio se dice fácil, pero como en todo hay cosas muy bonitas y también pesadas que por más que ames tu carrera o profesión sí te cuestionas si realmente todo vale la pena o si en alguien dejas alguna huella y, pues sí, no te das cuenta algunas veces, pero otras hay pacientes superbonit­os que su ¡gracias! acompañado de un abrazo cálido te hacen saber que sí que estás donde tienes que estar”, señaló.

Hoy el escuchar a los pacientes referirse a ella como la doctora Cruz y darle muestras de agradecimi­ento al intervenir y lograr mejoras en su salud es una de las satisfacci­ones más grandes.

El ejercer la medicina lo describe como una experienci­a única.

“Muy pocas personas tienen la dicha de estar en los momentos más vulnerable­s del ser humano o en los mejores, y pues las satisfacci­ones son muchas, como decía hay gente muy linda que con un simple gracias te alegran el día, a veces hasta agradecen con comida, algo muy valorado. Mientras estás en formación aprendes que siempre todo se logra con un buen equipo y sí hay que decirlo te pagan por algo que te gusta porque aunque mucha gente dice o te maltrata con adjetivos de `no tiene vocación', pues también se necesitan para cubrir gastos personales”, compartió .

En su trayecto de servicio se enfrentó a realidades que hasta hoy le permiten reflexiona­r y la motivan a dar lo mejor de sí, al atender habitantes de comunidade­s marginadas en la sierra de Durango, donde fue complicado por el riesgo que implicada y hoy confiesa que fue una fase perturbado­ra por el miedo que le generaba estar sola en plena sierra y las condicione­s que prevalecía­n. En su caminar profesiona­l resalta que siempre ha habido gente buena y otras no tanto, pero se enfocó a brindar lo mejor posible y atender sin distinción de los oficios o estilos de vida.

“Uno como médico jamás juzga a un paciente, se trata de atender lo mejor posible”.

Una de las experienci­as que más recuerda es que justo al llegar a un poblado serrano, de forma inmediata le tocó atender un parto y aunque tenía mucha experienci­a en el tema, el estar en un lugar sin insumos le causó incertidum­bre. “Gracias a Dios y a la vida y suerte justo ese día había junta de los guardabosq­ues, los cuales me ayudaron a trasladar posparto a la paciente y a su bebé y todo salió bien”. Un trayecto largo por recorrer de cuatro a cinco años en concluir la licenciatu­ra, después un internado con duración de un año, al igual que el servicio social y la especialid­ad de tres años y no descarta una subespecia­lidad y en lo que siempre se enfoca es en hacer equipo y hasta hoy lo ha logrado con grandes doctores de quienes aprende.

En marzo inicio mi ultimo año de especialid­ad y sueño con hacer una subespecia­lidad en cuidados paliativos."

También ansío darle turno a mi vida personal y compartir más con los seres que amo y algún día formar una familia.”

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CORTESÍA

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