“Ser doctora, sueño que se construye con dedicación”
De adolescente Iris Carolina Cruz Ramírez tenía la inquietud de ser médico, anhelo que la llevó a tener su primer acercamiento con la atención de la salud en Cruz Roja, en donde a través de la experiencia de brindar apoyo en situaciones de emergencia y ayudar a mejorar la salud de una persona fue un detonante para estar firme en estudiar hasta convertirse en una doctora.
Fue influenciada también por otros aspectos, como el hecho de que su abuela materna empíricamente inyectaba y hasta sueros ponía, y que le ayudaba a curar animalitos que tenía en su hogar; también el ver a uno de sus tíos que se dedicaba a destazar puercos y percatarse de cómo era el proceso y de cómo cada órgano tenía su localización y recibir la explicación con frases burdas, de cuál era la función de cada uno de ellos.
Con el paso de los años se percató de su gusto por las ciencias naturales, y recibir la capacitación de primeros auxilios fueron aspectos claves para ir definiendo su gusto por lo la medicina.
Sus inicios
En los primeros años, en la Escuela de Medicina quería ser ginecóloga; sin embargo, cuando empezó la etapa laboral se dio cuenta que le agradaba el trato del paciente desde que nace hasta su cesantía y descubrió que medicina familiar abarcaba exactamente esas etapas. El proceso de estudio fue enriquecedor, lleno de experiencias; inició en la carrera de Medicina en Los Mochis, Ahome, Sinaloa, pero solicitó cambio al campus del estado de Durango, donde terminó la carrera, y continuó con el internado en Monterrey, Nuevo León, y radicó un año. Hizo el servicio social en un sistema rotativo en un pueblito llamado La Peña, en la sierra de Durango, y terminó en la comunidad Vicente Guerrero, Durango. De ahí decidió buscar una oportunidad en Guadalajara, Jalisco, haciendo cursos de Preparación y Actualización Médica con el Dr. Huitrón y el Dr. Prieto, y aspiró a entrar a la especialidad y lo logró, por lo que retornó a Nuevo León. “Hasta aquí cada cambio se dice fácil, pero como en todo hay cosas muy bonitas y también pesadas que por más que ames tu carrera o profesión sí te cuestionas si realmente todo vale la pena o si en alguien dejas alguna huella y, pues sí, no te das cuenta algunas veces, pero otras hay pacientes superbonitos que su ¡gracias! acompañado de un abrazo cálido te hacen saber que sí que estás donde tienes que estar”, señaló.
Hoy el escuchar a los pacientes referirse a ella como la doctora Cruz y darle muestras de agradecimiento al intervenir y lograr mejoras en su salud es una de las satisfacciones más grandes.
El ejercer la medicina lo describe como una experiencia única.
“Muy pocas personas tienen la dicha de estar en los momentos más vulnerables del ser humano o en los mejores, y pues las satisfacciones son muchas, como decía hay gente muy linda que con un simple gracias te alegran el día, a veces hasta agradecen con comida, algo muy valorado. Mientras estás en formación aprendes que siempre todo se logra con un buen equipo y sí hay que decirlo te pagan por algo que te gusta porque aunque mucha gente dice o te maltrata con adjetivos de `no tiene vocación', pues también se necesitan para cubrir gastos personales”, compartió .
En su trayecto de servicio se enfrentó a realidades que hasta hoy le permiten reflexionar y la motivan a dar lo mejor de sí, al atender habitantes de comunidades marginadas en la sierra de Durango, donde fue complicado por el riesgo que implicada y hoy confiesa que fue una fase perturbadora por el miedo que le generaba estar sola en plena sierra y las condiciones que prevalecían. En su caminar profesional resalta que siempre ha habido gente buena y otras no tanto, pero se enfocó a brindar lo mejor posible y atender sin distinción de los oficios o estilos de vida.
“Uno como médico jamás juzga a un paciente, se trata de atender lo mejor posible”.
Una de las experiencias que más recuerda es que justo al llegar a un poblado serrano, de forma inmediata le tocó atender un parto y aunque tenía mucha experiencia en el tema, el estar en un lugar sin insumos le causó incertidumbre. “Gracias a Dios y a la vida y suerte justo ese día había junta de los guardabosques, los cuales me ayudaron a trasladar posparto a la paciente y a su bebé y todo salió bien”. Un trayecto largo por recorrer de cuatro a cinco años en concluir la licenciatura, después un internado con duración de un año, al igual que el servicio social y la especialidad de tres años y no descarta una subespecialidad y en lo que siempre se enfoca es en hacer equipo y hasta hoy lo ha logrado con grandes doctores de quienes aprende.
En marzo inicio mi ultimo año de especialidad y sueño con hacer una subespecialidad en cuidados paliativos."
También ansío darle turno a mi vida personal y compartir más con los seres que amo y algún día formar una familia.”