Su amor surgió a primera vista y lo conservan con el corazón
Martha y Guadalupe llevan 20 años de casados, y aunque no pueden verse a través de sus ojos como aquella vez, ahora lo hacen con el alma
Martha Hernández y Guadalupe Olivas son una pareja de invidentes que viven en feliz matrimonio desde hace 20 años.
Su amor surgió a primera vista y desde entonces lo conservan como el primer día que se conocieron, y aunque ahora no pueden verse a través de sus ojos como aquella vez que sus miradas se cruzaron, ahora lo hacen con el alma y el corazón. Ambos padecen retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa de los ojos, hereditaria y poco frecuente que ocasiona pérdida grave de la visión.
Así inicia su historia
Su bella historia de amor nació en la Ciudad Deportiva de Los Mochis. Ahí se conocieron mientras practicaban atletismo con el grupo de invidentes de la escuela de braille. “Yo tenía 32 años cuando conocí a mi esposa. Desde que la vi hubo click, pero empezamos como amigos. Los dos venimos de divorcios. Ya íbamos perdiendo la vista, en ese momento yo veía un 70 por ciento, por eso yo la alcancé a ver, y ella también miraba el 70 por ciento. Nos conocimos físicamente”, recuerda Guadalupe, quien ahora tiene 55 años de edad. Menciona que la imagen física que tiene de su esposa es la que guarda cuando sus ojos la vieron. “Siempre he dicho en tono de broma: nunca se va a hacer viejita para mí, porque la imagen que tengo de ella es la imagen que me queda en mi mente y en mi corazón.”
A los tres meses de novios se casaron por el civil en el entonces Jardín Mágico, hoy El Tungar.
“Nos casamos el 23 de noviembre del año 2002. Ella cuando estuvo casada no pudo tener hijos, y yo del primer matrimonio tampoco tuve hijos, siempre nos han dicho que Dios pone los medios, Dios te pone a la persona indicada. Ella no pudo tener hijos ni yo.”
Pero, por fortuna, en el 2004 nació su hijo Aldair Olivas Hernández, quien ahora tiene 18 años de edad y estudia diseño gráfico en la UAS. Guadalupe comenta que tienen una vida normal, como cualquier pareja.
“A pesar de que no vemos, vamos al cine, escuchamos la película, pero más que ver la película es la compañía, el salir juntos.”
Martha Hernández, de 53 años de edad, comenta que hubo química desde que se vieron.
“Cuando nos conocimos sí mirábamos bastante todavía, y sí nos tocó conocernos las facciones, los ojos; a mí me gustan mucho sus ojos, tenía o tiene los ojos muy pícaros, pizpiretos.”