El fenómeno político de Nayib Bukele
Dubái, Emiratos Árabes Unidos.- Si es usted usuario de redes sociales, seguramente en los últimos años se ha topado con más de una nota, video o publicación en donde aparece el hoy presidente del país centroamericano de El Salvador, Nayib Bukele, quien ha emergido como uno de los líderes más populares de la región latinoamericana. A la temprana edad de 30 años fue electo como alcalde del municipio de “Nuevo Cuscatlán” para el periodo 2012-2015 para posteriormente, en 2015, ser electo alcalde de la capital de su país, San Salvador, siendo candidato de uno de los partidos tradicionales de El Salvador, con quienes después tendría una ruptura política por no concederle la candidatura a presidente de la república. Se presentó como candidato ajeno a los dos partidos que habían gobernado durante casi 30 años su país, desde el término de la guerra civil en 1992, lo que le permitió percibirse como una opción fresca y antisistémica, además, contrario a la estrategia electoral territorial y clientelar de sus competidores, le apostó a las redes sociales y a un discurso jovial y directo alejado de los cánones políticos tradicionales.
Llegó a la presidencia de la república de El Salvador en el año de 2019, con mucha popularidad y votado por más de la mitad de los electores, pero sin mayoría en el poder legislativo y con un poder judicial con la mayoría de los ministros simpatizantes del antiguo régimen, cuestión que cambiaría pronto.
El año 2015 fue el más violento de toda la historia del país centroamericano, posicionándose como el país más peligroso del mundo según la tasa de asesinatos por cada cien mil habitantes, más peligroso incluso que países en guerra. A diferencia de sus antecesores, que buscaron pacificar a su país mediante el consenso y la firma de acuerdos de paz entre pandillas (principales protagonistas del crimen organizado) Bukele optó por la mano dura, y declaró un “Estado de Excepción”, lo que le permitió arrestar a personas sin previa investigación y solo por parecer sospechosos a juicio de las fuerzas del orden.
A la mitad de su administración, Bukele ha arrestado al 2% de la población adulta de su país, inaugurando recientemente un centro de confinamiento de grandes proporciones y anunciando que es apenas el comienzo. Esta estrategia ha traído consigo una pacificación del país no vista desde antes de la guerra civil que inició en los años 70´s, pero también ha traído críticas por el no respeto a los derechos humanos y la presunción de inocencia.
Lo más relevante al día de hoy es la popularidad que ha ganado, pues más del 70% de la población aprueba su mandato y ha logrado tener el control del poder legislativo después de elecciones intermedias, con 64 representantes de su partido, de un total de 84, lo que le permitió renovar el poder judicial y tener solo ministros afines a su régimen que reinterpretaron la constitución para permitirle presentarse como candidato el 2024.
Con popularidad y un poder político absoluto en su país, anunció su candidatura 2 años antes de las elecciones, para que cualquier adversario que tenga aspiraciones lo piense más de una vez. Nayib Bukele es el ejemplo perfecto para el debate que se libra a nivel mundial sobre el desencanto de las sociedades en cuanto a la efectividad de la democracia para alcanzar los anhelos de las naciones.