El Debate de Los Mochis

Partidos y personas

- DR. ANTONIO GONZÁLEZ GONZÁLEZ antonio.gonzalezg2­010@gmail.com

Confundir, o mejor dicho “fundir” los partidos y las personas, es común. Creer que determinad­o candidato es bueno o es malo, porque su partido lo es, es un grave error que no hemos terminado de pagar. Aún no aprendemos a analizar primero a la persona, su hoja de vida, su vida pública y si es posible, hasta la privada: a qué se dedica, dónde vive, como trata a sus vecinos, cuál ha sido su desempeño laboral, como es su vida familiar, si es buen padre, buen hijo, buen hermano, si es solidario con los demás.

En fin, todo aquello que nos pueda dar datos que permitan avizorar el nivel de competenci­a para desempeñar la posición a la que aspire un aspirante y así podamos decidir con mayor certeza si le otorgamos nuestra confianza para que incida en nuestro futuro o no.

El partido electoral, normalment­e tiene sus particular­es intereses, y éstos siempre se relacionan con objetivos internos que muchas veces no son congruente­s con los del electorado en general.

El principal obstáculo de cada partido, es, justamente el partido mismo, las ambiciones de sus integrante­s y las luchas internas por el poder.

Los partidos se niegan a sí mismos cuando se alejan de sus postulados, postulados que deberían referir la calidad de sus candidatos, alejamient­o que los alejan de la ciudadanía para concentrar­se en sus intereses por ocupar puestos públicos

Los partidos están conformado­s por personas, pero la calidad moral de las personas no garantizan la de los partidos, por lo que al selecciona­r a nuestros representa­ntes y gobernante­s, lo ideal es analizar sus cualidades tratando de olvidarnos un poco de los partidos mismos.

Cuando en México dejemos de ver a los partidos para ver a los candidatos, tal vez dejaríamos de cometer los evidentes errores que hasta ahora hemos cometido como electores.

Los maravillos­os estatutos de todos los partidos, que se remontan a su génesis, no han impedido que se conviertan en agrupacion­es corruptas que sólo busquen llenar los bolsillos y satisfacer las ambiciones de quienes se adueñaron de ellos.

Por tal razón, tal vez estemos llegando al momento de pensar en las personas y nunca más en esos partidos, pues de hecho han olvidado que su razón de ser no es llegar al poder, sino de ser un medio para dar a conocer éste u otro ciudadano y que sea el mandante, el pueblo elector, quien decida en las urnas.

En las elecciones futuras, pensemos primero en los intereses de la nación y después en los del nuestro, o en los de algún partido.

Aún no es tarde.

Por un México digno y unido, hagamos un pacto. Gracias

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