FATIMA HAIDARI
Sobreviviente del régimen talibán
Objetivo potencial de los talibanes, la joven feminista Fatima Haidari huyó de Afganistán y se instaló en Italia, donde organiza visitas turísticas virtuales de su país, con el fin de financiar cursos clandestinos para mujeres afganas sin acceso a la educación.
Fatima Haidari sumerge a los ciberturistas en el mundo de Herat, la ciudad del oeste de Afganistán que tuvo que abandonar con la llegada de los talibanes en agosto de 2021.
Hace visitar la gran mezquita azul con su loza esmaltada, la ciudadela y sus vistas panorámicas, el bazar de antigüedades y otras atracciones de la ciudad.
Belleza y horror
A través de Zoom, Haidari cautiva a su público con la apasionante historia de Herat y sus maravillas gracias a fotos y videos que transmite desde la residencia de estudiantes de Milán (norte) donde estudió Política Internacional en la Universidad Bocconi.
Al final del tour, las preguntas se multiplican. Los visitantes desean saber más sobre un posible viaje que resulta por lo menos peligroso.
“Cuando escuchamos hablar de Afganistán, pensamos en guerra, terror, bombas. Quiero mostrarle al mundo la belleza del país, su cultura, su historia”, asegura Fatima, de 24 años, en un inglés fluido. Entre los turistas virtuales figuran británicos, alemanes, italianos, australianos e indios.
Un tercio de las ganancias generadas por esos tours turísticos ha sido destinado a financiar lecciones de inglés en secreto para jóvenes afganas.
Los talibanes han restringido drásticamente la libertad de las mujeres, les obliga a usar burkas o chadores negros en público y les prohíbe asistir a escuelas secundarias y universidades, así como a trabajar en el sector público.
Labor de riesgo
La primera guía turística de Afganistán, Fatima, con un rostro dulce y radiante, solía ser insultada en las calles de Herat y los niños le arrojaban piedras mientras los clérigos la acusaban de “hacer el trabajo del diablo”, especialmente cuando acompañaba a hombres.
- “El poder del bolígrafo” “Los talibanes tienen miedo de las mujeres y de su fuerza. Los combatimos con el poder de nuestros bolígrafos, en lugar de con armas”, dice Fatima, sentada en la pequeña cocina que comparte con otros cuatro estudiantes. El acceso a la educación para ella fue una carrera a obstáculos. A la edad de siete años sus padres la enviaron a cuidar ovejas en las montañas rocosas de su región natal, Lal Sar Jangal, en la provincia de Gaur (centro).
“Me las arreglaba para llevar las ovejas a pastar cerca del río donde los niños tenían una escuela y así escuchar escondida las lecciones”, cuenta. Como no tenía bolígrafo, “escribía en la arena o en la arcilla”. A los 10 años, su familia, que era pobre, se mudó a Herat, donde no pudo ir a la escuela durante tres años. Gracias a la venta de artesanías que hacía durante la noche pudo comprar cuadernos y financiarse los estudios.
Fatima, la menor de siete hermanos, logró convencer a sus padres para que la dejaran ir a la Universidad de Herat, donde comenzó a estudiar periodismo en 2019.
“Querían que me convirtiera en una ama de casa perfecta. Pero yo no quería seguir el mismo camino que mis dos hermanas y terminar casada gracias a un matrimonio forzado”, dice.
Desde septiembre de 2022, Fátima forma parte del grupo de veinte estudiantes refugiados que fueron acogidos por la Universidad Bocconi. Con jeans metidos en las botas, mochila con su computadora portátil... Fatima se confunde entre la multitud, sentada al sol en las escaleras del campus donde conversa con sus compañeros de universidad.