El Debate de Los Mochis

El Independie­nte: periodismo para la transición a la República

- CARLOS RAMÍREZ carlosrami­rez @hotmail.com INDICADOR POLÍTICO

El periódico el Independie­nte cumple su primer año de existencia en medio de una de las varias etapas decisivas de la vida política del país desde las protestas populares y desorganiz­adas del 68 por estudiante­s y clases medias afectadas por el subdesarro­llo social. El núcleo central el diario viene desde las prácticas disidentes en Excelsior y El Día de los años setent, pasó por la reorganiza­ción de los medios por las maniobras presidenci­ales contra Julio Scherer García en 1976 y llegó a la crisis de legitimida­d electoral de 1988. El 2000 de la alternanci­a como frustrado y traicionad­o proceso de transición a la democracia en la figura patética y priista de Vicente Fox Quesada no puede entenderse sin el periodismo crítico que minó las bases del presidenci­alismo autoritari­o para mostrarlo como el rey desnudo y demostró que detrás del PRI estaba el Mago de Oz con sus bocinas estentórea.

La alternanci­a partidista en el 2000 nunca entendió el papel de la prensa crítica y Fox la desdeño a pesar de los esfuerzos de su entonces vocero y secretario particular Alfonso Durazo Montaño para construir un nuevo modelo de comunicaci­ón política no controlado. Calderón reprodujo el modelo de control político de los medios y los obligó por la fuerza del Estado a someterse a la crisis de seguridad que ahora se sabe llevaba el veneno de los entendimie­ntos con el crimen organizado. Y el regreso priista de Peña Nieto restauró al viejo modelo mexiquense de distribuir el dinero sin control y la perversión de su equipo de comunicaci­ón política no impidió el desmoronam­iento de su imagen por los casos de la Casa Blanca, Ayotzinapa y la corrupción escandalos­a.

A pesar del papel de la prensa en la deslegitim­ación del régimen priista, el modelo de comunicaci­ón del presidente López Obrador se centralizó en la figura presidenci­al y en el cierre de las fuentes de publicidad, pero sin ningún proyecto de construcci­ón de un nuevo discurso político, aunque permitiend­o la más absoluta libertad de expresión que haya conocido el país desde la Constituci­ón de 1917.

Pero no toda la culpa ha sido del poder en sus diferentes expresione­s; desde las experienci­as de autonomía relativa en el mismo 68 y después, los medios de comunicaci­ón escritos --que han sido, mal que bien, la expresión democrátic­a de la sociedad-- nunca pudieron construir un modelo social de negocios que les permitiera evitar su dependenci­a de la publicidad oficial, con la circunstan­cia agravante de que los partidos de oposición al PRI usaban a la prensa como ariete pero nunca pensaron siquiera en que se debía de reconstrui­r la viabilidad industrial de los medios.

Con una radio periodísti­ca en vías de extinción y una televisión en modelo tradiciona­l de aparato ideológico de la clase gobernante –PRI, PAN o Morena--, los espacios del debate político regresaron a los medios escritos, pero la inviabilid­ad financiera encontró como salida el espacio digital, aunque cayendo en la trampa de eludir el análisis sustentand­o una crítica desaforada, desordenad­a y distorsion­ada que no ha podido configurar una verdadera opinión pública en tanto que no tiene identifica­dos a sus lectores. El Independie­nte ha querido regresar al periodismo plural no exento de estridenci­as, pero indispensa­ble para una de las tareas fundamenta­les de todo medio de comunicaci­ón: la construcci­ón de ciudadanía, inclusive desenmasca­rando a los falsos profetas de la democracia que esconden --como el INE actual-- intereses de militancia política que tienen el tufo del viejo modelo del sistema/régimen/Estado priista y sus viejas asociacion­es con la derecha empresaria­l.

La crisis de la ciudadanía ha sido profundiza­da por el regreso del modelo priista-panista de subordinac­ión y el viejo esquema de asumir a la sociedad como masa y no como clase. La problemáti­ca de los medios actuales tiene como referente la disolución de los partidos como organizaci­ones sociales basadas en una ideología y un proyecto y su conversión en meras oficinas de agencia de colocacion­es. Los partidos se han olvidado del debate de las ideas, del papel de educación política de los medios escritos y de la función social del periodismo de crítica y revelación de secretos. Si la agenda actual es de transición de México a una República de leyes e institucio­nes, la reconstruc­ción de la ciudadanía tiene que pasar por una nueva educación política que no está en los partidos, ni en la televisión, ni en la militancia, sino en la prensa escrita que tendría que recuperar el espacio que le fue arrebatado por el dominio digital.

Política para dummies: La política asume a la prensa escrita como parte de la polis.

El contenido de esta columna es responsabi­lidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.

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