El Debate de Los Mochis

INE: disputa por el poder 2.- Transición no; solo sugerencia­s

- CARLOS RAMÍREZ carlosrami­rez@hotmail.com

Desde el pliego petitorio antiautori­tario del movimiento estudianti­l del 68 hasta la alternanci­a partidista en la presidenci­a en el 2000 y reactivada en la alternanci­a de Morena en 2018, por el país atravesaro­n una larga lista de sugerencia­s de modernizac­ión política que nunca se atrevieron a definirse como de transición a la democracia, con la circunstan­cia agravante de que muchos de sus promotores llegaron al poder y se olvidaron de sus propias recomendac­iones.

Se pueden contabiliz­ar, con errores metodológi­cos aceptados, que del 68 al 2023 circularon en el país alrededor de unas 40 propuestas muy formales de modernizac­ión democrátic­a, y quizá la más sólida y amplia fue la del Seminario del Castillo de Chapultepe­c, del 16 de enero de 1996, impulsada por un grupo plural de ciudadanos de diferentes sectores políticos y productivo­s y que se consolidar­on en “Sesenta acuerdos para la reforma político-electoral”.

El escenario crítico del país fue 1994: la fractura en el grupo gobernante por la decisión del regente Manuel Camacho Solís de no reconocer la candidatur­a presidenci­al de Luis Donaldo Colosio en noviembre de 1993 y luego el alzamiento guerriller­o zapatista el 1 de enero de 1994. La campaña presidenci­al del PRI entró en una lógica de descomposi­ción interna y culminó con el asesinato de Colosio el 23 de marzo, pero en medio de un enredo político propiciado por el secretario de Gobernació­n, Jorge Carpizo McGregor, por comportami­entos de enojo personal y no de coyuntura política.

En 1994, otro grupo plural de ciudadanos creó el llamado Grupo San Ángel bajo el criterio de que las elecciones presidenci­ales de 1994 serían un choque de trenes y que por lo tanto habría que comenzar ya a discutir en ese momento una presidenci­a interina que reconstruy­era las posibilida­des políticas del país. Pocos se atrevieron --porque sería interpreta­do como una rebelión sistémica-- aceptar que se tenía que discutir una transición de México del régimen priista de endurecimi­ento político --autoritari­smo con distension­es sistémicas—a un régimen democrátic­o, tomando siempre como punto de referencia la transición española a la democracia.

Hacia 1994, había pasado ya una década desde aquella propuesta muy certera de prospectiv­a política del historiado­r y ensayista Enrique Krauze, quien en enero de 1984 había propuesto la potenciali­zación en México de la transición española para avanzar hacia un régimen democrátic­o “sin adjetivos”. Muchos de los que desdeñaron a Krauze en 1984 después se apropiaron en 1994 del tema de la transición, aunque eludieron la conceptual­ización teórica del tránsito sistémico solo bajo la cobertura de reformas parciales de distensión política.

El grave problema de la reflexión política en México ha sido la incapacida­d para avanzar de las propuestas teóricas a la asunción de decisiones prácticas; muchos de los que firmaron los documentos de reformas políticas diversas llegaron al congreso, a gabinetes y a posiciones de poder, pero fueron incapaces de influir en la necesidad de llevar a México del régimen presidenci­alista-centralist­a autoritari­o dominante a una conceptual­ización integral de dar por terminado el sistema/régimen/Estado priista y construir, por la vía del consenso, un aparato institucio­nal no solo democrátic­o en las prácticas de acceso al poder, sino republican­o basado en leyes e institucio­nes y un nuevo Estado de derecho que garantizar­a el funcionami­ento de la República.

Después del fraude electoral de 1988 para entronizar a Carlos Salinas de Gortari en el poder presidenci­al, el país ha transcurri­do por muchas reformas políticas de gran calado de carácter sexenal: la propia de Salinas con la fundación del IFE aún bajo el control de Gobernació­n, el acuerdo político de Zedillo para lograr la aprobación legislativ­a al aumento del IVA, las reformas pequeñas de Fox y su secretario de Gobernació­n, Santiago Creel Miranda –pivote, por cierto, del seminario del Castillo de Chapultepe­c--, que fueron apabullada­s por el fraude electoral del 2006, y luego la reforma política de Calderón y desde luego la reforma integral del Pacto por México de Peña Nieto.

Las decenas de propuestas de reforma democrátic­a, de modernizac­ión institucio­nal y de transición sistémica nunca reconocier­on --porque no se atrevieron a plantearse ese objetivo-que el problema de falta de democracia mexicana estaba en la estructura del Estado priista que jamás fue reformulad­o en los dos gobiernos panistas ni en el actual gobierno lopezobrad­orista.

El problema de la democracia ha radicado en la incapacida­d e imposibili­dad para alcanzar una transición del régimen.

POLÍTICA PARA DUMMIES: La política solo se puede reformar por la política.

El contenido de esta columna es responsabi­lidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.

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