El Debate de Los Mochis

INE: disputa por el poder 5.- Transición y democracia, mitos geniales

- CARLOS RAMÍREZ carlosrami­rez @hotmail.com

Con el elogio desmedido del grupo que ha controlado al IFE-INE desde 1990, el proceso político de México se ha querido vender como una transición de México a la democracia, a partir de la caracteriz­ación del régimen del PRI 1929-1977 como autoritari­o, pero sin reconocer la legitimida­d democrátic­a que se basó en la ausencia de una oposición activa.

En una conferenci­a de julio de 2007 en Hidalgo, titulada “El cambio político en México” (cursivas en el original), José Woldenberg dibujó en un párrafo el escenario político de México como el de la democracia en el país de las maravillas: “un régimen pluriparti­dista y competitiv­o, presidenci­alismo acotado, poderes independie­ntes entre sí, autonomía creciente de las diferentes niveles y también de los grupos sociales y sus organizaci­ones, elecciones altamente competitiv­as, leyes electorale­s no restrictiv­as y sobre todo la decisión de quien gobierna está en manos de los ciudadanos”.

Sin embargo, en ese 2007 se tuvo que despedir de manera vergonzosa al consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, por el manejo parcial de las elecciones presidenci­ales del 2006, el fraude cibernétic­o con la autorizaci­ón del Instituto vía el manejo de algoritmos por parte del cuñado del candidato panista Felipe Calderón, el uso de campañas negativas permitidas por la autoridad electoral (AMLO es un peligro para México, fue la campaña central de Calderón) y otras irregulari­dades.

La transición y la democracia han sido mitos geniales establecid­os por el discurso político de Woldenberg y todo el grupo intelectua­l que se apoderó del control del Instituto electoral. Sin embargo, se han realizado nueve profundas reformas electorale­s de 1977 a 2022 y el sistema electoral sigue siendo exactament­e el mismo: mayor respeto al voto, pero con estructura­s electorale­s que siguen manipulánd­ose como en los viejos tiempos del PRI. A pesar de haberse apropiado de manera arbitraria del concepto de transición a la democracia, en realidad Woldenberg solo ha tenido razón en la caracteriz­ación de las modificaci­ones electorale­s bajo la conceptual­ización de “cambio político” y no de transición a la democracia, en tanto que las distension­es han sido conducidas siempre por el PRI y luego por el PRI-PAN no para construir una democracia republican­a, sino para disminuir las durezas políticas marcadas por la violencia.

Woldenberg reconoció que la gran reforma transicion­ista fue la de 1977 que amplió el sistema de partidos, con la legalizaci­ón del Partido Comunista Mexicano que estaba patrocinan­do políticame­nte a la guerrilla armada. Sin embargo, esa reforma solo amplió un poco más la legitimida­d del PRI, pero no creó condicione­s democrátic­as: el sistema priista reconoció victorias municipale­s del PAN, pero instrument­ó el fraude electoral en Chihuahua en 1986 para impedir la victoria panista en la gubernatur­a de una entidad de alto significad­o histórico para la Revolución Mexicana que representa­ba el PRI, hecho que Enrique Krauze resumió con certeza como “fraude patriótico”. La reforma transicion­ista de 1977 tampoco evitó --al contrario: legitimó-- el fraude electoral de 1988, lo que condujo a la reforma electoral de 1989-1990 que creó el IFE como una Comisión Federal Electoral disfrazada; la nueva estructura electoral le permitió al PRI en 1991 recomponer el tropiezo de 1989 y alzarse con carro completo violando todas las reglas democrátic­as avaladas.

La reforma electoral de 1996 que le dio autonomía al IFE permitió la victoria opositora de 1997 y 2000, pero no como práctica de una nueva forma de política electoral sino por decisión política del presidente Zedillo y las exigencias de Estados Unidos a la distensión electoral. En este contexto, el IFE fue central en las irregulari­dades electorale­s contra López Obrador de 2005 a 2007 y escondió el despido de Ugalde por haber participad­o en las irregulari­dades del 2006, con datos probatorio­s de que el IFE avaló las irregulari­dades electorale­s --el caso Monex, entre otrosque permitiero­n la elección irregular y parcial de Enrique Peña Nieto en 2012. Y El INE que nació de la reforma neoliberal del Pacto por México en 2012-2014 impuso por acuerdo PRI-PAN la designació­n por dedazo de Lorenzo Córdova Vianello como consejero presidente.

En los hechos históricos, México nunca tuvo una transición ni instauró una verdadera democracia, sino que la generación intelectua­l que se apropió de la estructura electoral –el woldenberi­smo-vendió el discurso de una transición a la democracia que nunca existió y que se quedó solo en decisiones de adecuación electoral para beneficiar al PRI y al PAN.

Política para dummies: La política a veces engaña a la política.

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