¿Y dónde está el árbitro?
En Sinaloa vivimos tiempos de insensatez. La política y los políticos no están ofreciendo los resultados que la sociedad demanda. El conflicto, lejos de ser una excepción, ahora es permanente. Y siempre por motivos que poco tienen que ver con la búsqueda de un mayor progreso social y productivo para la entidad.
Actualmente, es lamentable observar que dos poderes del Estado están totalmente inmersos en un innecesario y estéril conflicto con las instituciones de educación superior, especialmente con la Universidad Autónoma de Sinaloa. En tanto, la entidad no avanza en su economía ni en el bienestar social. El esquema de prioridades gubernamentales está totalmente trastrocado.
La gobernabilidad se está poniendo en juego peligrosamente. Parece que no se cuenta con mecanismos necesarios para dirimir controversias, debatir posturas y generar acuerdos fundamentales. Predominan conductas autoritarias. Hay escasez de ideas y ausencia de actitudes conciliadoras. Los adversarios se ven como enemigos a los que hay que destruir por completo.
La disputa gobierno-universidades amenaza con convertirse en el conflicto del año. Ambas partes pusieron al frente de la contienda a personajes escasos de capacidad negociadora, a los menos preparados y más incultos. Por eso, en lugar de avanzar se retrocede. Se confunde la política con la colocación de mantas en puentes peatonales, muy al estilo narco.
Así no se podrá llegar a ninguna solución. Se están tomando decisiones y acciones abiertamente contrarias al interés de Sinaloa. Es contraproducente iniciar un conflicto de esta magnitud, en medio de tantos problemas económicos y sociales, que reclaman ser atendidos con máxima prioridad. Pero eso no está ocurriendo. Los intereses están en otra parte.
Es necesario tener un árbitro, totalmente imparcial y con credibilidad social. Desafortunadamente quién debería cumplir esta función, ha decidido tomar partido. Otras instancias que también podrían mediar han optado por arrojar más gasolina al fuego. Cuando hay esta insensatez, se actúa sin lógica, en contra de sí mismo y del interés público. Y así está ocurriendo ahora.
Es evidente que la sociedad sinaloense concibe el conflicto gobierno-universidad como algo contrario al interés mayoritario, pues existen otras formar de abordar el problema para evitar repercusiones negativas que todos habremos de pagar. Curiosamente: en un conflicto que involucra a las universidades, nadie habla de calidad educativa, ni de investigación ni de cultura.
¿Cuál es el fondo, entonces? Sin duda, es la anticipada disputa por las próximas senadurías y diputaciones federales. Se trata de la eliminación temprana de posibles adversarios que podrían disputar las posiciones en disputa en el 2024. Una vez más, la política, la mala política, está causando estragos en instituciones que deberían permanecer al margen de apetitos tan desmedidos y anticipados.