Carolina superó las barreras para ayudar a otras mujeres
CAROLINA URETA GUTIÉRREZ
La discriminación y críticas por desempeñar un trabajo considerado para los hombres no la detuvo. Todos los días, Carolina Ureta Gutiérrez aborda su taxi y sale a las calles a dar el servicio de transporte a quien lo solicite.
Muy orgullosa de sí misma, aseguró que una de sus satisfacciones es brindarles un traslado seguro a mujeres en condiciones vulnerables o a altas horas de la noche.
Inicios
Por casi cinco años, Carolina ha conducido su taxi por las calles de la ciudad de Guamúchil, donde le soliciten el servicio de transporte, lo que la ha llevado a romper los estereotipos de que en este oficio predominan los conductores masculinos.
Esta travesía inició por mera curiosidad y hoy realiza un trabajo digno de reconocerse. “Yo trabajaba en la central de taxis, y un día le dije a mi compadre que me prestara el taxi para ver cómo se sentía, y me gustó”, contó.
Desde entonces, Carolina es la única mujer taxista que ha permanecido por más de cuatro años en el rubro en Guamúchil.
Sin pensarlo, lo convirtió en su trabajo preferido, pues su labor le permite conocer a muchas personas y visitar muchos lugares. “Es un trabajo muy bonito porque te relacionas con mucha gente y haces amigos”.
Un viaje seguro
No obstante, la gran satisfacción de Carolina es brindar un servicio confiable y seguro para las mujeres.
“Muchas mamás me hablan para que recoja a sus hijas de las fiestas. Me tienen confianza porque dicen que es mejor una mujer que un hombre, les da más confianza.”
Sobre ello, expresó que siente enormemente complacida al ayudar a que las mujeres se sientan seguras durante su traslado a algún lugar, pues al hacerlo también piensa en sus hijas y en que todas deberían ser protegidas.
“A veces ando en la calle y si veo que van mujeres solas caminando, trato de darles raite, y más en la noche, porque yo sé que está peligroso. También hace poco me mandaron a recoger a una niña que iba llorando.”
Por eso, anima a todas las féminas a apoyarse unas a otras, pues en la actualidad la mujer sigue siendo vulnerada por la inseguridad del país y las brechas que siguen existiendo entre los géneros. “Tenemos que cuidarnos entre todas”, exhortó.
Es así como Carolina con su granito de arena contribuye a combatir la violencia hacia la mujer.
A veces les doy raite a mujeres que van solas caminando en la noche. Tenemos que cuidarnos y ayudarnos entre todas."
Barreras
Ureta Gutiérrez comentó que abrirse paso en este oficio de hombres no fue nada fácil, pues tuvo que enfrentarse a unas cuantas críticas, miradas prejuiciosas, y además, discriminación.
“Al principio sí hubo discriminación, algunos no querían que yo entrara, pero ya después se calmaron”, señaló. Al respecto, indicó que después de tantos años finalmente encontró aceptación entre sus compañeros, y hasta ha recibido felicitaciones y comentarios positivos acerca de su desempeño.
“Me llevo bien con la mayoría, me dicen que qué bueno que hay una mujer también conduciendo taxis, son hombres que saben reconocer el trabajo que realizamos las mujeres”, enunció.
Sin embargo, detalló que en el día a día de la jornada laboral su problema a lidiar ha sido principalmente con mujeres. “He tenido más detalle con mujeres, porque la mayoría de los hombres se sientan adelante por costumbre y las esposas atrás y me miran raro”, relató.
Impulso
Pese a ello, Carolina persevera brindando un buen servicio, sin importar horarios o días festivos, demostrando que una mujer puede lograr cualquier meta que se proponga. Este empleo le permite apoyar la economía del hogar y a mantener a sus cuatro hijos con la ayuda de su esposo.
“Sí, ellos me apoyan y me ayudan con las tareas de la casa; ya están grandes”, afirmó.
Experiencias
Lo más lejos que ha prestado su servicio de traslado es hasta una comunidad de Mocorito, cercana a los límites con Badiraguato. Incluso, contó que en una ocasión le tocó transportar a una mujer embarazada en plena labor de parto, por lo que aceleró la velocidad para llegar rápidamente al hospital más cercano. “Le tuve que pedir ayuda a una patrulla para que me abriera el camino”, rememoró entre risas.