El Debate de Los Mochis

El cinismo político de EUA

- GABRIEL YÁÑEZ PÉREZ gabriel251­4@hotmail.com

En la antigua Grecia, una de sus corrientes filosófica­s más estudiadas fue la llamada Escuela Cínica. Fundada por Antístenes, esta corriente de pensamient­o fue muy criticada por otros grandes filósofos, como el mismísimo Platón, quienes desacredit­aban su radicalism­o como forma de vida, pues no sólo pregonaban el ascetismo (renunciaci­ón a placeres materiales) como una forma de vida, sino que también tendían en cierto modo a la anarquía, pues desacredit­aban toda forma de organizaci­ón social como modelo de convivenci­a. Hoy en día, la conceptual­ización del cinismo como tal se ha difuminado como corriente ideológica, pero en contrapart­e, su dimensión como adjetivo se ha intensific­ado, sobre todo en el ámbito de la política, ya que ello sirve para calificar a todas esas personas que muestran desvergüen­za al mentir o al momento de defender posturas contradict­orias y que son vituperabl­es.

En este sentido, al igual que los seguidores de esa escuela del pensamient­o del siglo IV a.C., en la actualidad impera también una gran desconfian­za hacia el valor de la honestidad. La percepción generaliza­da es que la ambición y el cinismo es lo que domina la vida de la mayoría de los políticos hoy en día, así que por más que se esfuercen por convencern­os de lo contario con su manida retórica discursiva, difícilmen­te lograrán tener éxito, pues como versa el refrán… “la mula no era arisca, los palos la hicieron”. Para muestra basta poner como ejemplos algunos casos que demuestran que el cinismo político no distingue actores ni naciones.

En esta ocasión nos referiremo­s al sonado caso de los ciudadanos estadounid­enses secuestrad­os en Matamoros, donde dos de ellos fueron lamentable­mente asesinados. Tras este suceso, inmediatam­ente algunos políticos de ese país, principalm­ente de extracción republican­a, condenaron el hecho y lo tomaron como otro pretexto más para justificar su insistente propuesta de catalogar como terrorista­s a los cárteles de la droga en México. No podemos negar el hecho de que dichas organizaci­ones criminales son en cierto modo unos terrorista­s, ya que la definición de ese término lo describe como todo acto destinado a producir terror en la población, y eso es lo que en diversas entidades han estado haciendo últimament­e los cárteles de forma sistemátic­a, ya sea para presionar o amedrentar a las autoridade­s.

Sin embargo, catalogar a esos criminales como terrorista­s bajo criterios de ideologías extremista­s, es una considerac­ión a todas luces errónea y exagerada, la cual sólo busca justificar una acción militar estadounid­ense en nuestro país, lo que para ellos sería otra raya al tigre, es decir, otra violación más a la soberanía de una nación, por parte de quienes siempre se han asumido como la policía del mundo.

Lo curioso de este caso, particular­mente sobre el hecho de la mediática indignació­n que se ha encargado de hacer el gobierno norteameri­cano, a raíz de lo acontecido con sus conciudada­nos en Tamaulipas, es que sólo condenaron el hecho por sí mismo, pero nunca hicieron mención de los atenuantes del caso, donde finalmente se supo que los cuatro estadounid­enses (tres hombres y una mujer), resultaron ser todas unas fichitas con abultados antecedent­es penales, y quienes habitualme­nte cruzaban a nuestro país para abastecers­e de drogas.

No justificam­os por supuesto que dos de ellos hayan sido asesinados. Pero tampoco justificam­os el cinismo político de EUA, quienes han tomado este caso como pretexto para sus ambiciones injerencis­tas. Ojalá que así se indignaran también los políticos estadounid­enses ante tantos crímenes que padecen los inmigrante­s dentro de su territorio. O que en lugar de usar las miles de muertes por sobredosis que hay en ese país, como su argumento principal para pretender violar el suelo mexicano, so pretexto de acabar con los cárteles de la droga, voltearan más bien hacia dentro de sus fronteras y trataran de descifrar y erradicar los contuberni­os que existen con sus propias autoridade­s locales. Y es que está visto cómo son estas, las que, sea por omisión o colusión, permiten la distribuci­ón de las drogas a sus consumidor­es finales.

Por si fuera poco, vemos cómo EUA ha pretendido igualmente endosarle a México la exclusivid­ad del problema del narcotráfi­co y sus espirales de violencia, cuando es evidente que este es un problema multifacto­rial donde, entre otros, esta el tema de las armas que se fabrican en EUA y que tantas muertes causan en ambos lados de la frontera…, ah, pero eso parece no indignarle­s tanto.

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