Amarga Navidad
En estos días de fin de año y de cambios de gobierno no pude dejar de tener presente aquella canción interpretada conmovedoramente por Amalia Mendoza que empieza con la inolvidable frase de: “Diciembre me gustó pa que te vayas…”.
Me refiero al año que ya concluye y abarca lo mismo logros y omisiones respecto a los planes que hicimos, y así también a satisfacciones y momentos difíciles y problemas que debimos de resolver de la mejor manera, y desde luego nuevos retos que se posponen para el año siguiente. Pero en todo caso, darle vuelta ya a la página. Por otra parte, es insoslayable la realidad de nuestros días y de fechas cívicas clave del calendario nacional cómo es el cierre del gobierno de Peña Nieto y el que se inauguró ya con Andrés Manuel López Obrador, aunque no queremos ver tanto hacia atrás y al parecer preferimos aplicar la dosis recurrente de la esperanza cada vez que iniciamos un sexenio.
Y en consonancia con la canción, no han dejado de registrarse simultáneamente rudas decisiones y acciones del gobierno entrante, que además hemos visto un tanto apresurado en tan poco tiempo y que ya conlleva errores y aciertos, por lo que siguiendo con la canción no resisto igualmente la tentación de avanzar con la letra que sigue, es decir: “…que sea tu cruel adiós mi Navidad”.
Esta Navidad entonces implica un sello particular, además de la envoltura de nuestras tradiciones propias de la cultura popular que incluyen arbolitos, esferas, reuniones para despedir el año con amigos y familia, gastronomía deliciosa alineando en la mesa familiar lo mismo pavos horneados, romeritos, piernas, lomos, ensaladas de nochebuena, ponches o bacalao, sin faltar las 12 uvas el