El futuro del control de confianza en México
En términos llanos, la confianza se refiere a la cualidad de una persona de comportarse adecuadamente bajo ciertas circunstancias. Se dice que una persona es de confiar cuando se puede anticipar con bastante precisión su manera ética de proceder. La confianza es el basamento para estrechar relaciones entre dos personas, grupo de personas o instituciones. Sin embargo, es difícil anticipar si un individuo es de confiar o no, sobre todo cuando pueden existir grandes intereses de por medio que mermen la conducta ética de la persona.
Por ello, en ciertas instituciones gubernamentales y privadas se realizan “pruebas de control de confianza”, que miden el grado de probidad de los individuos antes de su contratación, lo que contribuye a disminuir posibles robos, fraudes y otras actividades ilícitas.
Por ejemplo, los gobiernos buscan impedir la infiltración del crimen organizado en las fuerzas policiales.
En una gran cantidad de países es obligatorio realizar controles de confianza en las instituciones policiacas; como son los casos de México, Estados Unidos y la mayoría de los países del continente americano. En nuestro país, el Centro Nacional de Certificación y Acreditación (CNCA), órgano administrativo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, es el responsable de certificar los procesos de evaluación de los centros de control de confianza (CCC) de la federación y de las entidades federativas. Por el momento, los exámenes que la CNCA aprueba para el control de confianza, son: el médico-toxicológico, el psicológico, el socioeconómico y el poligráfico.
Salvo la primera evaluación (médico-toxicológico), cuyos indicadores son objetivos, los tres restantes no son del todo confiables. Es de mi interés señalar, por esta ocasión, el caso del polígrafo, que se le conoce como “detector de mentiras”. Pese a su credibilidad popular y de algunas instituciones gubernamentales y privadas, las evidencias científicas