¿PRIMOR o PRIAN?
Al interior del PRI se debate en silencio qué camino seguir, pues se encuentra ante una disyuntiva política: ¿entregarse dócilmente a Morena o iniciar la construcción de un amplio frente opositor al lado del PAN? Pero el extraño mutismo de sus dirigentes y liderazgos ante lo que sucede en el país, hace suponer que realmente están en busca de un acuerdo con el nuevo gobierno federal.
La pasividad de los legisladores priistas en las cámaras, la sumisión de los gobernadores ante el presidente López Obrador en la Conago y la adulación de connotados dirigentes de organizaciones priistas ante las decisiones que toma la federación, muestran que una parte importante de ese partido está dispuesta a propiciar un entendimiento.
El PRI nació desde el poder y siempre ha vivido del poder. Parte importante de su genética política hoy le exige pactar con quien tiene el control del gobierno. Pero esta actitud, aunque pueda generar algunos resultados de corto plazo, significaría otra gran derrota del PRI como partido. Quedaría supeditado al interés de la nueva mayoría que hoy gobierna.
Pero otro grupo del PRI es proclive a buscar la recuperación electoral con la construcción de un bloque opositor. Sabe que para ello primero necesita formalizar una alianza con el PAN, y después atraer al resto de partidos y organizaciones sociales. Tienen la intención de construir el contrapeso político que algunos sectores de la sociedad exigen.
«¿Entregarse dócilmente a Morena o iniciar la construcción de un amplio frente opositor al lado del PAN?»
Quienes se pronuncian por esta vía son principalmente liderazgos informales que carecen de representación. En los procesos de cambio de dirigentes locales simplemente son acallados y se les hace a un lado. Se les aplica la férrea disciplina partidista para que no protagonicen ninguna disidencia interna o pública. Están políticamente atados.
La iniciativa la tiene el PAN, pues 12 de sus gobernadores ya plantearon su oposición al gobierno de
López Obrador. Posteriormente también lo hizo un gobernador del PRD y otro de Movimiento
Ciudadano. Hasta ahora ningún gobernador del PRI se ha atrevido a expresar desacuerdos. Al contrario, están más interesados en acomodarse a las nuevas circunstancias.
La disyuntiva política que tiene que resolver el PRI no puede posponerse indefinidamente. Pacta con
Morena o pacta con el PAN. En la primera opción ganarían unos pocos, pero se acabaría el partido. En la segunda, se tiene la posibilidad de recoger un conjunto de banderas políticas que podrían producir buenos dividendos electorales en corto plazo. Habría recuperación.
Existen causas sociales que requieren liderazgo político. Están, como ejemplo, bajar el precio de gasolinas y electricidad, el incremento general de salarios, disminución de impuestos como IEPS, IVA e ISR, el apoyo que requieren los sectores productivos, entre muchos otros. Pero lo más urgente es la creación de un verdadero contrapeso político para evitar decisiones extremas que puedan lesionar al país.