Sí a la libertad, no a la concentración del poder
Todavía vivimos muchos mexicanos que recordamos el régimen autoritario del siglo XX donde un hombre, el presidente, concentraba prácticamente todo el poder político. En nuestro gobierno no había pesos y contrapesos. Por la presión social y las crisis económicas, el régimen comenzó a abrirse, de tal suerte que fue posible que el PRI perdiera, primero, gobiernos locales, luego la mayoría en la Cámara de Diputados y después la Presidencia. Formalmente, en 2000 comenzó nuestra democracia-liberal caracterizada por un sistema de pesos y contrapesos. Ciertamente los gobiernos democráticos dejaron mucho que desear. Se cometieron abusos. Pero es indudable que los ciudadanos ganamos más libertad de la que teníamos en los años del autoritarismo.
En julio, López Obrador y su movimiento arrasaron en las urnas. Obtuvieron 53% de la votación. No sólo se llevaron la Presidencia sino una mayoría confortable en ambas cámaras del Congreso. Y, desde el día uno de su victoria, demostraron que tienen un proyecto para volver a centralizar el poder en la persona del presidente. Sus acciones están dirigidas a desmantelar contrapesos al Ejecutivo Federal. Aparte de lo que ya les otorgó el electorado (la Presidencia y el Congreso), quieren controlar todo: los gobiernos locales, la Suprema Corte de Justicia y los organismos autónomos del Estado. Tienen un proyecto bautizado como la “Cuarta Transformación” y, para lograrlo, les estorban los contrapesos.
Veo, con preocupación, esto. Sé que hay muchos modelos de democracia y que hay un intenso debate de cuál es el que funciona mejor. En lo personal, como me importa mucho el valor de la libertad, creo en la democracia representativa con división de poderes y pesos y contrapesos.
Como Locke, pienso que los seres humanos somos naturalmente libres y que el contrato social debe reconocer nuestro derecho a la vida, la libertad y la propiedad, lo cual implica un gobierno con división de poderes. Como Montesquieu, estoy convencido que ésta es la mejor fórmula para evitar la centralización abusiva del