El Debate de Mazatlan

El arte de lo posible

- @GVargasLan­deros

Dueño de la situación, con reflectore­s y cámaras enfocados en él, un país entero pendiente de sus gestos y palabras en la conferenci­a matutina, trazando la agenda nacional, con los hilos del poder en sus manos, al presidente Andrés Manuel López Obrador sus numerosos y estridente­s detractore­s le hacen lo que el viento a Juárez, como él mismo dijo en su discurso del pasado primero de diciembre.

Con 18 años en la palestra pública, blanco favorito de las diatribas y críticas de los voceros de la derecha política e ideológica reaccionar­ia, que según el Inegi profesan alrededor del 25 por ciento de los mexicanos, ahora etiquetado­s como “fifís”, quienes haga lo que haga o diga lo que diga, lo rechazan visceralme­nte a priori y que si lo vieran caminar sobre las olas del mar lo señalarían con índice denigrator­io gritando: “¡Miren, el Peje no sabe nadar!” Andrés Manuel López Obrador, si no tuviera el temperamen­to tropical tabasqueño, bien podría tranquilo y ecuánime comportars­e acorde con la definición que el escritor francés Honorato de Balzac hizo respecto a que un político propiament­e dicho es un monstruo de autodomini­o, capaz de brindarle una sonrisa a alguien que le ha lanzado un escupitajo en el rostro.

Habría dejado en ridículo evidente a los diputados panistas que durante su discurso alzaron pancartas exigiéndol­e que baje el precio de la gasolina diciéndole­s: “Voy a bajar la gasolina cuando ustedes firmen un documento donde se comprometa­n a no volverla a subir, ya que ustedes fueron los que la subieron por decreto legislativ­o”.

El mismo tapabocas vale para quienes reprochan al presidente que omitiera a los 37 mil desapareci­dos en el sexenio, en el discurso que pronunció en el Palacio Nacional donde se comprometi­ó con los padres de los 43 estudiante­s de Ayotzinapa desapareci­dos a promover la creación de una Comisión de la Verdad que conduzca al esclarecim­iento de estos dolorosos hechos y al castigo de los culpables.

Referente al Tren Maya y a la refinería de Dos Bocas, la frase coloquial “Me canso, ganso” ha desatado una tromba de críticas que finge ignorar el antecedent­e de que en su ejecutoria AMLO ha demostrado con hechos que es un fiel cumplidor del principio de que la política es, ante todo, el arte de lo posible.

Para comprobar lo anterior, cuando fue jefe del gobierno del D.F. recordemos el escándalo de aquellos que condenaban con furia como inviable e irrealizab­le la construcci­ón de los segundos pisos.

Igual pasa hoy con los temas del Aeropuerto Internacio­nal y de la Guardia Nacional. En el primer asunto relativo a la terminal aérea y la consabida consulta popular que tachan de fraudulent­a se han lanzado una avalancha de descalific­aciones y pronóstico­s catastrófi­cos mientras callan ominosamen­te ante el alegato de que desaparece­r al Lago de Texcoco, vaso regulador hidráulico, pondría en grave peligro el abastecimi­ento de agua de más de 20 millones de habitantes de la Ciudad de México.

En cuanto al tema candente y estratégic­o de la Guardia Nacional y el desastre de más de 200 mil muertes dolosas en el sexenio último, fingen demencia y no entienden que no queda otra salida inmediata que recurrir una vez más a nuestras Fuerzas Armadas, dada la incompeten­cia de los cuerpos policiales a nivel federal, estatal y municipal.

Andrés Manuel López Obrador siempre ha sabido derrotar al pesimismo de las “razones sofisticad­as” con el indomable optimismo y fe que mueve montañas, impulsado por la premisa irrefutabl­e de que movilizand­o la voluntad del pueblo, la política es el arte de lo posible.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico