El Debate de Mazatlan

AMLO vs Corte, gobernador­es medios, empresario­s, militares…

- Carlos Ramírez @carlosrami­rezh@hotmail.com

La disputa del presidente López Obrador y sus bancadas legislativ­as contra la Suprema Corte de Justicia de la Nación por la ley de salarios es otra de las batallas que no tiene como fondo un cambio de régimen porque el actual es y seguirá siendo presidenci­alista, sino revela un reacomodo de poderes a favor de la nueva élite lopezobrad­orista mayoritari­a.

En la realidad, ninguna de las decisiones polémicas del nuevo presidente de la república modifica el régimen priista republican­o, federal, representa­tivo, democrátic­o y presidenci­alista. Y en el fondo, tampoco las decisiones de López Obrador crean nuevas formas de ejercer el poder, sino que se agotan en la toma del control y del poder por los nuevos funcionari­os.

La confrontac­ión con la Corte es por salarios, con los gobernador­es por seguridad publica, con los medios porque muchos representa­n a la élite del anterior régimen, con los empresario­s porque construyer­on un poder fáctico, con los militares porque son la fuerza del régimen y con los que vengan por el desplazami­ento de priistas-panistas-perredista­s que se apropiaron del régimen priista. En los hechos, el régimen seguirá siendo priista con López Obrador, solo que con dos variantes: Morena tiene hasta el 2021 la mayoría absoluta en la Cámara y la primera minoría en el Senado hasta el 2024 y López Obrador viene con una clase morenista propia formada en su mayoría por expriistas, expanistas, experredis­tas y exfunciona­rios del viejo régimen y con la lealtad a López Obrador y a Morena.

El régimen seguirá siendo republican­o, federal, representa­tivo, democrátic­o y presidenci­alista y la nueva élite con el sello AMLO-Morena carece de una propuesta alternativ­a y ha mostrado las mismas prácticas y vicios porque salieron del anterior régimen priista.

En materia de presidenci­alismo, López Obrador no ha inventado nada: quiere el liderazgo de Obregón, la astucia de Calles, el carisma de Cárdenas, el pragmatism­o de Alemán, el estatismo social de Echeverría, el petróleo de López Portillo y la capacidad de Salinas parea renovar a la clase política.

En este contexto, López Obrador es en realidad copia del modelo Salinas: la renovación de la élite dirigente por una funcional a los nuevos lineamient­os del poder. Salinas modifico el PRI, le puso nuevos cuadros salidos del pensamient­o económico neoliberal, los hizo legislador­es, gobernador­es y funcionari­os y llevó su proyecto a la sucesión presidenci­al de 1994 con Luis Donaldo Colosio y Ernesto Zedillo, para asegurar la continuida­d del proyecto económico modernizad­or neoliberal. El modelo político de López Obrador es una extraña mezcla entre populismo y neoliberal­ismo, el primero para aumentar gasto y distribuir el ingreso y lo segundo con el cumplimien­to de la condiciona­lidad estabiliza­dora de control de la inflación como ancla principal. La estrategia populista se percibe en la reconstruc­ción de la capacidad del Estado para usar los recursos fiscales en la consolidac­ión de un nuevo aparato paraestata­l que Salinas privatizó en su sexenio. El congelamie­nto de las

desde hace tiempo una ofensiva, -¿recuerda los ministros maiceados?- para desacredit­arla con el tema de los salarios: repiten que un ministro gana 600 mil pesos al mes cuando su ingreso es de 269 mil, que puede parecer, y es, mucho, pero no se lo fijaron ellos.

Pero sueldos aparte, lo que aprecio es una arremetida en dos tiempos contra la Corte, el último contrapeso al Poder Ejecutivo: el público, desprestig­io por los sueldos, y el privadísim­o, la creación de un Tribunal Supremo o Constituci­onal, que lo desplazarí­a.

Y entonces, sí, adiós contrapeso­s y contención. Quiero decirle que esta columna la publiqué hace 106 días, el pasado 25 de julio y que sin estar hoy, como he dicho, en una crisis constituci­onal, sí estamos en un conflicto entre poderes constituci­onales que tiene como objetivo el Judicial, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como apuntaba desde entonces.

RETALES

1. CANCELACIÓ­N.- Le confirmó que el presidente López Obrador canceló, mañana, la tradiciona­l comida anual con los ministros de la Corte, tras el informe de su presidente, en este caso Luis María Aguilar, que dará el último. Lo escuchará y se irá. Los dejará comiendo solos;

2. REACCIÓN.- Ricardo Monreal pidió a la PGR un informe de todos los ministros, magistrado­s y jueces que hayan sido investigad­os por corrupción. Le daría, eso sí, al menos uno o dos; y

3. BONOS.- Con el simple incumplimi­ento del calendario de obra del NAIM, ya no diga su suspensión, los tenedores de bonos podrán exigir el pago de sus seis mil millones de dólares, para lo que no alcanzan los fondos del fideicomis­o del NAIM y se irían al presupuest­o 2019.

Nos vemos mañana, pero en privado. concesione­s petroleras va a facilitar que el Estado regrese a la economía productiva con inversione­s en petróleo (al estilo López Portillo) y con ello volver a reactivar los ingresos de las paraestata­les como vía de financiami­ento del gasto público social.

La privatizac­ión del petróleo también privatizó el producto de la venta de crudo y le dejó al Estado sólo el área fiscal. López Portillo utilizó la deuda y los primeros ingresos extraordin­arios de petróleo para construir una plataforma petrolera estatal y dejarle al Estado todos los beneficios. Sólo que el riesgo del modelo de López Obrador radica en que la exploració­n es la más profunda y por tanto la que más requiere de recursos.

En este sentido hay que contextual­izar los conflictos de López Obrador: la reorganiza­ción de las institucio­nes del régimen priista para que le sirvan a su propio proyecto, sin suponer ningún nuevo régimen. De todos, el más innecesari­o ha sido el de la Corte por los salarios, porque el Poder Judicial era fácil de reorientar en sus funciones y convertirl­o en aliado en la redefinici­ón de las nuevas reglas del juego.

La baja de salarios públicos era necesaria por el desorden y desbocamie­nto en los últimos años, pero esa operación política careció de sensibilid­ad social y jurídica. Sus operadores legislativ­os atropellar­on derechos y provocaron el alineamien­to de todos los afectados. Si la Corte resiste las presiones mediáticas y se ajusta a los criterios legales, la batalla puede ser ganada. Pero si decide politizar sus designacio­nes, el resultado será adverso.

Todo el desorden tiene, en síntesis, la intención de fijar los parámetros del poder presidenci­al con el mismo régimen político priista, aunque con nuevos jugadores.

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Política para dummies: La política es un juego de tensión dinámica entre dos fuerzas en sentido contrario, una tratando de sacar a la otra y ocupar su lugar.

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